En la carretera CM-3155, muy cerca del cruce con la N-430, junto a la localidad de Sotuélamos, existen dos encinas centenarias, cercanas la una a la otra, las cuales se pueden destacar sobre la vega próxima del río Sotuélamos en la que hay gran cantidad de árboles.
La citada población, aunque en un pasado reciente conoció años de esplendor, en la actualidad no tiene Ayuntamiento y es una pedanía de El Bonillo. El río del mismo nombre nace aquí por la confluencia de dos arroyos: el de Las Ánimas y el Arroyo Sotuélamos. Existen varias alquerías y fincas con bonitas casas, además de una empresa que elabora queso manchego con denominación de origen a base de leche de ovejas y cabras que pastan estos parajes.
Hay gran cantidad de árboles pues existen varios kilómetros de ribera tanto en el río como en los arroyos y fuentes de éstos, así como un pequeño remanso que forma una laguna en el arroyo Sotuélamos cuando baja con buen caudal. Grandes encinas, álamos blancos, álamos negros, pinos, ailantos y otras muchas especies de árboles y arbustos, los cuales se desarrollan tanto en las zonas de vega próximas a los cauces de agua como en las laderas y cumbres de las pequeñas crestas del terreno suavemente quebrado.
Los chorros de agua, fuentes, árboles zonas de pasto, olivares, terrenos de cereal y viñedos forman un paisaje diferente y precioso que colma las expectativas de todo visitante amigo de la naturaleza. Si observamos un poco, encontraremos también algo de patrimonio industrial –muy deteriorado- pues se conservan restos de una balsa y una pequeña central hidroeléctrica en la vega, muy cerca de la carretera CM-3155.
Estas dos encinas tienen cada una un tronco de mediano grosor -2´5 metros de perímetro-, una altura cercana a los 16 metros y dan sombra a una superficie que ronda los 400 metros cuadrados. Las observaremos como un solo elemento, pues sus ramas están mezcladas en muchos puntos y no se pueden aislar las copas de una y otra. Llevan aquí en torno a cien años y son, con mucha probabilidad, supervivientes de un paisaje poblado por gran cantidad de encinas, cuyas tierras están roturadas y cultivadas casi en su totalidad ahora.
Están en una propiedad privada, perfectamente accesible y muy cerca de la carretera CR-3155; como se ha dicho, muy cerca también del cruce con la N-430. Están bien conservadas en general, aunque la más alejada del cruce tiene algunas ramas secas.
Romería a la Virgen de Sotuélamos
El acceso para visitar estos árboles es muy bueno para todo tipo de vehículos, incluidos autobuses, aunque habremos de tener cuidado al cruzar las carreteras, sobre todo la N-430, en curva y con mucho tráfico. El día 1 de Mayo se hace una Romería a la Virgen de Sotuélamos, desplazándose a la pedanía mucha gente de El Bonillo y de Munera; existe la tradición de que llevando a la Virgen a hombros, los anderos crucen el río Sotuélamos, el cual genralmente lleva un caudal escaso, aunque también puede ocurrir que lleve mucha agua y los voluntarios porteadores se mojen hasta la cintura o más arriba aún.
Los muchos atractivos de este paraje se pueden apreciar únicamente a pie, pues las fuentes de agua, los arroyos, e incluso el propio río Sótuélamos, no son de grandes dimensiones y hay que observarlos de cerca. Los árboles sí son, muchos de ellos, de gran volumen, como algunas encinas; o de considerable altura, como los álamos negros de la vega situada en la conjunción de los dos arroyos.
Merece la pena visitar estas dos encinas y todo su entorno. Hay mucho que ver y lo apreciaremos mejor a pie, dedicándole al menos una mañana –mejor aún un día-. Recomendable hacerlo en primavera o principios del verano, pues hay más probabilidades de que los arroyos y fuentes lleven buen caudal de agua y observaremos con hoja todos los árboles que la pierden en invierno.