Plaza de toros toros santuario de Las Virtudes, en Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real). Novillada con picadores. Menos de media plaza.
Se lidiaron seis novillos de Ignacio Tomás Frías. De presentación desigual, con varios novillos escurridos de carnes (segundo, tercero y cuarto). Nobles aunque faltos de empuje. Mejores tercero y quinto.
Sergio Felipe: oreja y oreja.
Fran Ferrer: silencio y ovación con saludos tras aviso.
Daniel de la Fuente: oreja y oreja.
Felipe y De la Fuente salieron a hombros.
Un festejo taurino en la plaza de toros de Las Virtudes es un acontecimiento singular por la belleza del coso ciudarrealeño construido en el siglo XVII. Y cuando el espectáculo no es para tirar cohetes -como es el caso- al menos te quedas con la imagen de tan encantador escenario.
Los novillos lidiados pertenecieron a una vacada ciudarrealeña (de Villamanrique) como es la de Ignacio Tomás Frías, y quisieron más que pudieron. Es decir, quisieron embestir, y metiendo la cara abajo con cierta frecuencia, pero carecieron del empuje y remate de carnes, el cual, posiblemente, les habría brindado el impulso que les faltaba. Aunque claro, con la que está cayendo en todos los ámbitos, y más aún en el de los ganaderos de lidia, en el que llueve sobre mojado, no es nada barato cuajar de carnes una novillada con la debida antelación, y por la que a duras penas te van a pagar, ni siquiera, el gasto de producción de cada uno de los novillos. Es decir, la pescadilla que se muerde la cola.
Lo más destacado de la novillada llegó en el tercero, ante el que Daniel de la Fuente estuvo en novillero; con arrojo aunque queriendo torear bien a un utrero con apariencia de eral que tuvo clase hasta que las fuerzas le aguantaron, que fue aproximadamente, cuatro tandas. Luego se defendió, tumbándolo a la segunda.
En el sexto se arrimó ya que su oponente apenas tuvo recorrido, arrancándole la oreja que le abrió la puerta grande.
Junto a Daniel de la Fuente salió a hombros Sergio Felipe. Su primero -que también lo fue de la tarde- metió bien la cara por el izquierdo, llegando a gatear tras ella, aunque su querencia a tablas desordenó un tanto su lidia. Anduvo firme Felipe, tirando de la embestida con delicadeza primero y tragando paquete después, llegando a sufrir dos volteretas y matando al segundo intento.
El cuarto fue noble, soso y muy blando. Quería embestir, pero no podía. Le faltaban fuelle y riñones. El albaceteño hizo oídos sordos a los gritos llegados desde el tendido para que matara antes a su escurrido oponente hasta que le fue concedida una oreja de escaso peso.
Fran Ferrer dio muchos pases -sobre todo al manejable quinto- pero dejó escaso recuerdo de ellos en la memoria de quienes se congregaron en el precioso coso cuadrado de Las Virtudes.