Se siente feliz el campeón del mundo. Pero la vida sigue y esta mañana, Cipri ya estaba a primerísima hora en el horno familiar que regenta, junto a su mujer Alicia. Ella fue testigo de privilegio de la gesta de su esposo en Málaga. Han pasado poco más de 24 horas y todavía no lo ha procesado del todo.
-¿Pensaba que podía conseguir la medalla de oro?
-Siendo sincero, no. Poco antes de la carrera algún compañero me animó diciéndome que podía estar en la lucha por las medallas y yo también lo pensaba. Pero una cosa es la lucha por las medallas y otra es ganar.
-Además la carrera no fue de las características en las que se desenvuelve mejor…
-Fue una carrera muy lenta. En el primer mil todo el mundo iba muy cómodo y a mi gustan que más rápidas, con ritmo, para ir eliminando atletas. De todos modos, los últimos cuatrocientos metros fueron a muerte, a 1,06, que son palabras mayores en esto del atletismo. Cuando me ví en cabeza los últimos 50 metros tuve cabeza para no meter una última marcha y que se bloquearan las piernas.
-¿Qué sintió cuando cruzó la línea de meta?
-No me creía que había ganado. Era una felicidad enorme, te acuerdas del esfuerzo de tantos años que supone disfrutar un momento así, porque a mí nadie me ha regalado nada. Cuando crucé la meta abrí los dos brazos, que no es el gesto que yo suelo hacer cuando hago una carrera.
-Curiosamente se ha coronado en el 1.500, una distancia que se le daba algo peor que el 800, ¿cómo se explica esto?
-Es cierto que siempre he conseguido mejores puestos en el 800 que en el 1.500. Mi hija Alicia me llamó para darme ánimos y yo le dije que a lo mejor era el 1.500 el que nos daba hoy lo que antes nos había negado. Las tres carreras del ochocientos del fin de semana anterior me proporcionaron una buena base para el 1.500 y lo supe aprovechar.
-¿Temía algún rival en especial?
-Los que más respeto me imponían eran los que tenían mejor marca que yo. Tenía muy claro que todos los que tenían una marca inferior quedarían detrás porque tenía muy buenas sensaciones de forma. Gente que estuvo arriba en el 800 como Bonetti y Calder también tenían muchas opciones aquí. En ningún momento me sentía favorito, pero también tenía claro que podía dar guerra porque me veía con fuerza. Han sido cinco carreras muy dura sen ocho días, y con el trabajo de por medio, pero el esfuerzo ha merecido la pena.
-Cuando afronte nuevas competiciones, usted irá con el pedigrí de campeón del mundo y la historia será diferente ¿no cree?
-Probablemente, pero yo en las grandes competiciones no suelo ponerme nervioso y eso me da ventaja. Curiosamente, si acudo a una carrera popular voy más presionado, porque habrá gente que quiera ganarte y uno no puede ir a tope en todas la carreras. Hay que cuidarse y preparar con cabeza las competiciones importantes. Al margen de los triunfos que pueda conseguir lo que me gustaría es que mi carrera deportiva se dilatara el mayor tiempo posible.
-¿A quién ha dedicado este gran logro?
-A mi familia, empezando por mis padres, que ya no están, mi mujer y mis hijas. A ellas tres se lo debo todo y lo que he conseguido es gracias a ellas. Tengo que agradecer las felicitaciones y las innumerables muestras de cariño que estoy recibiendo de las gentes del atletismo donde también hay gente a la que quiero y aprecio. Cuando terminó la carrera estábamos con dos teléfonos a la vez y no llegábamos a tiempo.
-¿Cómo lo celebró?
– Con una comida tranquila en la playa junto a mi mujer. De una manera relajada, saboreando el momento. Hay que tener en cuenta que en el atletismo todo se puede venir abajo por uan caída, un tropezón, alguien que se te cruza en el peor momento…ganar es muy difícil.
-¿Correrá la próxima 10K en Tomelloso?
-No lo sé. Esta semana voy a realizar entrenamientos de recuperación y a la siguiente ya iré elevando el nivel de los entrenos. A medida que se vaya acercando la fecha tomaré una decisión.
