Eduardo Muñoz Martínez
Ciudad Real
Celebra la Iglesia este domingo, con el lema ‘Sígueme’ y ya desde hace ciento setenta y cuatro años, la Jornada de la Infancia Misionera. También, aunque desde hace muchos menos, nos acercamos con tal motivo a alguno de los misioneros -hombres y mujeres- de la Diócesis para conocer su trabajo de cada día de forma más pormenorizada. En esta ocasión hemos charlado con Santiago Rodríguez-Palancas Illescas, de Herencia, que actualmente trabaja en República Dominicana. Santiago nació el dieciséis de agosto de 1975, profesando como mercedario en 1999 y se ordenó sacerdote en 2001. Ha desarrollado su ministerio en Madrid y Valladolid, -en lo que a España se refiere-, y actualmente en Santo Domingo, donde entre otras cosas dirige el coro ‘Chichigua’, formado por niños de catequesis y que ya ha grabado tres discos, aparte de ser formador de seminaristas.
PREGUNTA.- ¿En qué momento de su vida se siente invitado a seguir a Jesús desde la Misión Ad Gentes?
RESPUESTA.- En el verano de 2008 visité la comunidad mercedaria de Santo Domingo y en sólo dos días que estuve algo me dijo que yo podría ser parte de esa misión. Pero fue en el verano de 2009 cuando les sugerí a mis superiores que me enviaran a esta comunidad. Y aquí estoy desde entonces.
P.- ¿Cuál es hasta hoy su experiencia como misionero?
R.- Mi experiencia es muy buena. No me arrepiento de estar aquí. Creo que los misioneros podemos hacer muchas cosas buenas con la gente que vivimos. Pero realmente son las personas que viven aquí las que enriquecen cada día de mi vida de fe y mi vocación misionera.
P.- Parafraseando al Papa Francisco, ¿hasta qué punto merece la pena cambiar “el sofá” de la comodidad por un “par de zapatos” para los pies del mensajero?
R.- Yo, como muchos otros misioneros, he tenido que dejar muchas comodidades: familia, amigos, luz las veinticuatro horas del día, caminar tranquilo a cualquier hora del día y de la noche sin miedo a que te atraquen,… Pero por calzarme los zapatos de la misión ahora siento que las personas con las que trabajamos son mi familia y mis amigos, que Dios está las veinticuatro horas del día con los más pobres y que yendo de la mano con Él no tenemos que tener miedo.
P.- ¿Cuál es la realidad social, cultural, sanitaria,… de los niños con los que trabaja actualmente?
R.- En nuestra comunidad atendemos dos realidades un poco distintas. Por un lado, el trabajo que hacemos con los niños y niñas de la parroquia que vienen a catequesis. Éstos podríamos decir que gozan de más oportunidades para acceder a la salud, a la educación, a la alimentación, a la recreación,… aunque tienen muchas menos oportunidades que los niños y niñas de España. Y, por otro lado, trabajamos con los niños y niñas que sufren explotación infantil y que se les atiende desde la Fundación la Merced. Estos niños y niñas son mucho más vulnerables: a la mayoría hay que escolarizarlos, hay que ofrecerles apoyo sanitario, hay que donarles comida,… En la Fundación se trabaja mucho con las familias y se les capacita para que sean ellos quienes ayuden a sus hijos a crecer en todos los aspectos de la vida.
P.- Retomo a la pregunta de Rafael Serrano, -extraída de la revista ‘Iluminare’-, al Obispo de Ciudad Rodrigo. “Si un niño le preguntara como puede saber él que Jesús le llama a seguirlo, ¿qué le respondería?”
R.- A un niño le diría que si es feliz en la catequesis, en la Misa, en las actividades de su parroquia o grupo de fe es que Jesús le está llamando. Luego ya el niño o la niña tiene que descubrir a qué le llama Dios: a la Vida Religiosa, al Matrimonio, al Sacerdocio, a las Misiones, a ser Catequista,…