La presencia de las primeras flores de azafrán (Crocus sativus) en los campos manchegos ha marcado en los últimos días el inicio de la nueva campaña, que se prevé más corta pero de alta calidad.
La recolección se extenderá a lo largo de un mes en el corazón de Castila-La Mancha, donde se ubican las más de 130 hectáreas inscritas en la Denominación de Origen Protegida ‘Azafrán de La Mancha’, más de la mitad pertenecientes a la provincia de Albacete.
El presidente del Consejo Regulador, Carlos Fernández, se muestra optimista ante los primeros compases de la recolección, que acabará, según sus estimaciones, con unos 700 kilos, muy por debajo de los 906 k registrados en la “excepcional cosecha” de 2018. Fue un año con buena climatología, grandes resultados, “los mejores desde 2013”, y un rendimiento medio de 7,11 kilos por hectárea.
Ante la presente temporada, Fernández -que lleva en el cargo desde el mes de julio- celebra la consolidación del cultivo, gracias al interés de los productores (la DO reúne a casi 300) y su rentabilidad: el precio del kilo de azafrán tostado oscila entre los 2.500 y 3.000 euros, más IVA.
También es un producto muy bien acogido en los mercados nacionales e internacionales. En cocnreto, la mitad del Azafrán de La Mancha se comercializa en España, otro 30% se vende en terceros países, principalmente en Estado Unidos, y el 20% restante lo absorbe la UE.
Fraude
Frente a la promoción, comercialización e internacionalización de la única especia con reconocimiento de calidad a nivel nacional, la DOP tiene otro frente más adverso como es la competencia desleal que ejercen los importadores del producto desde Irán, principal país productor.
Compran azafrán de menor calidad a un precio cinco veces por debajo al protegido, lo envasan en España y lo vuelven a vender como producto español.
La DOP lleva años luchando contra estas prácticas fraudulentas y ahora se ha convertido en uno de los retos del nuevo presidente, en el que ya ha empezado a trabajar.
En concreto, Fernández se reunió recientemente con los responsables de la Consejería de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural, para que hagan cumplir la normativa europea de 2011 sobre el etiquetado. Esta legislación contempla penalizaciones cuando el envase de un producto agroaalimentario “lleve a confusión” a los consumidores, como es el caso de los formatos de azafrán, que incorporan símbolos vinculados a La Mancha.
El presidente de Azafrán de La Mancha también ha encabezado encuentros en municipios azafraneros, donde ha trasladado a los productores las bondades del producto certificado, frente al que no está regulado por esta entidad.
Profesionalizar el sector
El objetivo de Fernández es profesionalizar el sector a través de la DOP, como “herramienta imprescindible para “dar seguridad al consumidor”, y para garantizar la producción y comercialización del azafrán como un alimento de máxima calidad”.
Por ello, el mensaje sectorial que está difundiendo “ha sido entendido perfectamente” por los productores de Membrilla (Ciudad Real), Motilla del Palancar (Cuenca), Minaya, Lezuza (Albacete) y Villafranca de los Caballeros (Toledo) con los que se ha reunido, en aras de unificar criterios de producción y promoción.
Desde el principio, Fernández está buscando un frente común entre agricultores y envasadores que trabajan en el marco de la DOP, a la hora de defender “objetivos y mantener los estándares de calidad y transformar el valor del producto en un precio digno y rentable para todos”.
La DOP Azafrán de La Mancha, con sede en la localidad toledana de Camuñas, incluye municipios de la provincia de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo, y concentra más del 80% de la superficie cultivada a nivel nacional. La comunidad castellano-manchega también es la principal productora, con más del 90% del volumen nacional.