Con dirección de Candi Castellanos, Moral Teatro, puso en escena la adaptación de “María Fernández”, de Pedro Muñoz Seca y Pedro Pérez-Fernández. “Un divertimento en tres actos”, como señalaban los autores que es una comedia de enredo y malos entendidos en la que —según dice el programa de mano— “se suceden continuos juegos de palabras” y dichos populares, sobre todo de Tomelloso, para mayor regocijo del respetable. El libreto, a pesar del humor —o, seguramente a través de él, dado que es una poderosa arma— critica los actos movidos por el interés pecuniario y alaba los corazones animados por el amor.
A este periodista el patio de butacas le recordó por momentos “Cinema Paradiso”, la genial película de Tornatore. El público reía a carcajadas, había niños que paseaban por los pasillos, gente que cuchicheaba y comentaba las escenas… Abandonamos nuestro estiramiento y nos dejamos llevar por la algarabía del respetable, que es soberano y paga su localidad. Además, los espectadores tenían ganas de divertirse y Moral Teatro no escatimó esfuerzos para que así fuera.
Se trata, como decimos de una comedia de enredo. La sirvienta de una pensión, Brígida, interpretada por María Isabel López Ortega, no es quien dice ser. Finge su situación porque ama al propietario de la fonda, Gonzalo (Esther Montañés). Los alojados saben que una mujer rica, María Fernández, quiere entrar a trabajar en la pensión. Luis, Ana Belén Lozano, y Juan, Mari Carmen Moreno, establecen un acuerdo para que el primero de ellos se case con la millonaria y el segundo se lleve una comisión. Una desconfiada huésped, Inés (Ana Isabel Villata), intenta poner el punto de cordura.
María y Paco, dos tomelloseros (apellidados casualmente Fernández) llegan buscando suerte a Madrid y recalan en la pensión de don Gonzalo. Se desatarán un sinfín de líos y malos entendidos de los que intentarán salir airosos con la ayuda de un misterioso personaje, don Diego, a quien da vida Candi Castellanos. También visitan la fonda dos paisanas, Justiniana, Carmen Olmedo, y Filomena, Lola Ruiz.
Rosa Sáez da vida a María. Sobre ella recae el peso de la obra, su desparpajo y naturalidad hacen que el público ría lo que no esta escrito. Sus evoluciones por el escenario son celebradas por el respetable. De Paco hace Trini-López Ortega, que da bien la réplica a su hermana en la ficción. La obra acaba con los personajes bailando un chotis y el público aplaudiendo entre risas y bravos.