Noemí Velasco/Daimel
El cambio vertiginoso de modas, la fugacidad de productos en el mercado y la interconexión global hacen que hoy en día las empresas aparezcan y se esfumen en apenas meses, y que la supervivencia durante décadas sea todo un acontecimiento. Situada en los aledaños de la Plaza de España de Daimiel, Tejidos Peña es uno de esos pequeños comercios que han perdurado en el tiempo, uno de los pocos que ha superado crisis económicas y también guerras, el mismo que estimula el recuerdo con sus baldosas y estanterías del año ‘catapúm’ entre sábanas, toallas, cortinas y sobre todo tela ‘morada’ para surtir a la inmensa Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Los daimieleños Manuel y Luis Peña son los responsables de que esta ‘tiendecita’ de textil cumpla más de ciento veinte años.
Perteneciente a la cuarta generación que dirige la tienda, Manuel explica que Tejidos Peña surgió como negocio familiar a finales del siglo XIX, cuando Melquiades Cano, “el tío de mi abuelo”, y después su mismo abuelo, bajaron desde el mismo Bilbao a tierras manchegas para echar raíces. Mucho han cambiado los tiempos desde entonces: “la gente ya no pide uno o dos metros de tela para coser calzoncillos”, comenta Manuel, aunque aún son referencia en la compra de los típicos productos de la ‘dote’, sábanas, toallas y demás ropa de hogar, como lo fueron durante la Dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República.
Facturas de principios de los años veinte escriben la historia de Tejidos Peña, donde los vecinos conseguían “un metro de tela por una peseta”, pues por algo este negocio durante muchos años fue conocido como “la tienda de los pobres”. Manuel Peña cuenta que su abuelo y sus padres ayudaron “a mucha gente” en las épocas más difíciles, de manera que “daban género fiado, que los vecinos pagaban a plazos, y así podían hacer sus canastas para los casamientos”. Además, como curiosidad, el tendero indica que durante la Guerra Civil española “los dos bandos se aprovecharon de los productos de la tienda”, un momento en el que estuvieron al límite, “pues no había dinero y casi todo funcionaba mediante intercambios”.
El suelo y algunas estanterías de los primeros años todavía perduran en esta tienda que conserva su estructura original, sin cajas registradoras, sin tecnología y, por supuesto, “sin presencia digital porque quitaría el encanto”. Ahora bien, lo más importante que conserva son “los buenos precios y los buenos productos”, además de la unión familiar, pues frente a las habituales escisiones en empresas derivadas de las disputas entre parientes, la tienda daimieleña ha conseguido mantener el enlace de sangre durante generaciones, en los últimos 30 años con Luis y Manuel como primos hermanos. Ahora combinan la venta del producto tradicional con el más innovador en el ámbito de la ropa de hogar, y además distribuyen la tela de las túnicas de ‘los moraos’, “una de las cofradías de Semana Santa más grandes de España”.
Los años del ‘boom’ de la construcción fueron los mejores para Tejidos Peña, local que conseguía aglutinar a media familia en Navidad para ayudar a empaquetar regalos. “En estos años, la gente no escatimaba, vendíamos albornoces de 60 euros y no vendíamos otros más caros porque no había”, recuerda Manuel, que sin embargo reconoce que los últimos años han sido muy complicados de superar. La crisis económica no vino sola y a la reducción de ventas contribuyeron también las grandes superficies, Internet y una dificultad cada vez mayor para encontrar producto nacional debido al “auténtico desastre” que han sufrido las fábricas de textil en España. Pese a sus esfuerzos, Manuel Peña reconoce que la distribución de producto de importación cada vez es más inevitable, “artículos que no dan más calidad, pero que son más baratos”, pero se resisten y todavía compran ropa de hogar a algunas empresas de Malagón y Valdepeñas.
Para Manuel y Luis Peña el secreto de haber llegado al centenario ha sido “trabajar con honradez, nunca deber a los proveedores, ser fieles a la ropa de hogar” y, sin duda, haber quedado en la retina de todos los habitantes de Daimiel por su trato “amable y directo”, motivo por el que el paso por Tejidos Peña es una cita indiscutible para todo vecino que vuelve a sus orígenes en busca de anécdotas y añoranzas.