La esquila de los rebaños suele realizarse en primavera y se trata del rapado del pelo de las ovejas cerca de la piel y sin producir recortes (caídas). Es la definición del esquile denominado como lana de tijera en el ‘Manual de usos de la lana en España’, editado por la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur).
Se trata de un oficio ancestral, necesario para el bienestar de las cabañas ovinas, actualmente realizado con máquinas eléctricas, en su mayoría por parte de mano de obra experta de origen extranjero, ante la práctica ausencia de esquiladores nacionales.
Es el caso de Ciudad Real, como provincia de tradición ganadera, donde varias cuadrillas de esquiladores trabajan en explotaciones de distintos municipios desde el pasado marzo.
Una de las empresas más activas es la de José Rivero Cendrero, un empresario agrícola que lleva 12 años al frente de ‘Esquiladores centro y sur SL’, y que se encarga del rapado de alrededor de un millón de cabezas de explotaciones de Portugal, Extremadura y, principalmente, Castilla-La Mancha. En plena campaña, sus previsiones para la temporada apuntan a una bajada de animales que atender por parte de los 93 esquiladores uruguayos que ha contratado.
Serán unas 250.000 en el territorio ciudarrealeño y cerca de 800.000 en la región de razas como la Manchega (principalmente), Merina, Lacaune o Assaf.
Desde la finca ‘Los Chapis’ de Argamasilla de Calatrava (cuenta con 3.300 cabezas de leche, entre corderas y madres adultas), Rivero, junto a cinco expertos ‘peluqueros’ de una de sus cuadrillas, habla del escenario del esquilado y la lana, que no es otro que el derivado de la caída de la actividad del sector ganadero, más lastrado aún este año por los efectos de la viruela ovina y la sequía.
La enfermedad ha supuesto en la región el sacrificio de más de 40.000 animales -entre los focos de Cuenca y Alcázar de San Juan-, y está limitando la actividad del esquilado por el “miedo de la gente” a la hora de recibir la visita de los habilidosos ‘barberos’ de ovino. Incluso hay titulares de fincas que “se han comprado maquinaria” para realizar de su propia mano el pelado del ganado.
Pretenden, así, evitar más costes producción.
En todos los casos, es necesario cumplir el exhaustivo protocolo de limpieza y desinfección para evitar contagios, sumado al refuerzo de otras medidas de bioseguridad y vigilancia que han de seguir las explotaciones.
Los trabajadores de Rivero siguen a rajatabla las instrucciones de entrada a las granjas y manejo de las cabañas, como es el caso de Mauricio y Alexi, que demuestran una gran habilidad a la hora de obtener los vellones de una oveja con la máquina en una mano, y la inmovilización de las patas del animal con la otra.
La tarea dura menos de dos minutos (la merina 30 segundos más) y entre cinco esquiladores pueden llegar a pelar a más de un millar de ovejas en una jornada.
Procedentes de la ciudad de Salto, al noroeste del país sudamericano, aseguran que es un trabajo rentable, que aprenden en escuelas especializadas desde jóvenes. Es una profesión que necesita sobre todo práctica, como la que realizan a lo largo de todo el año en España, Chile y en su propio país.
“No paramos”, señalan de manera tímida cuando explican que recorren durante tres meses territorios de Extremadura, Portugal y Castilla-La Mancha.
Aseguran que más que esfuerzo, el esquilado es destreza, como cualquier otra labor realizada con las manos. El trabajo en cuadrilla y los numerosos cambios de localidad y explotaciones favorecen, indican, que las jornadas no resulten tediosas y se note menos el cansancio.
Son trabajadores que a lo largo de los tres meses de campaña recibirán el salario que contempla el convenio del sector, además de alojamiento, la maquinaría y las furgonetas donde se desplazan.
Rivero se queja de las exigencias y “trabas” que tienen que superar los contratantes como él para “traer a gente de fuera a trabajar”. “Cada vez es más difícil”, lamenta, “y no se dan cuenta que en mi caso son 93 altas a la Seguridad Social”. Por ello, pide facilidades “a la hora de tramitar los papeles”.
El bienestar del esquilado
El empresario agrícola recuerda la importancia del pelado en el ganado ovino, para prevenir enfermedades, favorecer el potencial lechero de las madres y aliviar el calor ante las altas temperaturas del verano.
Comenta la importancia de un rapado bien hecho, para obtener un subproducto de calidad, aunque este año, subraya, el mercado de la lana está desactivado. “No tiene valor porque nadie la quiere”.
Sin beneficios por la lana
Es un extremo que también confirman José Carlos Prieto y Ramón Prieto, los dos primos de la segunda generación de propietarios de la finca Prieto Luna, S.C., conocida como ‘Los Chapis’. Señalan que este año no tendrán ingresos por la lana tras el esquilado de sus ovejas Lacaune, realizado la pasada semana.
La lana obtenida no será envasada en sacas, dado que será gestionada “como un residuo, a través de los contenedores de cadáveres”, apunta el gestor que asesora la finca, César Delgado. Por tanto, ha dejado de ser una línea de beneficios -aunque fuera secundaria- para ésta y otras explotaciones. Hasta ahora, el kilo de lana se vendía a 65 céntimos, que suponía cubrir el 50% del coste del esquile, oscilado entre los 1,10 y 1,15, euros.
Más de dos millones de animales esquilados
Castilla-La Mancha fue la segunda comunidad en 2021, tras Extremadura, en número de animales esquilados, con algo más de dos millones de cabezas, el 16,6% de los 12,1 millones rapados en España.
Ciudad Real representó el 39,2% de la cifra regional, con 794.822 animales, la primera provincia en esa actividad, seguida muy de lejos por Albacete, con 399.158, Toledo, con 344.191, y Cuenca, con 312.785. Guadalajara registró 173.793 cabezas esquiladas.
Así lo recoge un análisis del Ministerio de Agricultura (el último publicado), que especifica la proporción de las cabañas en función de su raza, con la mayoritaria entrefina blanca -674.403 animales en la provincia de Ciudad Real- y los 118.184 que dieron lana fina blanca. Los animales con vellones negros fueron 2.205.
En total, registraron 3.282 toneladas en la región, 1.154 t en Ciudad Real, de ellas 843 t de lana blanca entrefina, 307 t de fina, y 15 de lana negra.
Actividad insostenible
Los primos Prieto comentan su amor por el campo y la finca donde han criado, pero, de adultos -alrededor de la treintena- advierten de la deriva de la actividad ganadera, que es “casi insostenible” por las alzas de los costes de producción y las caídas de precios de los borregos, una de sus principales fuentes de ingresos, “cada vez más baratos”.
La canal de los corderos (100 kilos) de 12 y 16 kilos registró una media de 735,23 euros a su entrada al matadero en la semana del 17 al 23 de abril, según los precios medios del Ministerio de Agricultura (MAPA).
El conocimiento del oficio y la titularidad familiar los hace “seguir tirando adelante”, aunque hayan tenido que renunciar a la subvención de 100.000 euros que tenían aprobada para realizar una nueva nave y una sala de ordeño.
Las cuentas no salen, ante la pérdida del 90% del cultivo propio de forrajes para su cabaña, y se han visto obligados a ajustar los gastos a las nuevas necesidades de compra de alimentación y también para mantener, al menos, los salarios. Recuerdan que la ganadería precisa una atención 24 horas de cada uno de los 364 días del año.
“Es complicado y nos da miedo el año que viene”, sostienen en declaraciones a este medio, mientras cinco trabajadores uruguayos esquilan a sus ovejas.
El único factor positivo es el precio de la leche, que, tras varios años de crisis y aumento de costes, “está un poco más alto y es lo que nos hace poder tirar para adelante”.
La inversión prevista hubiera supuesto la ampliación del 33% de la capacidad de la finca argamasillera para las 2.100 hembras adultas y el más de millar de corderas que reúnen, según el asesor de la finca. El análisis es negativo, y según César Delgado, está sobre la mesa el envío de 500 animales al matadero para solventar los gastos casi millonarios en alimentación (en 2022 supusieron más de 800.000 euros). También está pendiente la revisión de la producción de la lactación per cápita.
Las ovejas tendrán que producir 320 litros de leche en 150 días, frente a los entre 200 y 250 que estaban marcados hasta ahora.
Tampoco descartan contratar préstamos por 200.000 euros para adquirir alfalfa, muy escasa en el mercado del forraje.
“Ya no hay capacidad para asumir más pérdidas”, advierte Delgado.