La 30 Muestra Local de Teatro José María Arcos alzaba ayer el telón —textualmente— con la función “Sin chispa y sin sal”, de Tomillo’s Teatro. Un vodevil de equívocos, una comedia de celos y enredos escrita por Lázaro Mártinez Lara, que divirtió al numeroso público que acudió al Marcelo Grande (la platea estaba prácticamente llena). La compañía tuvo que saludar varias veces ante los aplausos del respetable.
Todavía con el telón sin levantar, Lázaro Martínez, director del montaje junto a Felipe Fuentes y alma máter del grupo Tomillo’s, fue el encargado de proclamar el comienzo de la Muestra Local de Teatro. Apuntó Martínez que la compañía había preparado con mucha ilusión “Sin chispa y sin sal” y recalcó lo que el periodista cree que no podemos perder de vista, que todos son “teatreros” aficionados.
Como señalamos, “Sin chispa y sin sal” es una comedia de enredo que transcurre en cinco actos o escenas. A Natalia, una proba madre de familia, a quien da vida María Ángeles Villaescusa, se le aparece el demonio vestido de negro y con voz ronca (José Luis de la Calle). Ha venido a tentarla, no a tocarla, y le propone dar más aliciente a su vida a cambio de un trozo de alma. Lucifer quiere cambiar la monótona vida de la señora, quiere que sea traviesa y le propone darle celos al marido.
Arturo es el marido, Felipe Fuentes, al que nadie deja leer el periódico, no aprecia la belleza de su mujer después de tanto tiempo. Es un malaje que dispara chistes machistas a todo lo que se mueve. Tienen una hija, Amparito, de quien hace Laura Cano, que se queja de que los hombres “son unos cerdos”. Una circunstancia que confirman Arturo y Jorge, el novio de la niña y ginecólogo a la sazón, hablando de lunares y de tópicos.
La cosa se enreda un poco más cuando aparece Rodolfo (Cirilo Castro), un amigo de Arturo desde la infancia, desenfadado y algo jeta. Le advierte de que hay muchos que no valoran lo que tiene en casa, pero Arturo recalca que el no es celoso. Natalia y Rodolfo hacen un pacto para darle celos a su marido, el amigo advierte que la cosa puede acabar mal.
Por si faltaba algo, Piluca, Conchi Araque, una amiga de Natalia le tira los tejos a Arturo y, encima, otra amiga, Vera, a quien da vida Conchi Benito le cuenta chismes intentado darle celos. Hasta la hija y el propio diablo quieren que Arturo se llene de ese monstruo de los ojos verdes, que diría Shakespeare. Con todos esos mimbres la obra acaba bien, porque como advierte Arturo “lo importante es no perder la cabeza aunque el diablo esté cerca”.
El público, que es soberano, se divirtió de lo lindo y rio y aplaudió los sketchs y chistes de “Sin chispa y sin sal”, a pesar de que eran algo obsoletos, siempre a juicio de este cronista. Gran trabajo el de los actores, muy creíbles y honestos en sus interpretaciones, muy dignas y del agrado del respetable que aplaudió en muchos cambios y salidas de escena.
Una gran ovación premió a Tomillo’s por la puesta en escena de “Sin chispa y sin sal”.