Todo comenzó hace algo más de cien años, en 1919, de la mano de César Lucendo Asensi, bisabuelo de la última generación de la familia Lucendo, e iniciador, con su bodega en Argamasilla de Alba, de la que a día de hoy es una de las sagas de enólogos más prolíficas y reconocidas de cuantas conviven en Castilla-La Mancha.
Años más tarde, su hijo César Lucendo Amat tomó el testigo de la enología y de la pasión por el vino, siendo uno de los enólogos castellano-manchegos más reconocidos de su tiempo.
Jesús Lucendo Alonso, hijo de César Lucendo Amat, decidió seguir con el oficio familiar para dedicarse a la enología y al mundo del vino, un mundo que como el mismo define “representa un estímulo en todo lo que hago y me acompaña en muchos momentos de mi vida. Y es que no sabría estar en una celebración sin tener un vino”.

Natural de Argamasilla de Alba, Jesús Lucendo realizó sus estudios de enología en Requena, para, posteriormente, trasladarse a dirigir bodegas tan importantes como Pintado S.A. o Félix Solís. En 1974 se presentó a unas oposiciones para educación y, tras superarlas, consiguió hacerse con un puesto como profesor numerario en Industrias Agroalimentarias. Y durante 40 años ha estado dando clase de enología en el hoy conocido como Instituto Gregorio Prieto de Valdepeñas, formando a enólogos y enólogas de todo el territorio nacional.
“Nací en una bodega, por lo que desde que tengo uso de razón mi imaginación se retrotrae a todo lo relacionado con el vino. Nosotros, sobre todo mis padres, siempre hemos tenido una gran relación con Rioja, dentro de una etapa que nos marcó mucho, porque durante aquella época mi familia tenía bodegas en La Rioja, concretamente en Cenicero. Y esa influencia ha sido muy importante en el devenir de mi vida”.
Una vez asentado en Valdepeñas, Jesús se casó y tuvo 6 hijos, cinco de los cuales han continuado con el oficio de sus antecesores, estudiando enología y convirtiéndose en auténticos ‘alquimistas’ del vino. De hecho, en todas las elaboraciones que realizan siempre prima la calidad por encima de todo.
No es muy habitual que todos los hermanos se dediquen al mismo oficio, como sucede con la cuarta generación de enólogos que conforman la familia Lucendo. Pero, como indica Jesús, “no tuve que hacer ningún esfuerzo para que mis hijos estudiaran enología, sino que surgió de ellos mismos. Realizaron sus estudios y luego fueron al instituto donde se matricularon en el grado superior de enología. Y desde entonces se dedican a esto profesionalmente”.
El hecho de que cinco de sus seis hijos retomen la senda que el mismo comenzó hace algunos años, y que anteriormente tomaron su padre y su abuelo, “supone una ilusión y una satisfacción muy grande”. De hecho, confiesa tener una “gran afinidad de amistad” con sus hijos. Y esta circunstancia “nos ha unido mucho y hace que vayamos juntos a catar. Para mí es una suerte poder estar con ellos, disfrutando del vino y de su compañía”.
Como creyente confeso, le habría gustado estar presente en las bodas de Caná, porque allí “se dio el primer milagro que hizo Jesús, que fue el de convertir el agua en vino. Y me hubiera gustado probar aquel vino, que seguramente fue muy bueno y que a día de hoy podría habernos servido de referencia, aunque no sabemos si estaba envejecido o criado en roble o si por el contrario se trataba de un vino joven”.
En cualquier caso, opina que el vino perfecto “no existe” ya que además “no se mantendría en el tiempo”. Y es que “hay vinos que, dependiendo de cada momento o de lo que estés comiendo en ese instante pueden llegar a ser sublimes, siendo además totalmente distintos”.

Nieves Lucendo
Nieves, la mayor de los hermanos, fue la primera en ejercer como enóloga. Comenzó su trabajo en Bodegas Arúspide de Valdepeñas y durante los últimos 17 años se encarga de dirigir el departamento enológico de Pago Los Cerrillos, en Montalvo Wilmot, que se ha convertido en la última bodega en incorporase a la prestigiosa lista de pagos que hay en la provincia de Ciudad Real, contando con su propia denominación de origen.
Pago Los Cerrillos, en Bodegas Montalvo Wilmot, es a su vez la única bodega de Castilla-La Mancha que a día de hoy cuenta con un gran Baco de Oro (galardón concedido por la Unión Española de Catadores) al mejor vino joven de España, por monovarietal de cabernet sauvignon. Y gran parte de ese reconocimiento se debe al gran trabajo desarrollado por Nieves Lucendo, quien recuerda como “al principio no quería estudiar enología, pues no me gustaba nada”.
Pero, con el paso del tiempo todo cambió. De hecho, “cuando mi padre me acompañó al instituto para hacer la matrícula, por el camino me fue contando lo que era la enología y lo que este oficio significaba para él. Y justo en ese momento tuve claro que iba a estudiar enología”.
El vínculo especial que une a Nieves con su padre (al que considera su maestro) y con todos sus hermanos, es el vínculo del vino, que va más allá de los propios lazos de sangre. “Cuando nos juntamos todos en casa, en nuestras conversaciones hay dos temas principales que predominan por encima del resto como son el vino y el golf. Y aunque hablamos de más cosas, esos dos ganan por goleada”.
También comenta con simpatía el ‘pique’ sano que mantiene con sus hermanos a la hora de valorar quién elabora el mejor vino. “Entre todos nos contamos nuestras experiencias y nos asesoramos y aconsejamos a la hora de sacar un vino. Somos afortunados de poder trabajar todos dentro del mismo sector, aunque lo hagamos en bodegas de diferentes denominaciones de origen. Evidentemente también existe cierto ‘pique’ sano sobre todo con mi hermano Rafa”.

Rafael Lucendo
Rafael Lucendo es el segundo hermano de la cuarta generación de esta saga de enólogos. Junto a su hermano Federico Lucendo es el cofundador y director técnico de Selección Lucendo, una empresa familiar que principalmente se dedica al asesoramiento de bodegas, sobre todo a través de Labotecnia, el único laboratorio de análisis enológico homologado en Valdepeñas.
Pero desde Selección Lucendo también se dedican a elaborar siete u ocho referencias de vinos de gran calidad y que dan origen a unas elaboraciones con una marcada personalidad y que destacan por su carácter aromático y sensorial. Marcas como ‘El Linze’, ‘César Lucendo’, ‘Corambres’, y la recientemente nacida ‘Dédalo’, que es un vino blanco espumoso, forman parte del sello diferenciador que los hermanos Lucendo han sabido inculcar en sus vinos.
Rafael Lucendo es el siguiente de los cinco hermanos que decidió incorporarse al mundo de la enología. Inició su andadura en una bodega valdepeñera con mucha historia y tradición: Bodegas Juan Ramírez. Posteriormente, y en tan sólo un año, dirigió sus esfuerzos hacia una de las zonas vitivinícolas más pujantes del momento como Ribera del Duero, donde controla a Bodegas Bohórquez. A su vez colabora con el viticultor de mayor reconocimiento en el mundo de vinos ecológicos y naturales, Julián Ruiz Villanueva, de Esencia Rural. Asimismo, y entre su dilatada trayectoria profesional, que le lleva a trabajar en la DO Mondéjar y en una bodega de Navarra, cerca de los Pirineos dentro de San Martín de Unx, Rafael también asesora enológicamente a Bodegas Miguel Calatayud en Valdepeñas.
Desde su punto de vista, la idea de Selección Lucendo se fraguó “en nuestro afán por recuperar viñedos viejos, buscando esas pequeñas joyas y esos pequeños majuelos y parcelas que estaban a punto de desaparecer pero que tienen una uva de gran calidad”.
Rafael, quien considera que en los últimos tiempos las bodegas están apostando más por la calidad, recuerda como desde que tiene uso de razón “todos nos hemos criado en bodegas y cooperativas. En un rincón muy destacado de mi memoria guardo recuerdos muy emotivos de bodegas antiguas, de esas bodegas de tinajas y de los trabajadores cargando la uva en los mulos. Y todos esos recuerdos están ahí y permanecen en el tiempo. Por todo ello, y debido a que amamos la enología, puede decirse que el vino corre por nuestras venas”.

Federico Lucendo
Una opinión parecida tiene Federico Lucendo que, junto a su hermano Rafael, es socio fundador de Selección Lucendo. En el año 2009 Federico obtuvo el premio Baco de Enología otorgado por el Aula Internacional de Catadores, siendo elegido como mejor enólogo español del año. Este importante reconocimiento, además de una gran alegría trajo consigo “principalmente más trabajo y más ganas de seguir elaborando vinos”.
En la actualidad Federico Lucendo es el director técnico de Bodegas Arúspide, y se encarga principalmente de elaboración de los vinos de Selección Lucendo como ‘El Linze’, ‘Dédalo’, ‘Marta Cibelina’, etc. Además, trabaja de forma muy estrecha en la parte comercial, dando sus productos a conocer especialmente en el extranjero dentro de países como Japón, Estados Unidos y Canadá, por citar algunos de los más representativos.
Federico, que hace cinco años puso en marcha junto a sus hermanos en el corazón de Valdepeñas el proyecto 11 ánforas, un espacio singular dedicado al fomento de la cultura del vino, explica que desempeña su labor en una zona que “me gusta mucho” y en donde “se están elaborando cosas muy interesantes y curiosas que hace unos años no se hacían”.

Esther Lucendo
Esther Lucendo es la pequeña de las dos hermanas de la familia. Enóloga de la Cooperativa Nuestra Señora de Peñarroya en Argamasilla de Alba, lleva más de 15 años al frente de esta bodega, que con 15 o 20 millones de kilos de uva, es la que más vino elabora de todas las bodegas donde trabajan sus hermanos. Su experiencia dentro del sector también resulta “esencial” en las decisiones de los vinos que se elaboran en Selección Lucendo.
Al ser la pequeña de la familia, Esther señala que “siempre estoy detrás de mis hermanos para que prueben mis vinos y me den su opinión sobre ellos. Yo me apoyo mucho en mis hermanos y también en mi padre, pues le doy mucha importancia a sus ideas y consejos”.
Esther comenzó a trabajar en la Cooperativa Nuestra Señora de Peñarroya con tan solo 21 años. Era una época difícil para cualquier mujer que decidiese adentrarse dentro del apasionante pero sacrificado mundo de la enología. “Cuando entré en la cooperativa tan joven me di cuenta que, por lo general, a los bodegueros que había, que eran personas de toda la vida y con unas tradiciones muy marcadas, les costaba mucho apostar por el cambio. Al final consigues que tus ideas y conocimientos salgan adelante, pero en su día costó mucho trabajo cambiar la mentalidad”.
Algo parecido piensa Nieves Lucendo quien confiesa que a pesar de que no se ha sentido discriminada en los sitios donde ha trabajado, “sí que es cierto que en ocasiones algunos hombres al principio te hablan con una mayor prepotencia. Y es que el hecho de que una chica de 25 años llegase a una bodega donde todos eran hombres y les dijeses lo que tenían quehacer, no les hacía mucha gracia. Afortunadamente, al final tanto mi hermana Esther como yo lo hemos hecho y nos han respetado. Pero al principio costó mucho trabajo”.
En todo ello ha podido influir, tal y como apunta Rafael Lucendo, el hecho de que actualmente el mundo de las bodegas y de la enología “se ha profesionalizado mucho” y la formación que hay “es cada vez mejor”. Y es que, desde su punto de vista “hoy en día casi todas las personas que trabajan en una bodega poseen una alta formación”. Por tanto, “hay mucho respecto y existe otro concepto, sin importar si eres hombre o mujer o si tienes más o menos años”.
Precisamente esa formación y esa cualificación profesional ha hecho posible que gran parte de los vinos de Castilla-La Mancha experimenten una gran transformación en las últimas décadas. Y en ello ha influido irremediablemente la labor desarrollada por los jóvenes enólogos, que llegan con sabia nueva y cargados de nuevas ideas y proyectos, como los que forman parte de la cuarta generación de la familia Lucendo.

Rafael comenta como al principio “tuvimos que romper muchas barreras”, sobre todo porque “había gente mayor que llevaba muchos años dentro de una bodega y no veía con agrado que se produjesen ciertos cambios”.
Su padre, Jesús Lucendo, que atesora una amplia trayectoria dentro del sector, también es consciente de que en los últimos años se ha producido una “gran transformación” dentro del mundo del vino y de la enología, en especial en lo que respecta a las elaboraciones. “Y esta situación la ha conseguido cambiar gente joven que ha llegado con otra mentalidad. Y lo han hecho con mucho esfuerzo y trabajo, pues en ocasiones ni los propios empresarios querían dar ese paso”.

Carlos Lucendo
Dentro de esta transformación también ha aportado su granito de arena Carlos Lucendo, el más pequeño de todos los hermanos y que ha sido el último en incorporarse al negocio del vino. Alternó sus estudios de enología con la que es su mayor pasión: el golf, donde ha pasado más años laborales como profesional. Hoy en día, Carlos Lucendo sigue practicando golf y desarrolla una labor indispensable en el equipo técnico y comercial de Selección Lucendo. Además, se puede disfrutar de sus catas y charlas en 11 Ánforas. No en vano, Carlos se considera como “el hermano al que más le gusta catar vinos”.
Si pusiese en una balanza sus dos principales pasiones, quizá a día de hoy se decantaría finalmente por el golf, aunque reconoce que el mundo del vino y la enología han ido ganando enteros con el paso de los años pues “además de que me encantan, disfruto mucho con ellos”.
Así es la saga Lucendo, una familia en la que el oficio de la enología se ha transmitido generación tras generación, siendo una parte muy importante de sus vidas y consiguiendo hacer de la enología un arte, en una decidida apuesta por elaborar vinos de calidad, llenos de matices y con una marcada personalidad que, a día de hoy, a nadie dejará indiferente.