Las nubes dieron finalmente tregua y los colores de las túnicas de todas las Cofradías lucieron junto al Resucitado, la talla de Jesús atleta y poderoso que creó Donaire rodeado de romanos deslumbrados, abatidos y queriendo escapar de su asombro.
La inquietud e incertidumbre por la constante amenaza de lluvia fue una constante durante esta Semana de Pasión y ni el presidente de la Asociación de Cofradías, Emilio Martín, ni el tesorero, Jesús Melero, recuerdan una Semana Santa tan truncada por el agua.
“Si hace frío, sales, el viento, desluce, pero ante la lluvia no puedes hacer nada”, agregó Rafael Cantero, cofrade de varias Hermandades, que indicó que parecía que, al caer la Semana Santa más tarde, se iban a evitar las nubes. No fue así, sin que la suspensión de los desfiles supusiera un ahorro en gastos en aspectos como candelería o flores, comentó Cantero, aunque es la ilusión de los cofrades, que trabajan durante todo el año para desfilar con sus imágenes, la más afectada y por eso las caras de “llanto, lágrimas y contrariedad” en los templos y Guardapasos.
Además, está la duda y estrés de si se sale o no, si se calma el cielo o vuelve a llover, y el acuerdo al que deben llegar las Hermandades, apuntó Melero, que indicó que el agua acortó las expresiones de Pasión de esta Semana Santa, lo cual generó “tristeza y desolación”.
Lo más positivo ha sido el cariño de los ciudarrealeños que, pese a la lluvia, acudieron a esperar la salida de las procesiones y “arropar” a los cofrades, resaltó Martín, que apreció un mayor número de hermanos de todas las Cofradías participando ayer en el desfile de la Resurrección.
El Escuadrón de Lanceros de Caballería Virgen del Prado abrió la procesión seguido de las túnicas de las distintas Hermandades, cuyo paso alentaron los ritmos de la Banda de Cornetas y Tambores de la Santa Cena. La Hermandad del Silencio fue la encargada de conducir los pasos del Resucitado, acompañado de las marchas emotivas y triunfales de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Prado-La Pasión, y de la Virgen de la Alegría, cuyo avance animó la Agrupación Musical de Ciudad Real. Los ciudarrealeños pudieron apreciar la restauración de la imagen de la Virgen por su autor, Jesús Méndez Lastrucci, y el regocijo por la Resurección alcanzó su punto máximo cuando, tras el recorrido, el paso de María Santísima llegó de nuevo a las puertas de la catedral donde le esperaba el Resucitado, lo que encendió la mecha de la festiva traca preparada en la plaza de la Merced.
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