El periodista no pudo asistir al estreno de la obra, de ahí la suposición de que “Grumitos de cacao” gustase al público. Pero tuve la gran suerte de asistir al ensayo general. Antes de que la directora gritase, “¡Empezamos!”, el Teatro Municipal era, como diría Pla, un verdadero Cafarnaúm. Se ajustan las luces, se revisan los últimos arreglos, los actores emiten extraños sonidos para calentar la voz y la directora no para de dar órdenes. Las fotos que ilustran la crónica se deben al buen hacer del personal del Teatro Municipal, concretamente a Rafael Pérez.
Y Andy, a quien da vida Franz Gómez, sale a escena, declamando un monólogo, devastador, en el que califica a la vida como la más adictiva de las drogas. En esa primera escena, Gómez deja claro que va a llevar el peso de la obra, ¡y cómo! Aparece una joven con acento extranjero, Cintia, que es Rosa María Jiménez Gallardo, a la que invita a un Colacao.
Un flashback nos lleva al 2008. El programa de mano adelanta que la comedia “nos hacer ver como pensábamos en aquel año”. Andy regresa del entierro de su abuelo, el tipo es un malote. Está separado, tiene una hija y echa venablos por la boca; relata su vida al respetable, su padre era un yonki, su madre una prostituta, él es de Madrid y mala persona y su abuelo se lo trajo al pueblo.
Tiene las cenizas del abuelo en un bote de cacao, lo que hace que durante la función se den momentos rocambolescos. Cinco años después, Lisa (Rosa María Gallardo), decide despedirse para siempre de Andy. Ambos tienen una hija en común que cumple años ese mismo día. Los dos personajes establecen un dialogo cargado de reproches, un magnifico duelo interpretativo entre ambos autores que al periodista le recuerda la canción “The river”, de Springsteen. Los dos están brillantes. A pesar de que, como digo, el peso de la obra recaiga sobre Gómez, Gallardo no le va a la zaga.
Sobre un escenario sencillo pero efectivo, “Grumitos de cacao” nos hace preguntarnos si se puede cambiar. Si, como dice Andy “podemos pasar de ser del Madrid a que nos guste el Barça”. El final cierra el círculo de una historia muy actual que, durante hora y media, hace que el público se emocione y ría con el soberbio montaje de Pan Pa’ Hoy.
La XXVII Muestra Local de Teatro de Tomelloso ha echado a andar y lo ha hecho por todo lo alto.