La tradición que iniciara en 1223, San Francisco de Asís, se cuida con mimo y máximo respeto en este emblemático lugar de la ciudad. Este año ocupa un espacio algo más reducido en el patio de luces de la residencia, unos ocho metros cuadrados, pero mantiene ese exquisito gusto en su elaboración que lo hace tan especial, respetando escrupulosamente todos los momentos de la Natividad desde la Anunciación a la Adoración de los Pastores y Reyes Magos, pasando por la huida a Egipto o la Matanza de los Inocentes.
Sor Sagrario atiende amablemente a los periodistas de Lanza, que cada Navidad elaboran un reportaje de este hermoso belén. “Este año lo hemos puesto algo más reducido por falta de tiempo, pero siempre lo hacemos con mucha ilusión. El centro del belén es Jesús que está con sus padres y viene a salvarnos. Reflejamos también la Anunciación y lo rápido que acudieron los pastores a esa llamada divina que les decía que había nacido El Salvador. Para nosotros la Navidad es precisamente eso, la alegría de saber de que el Señor viene a salvarnos”, explica.
La Hermana, que tendrá que atender varias veces el teléfono durante la entrevista, asegura que en el belén aparecen los niños y los enfermos “que eran los predilectos de Jesús” y refleja los aspectos esenciales de la Natividad como el Misterio, la huida a Egipto y otros momentos de la vida de Jesús, como cuando trabajaba de carpintero con su padre.
Sor Sagrario considera que es bueno dar un toque nuevo cada año al belén. “A primeros de diciembre ya vino gente a verlo, pero no estuvo listo hasta el día de la Inmaculada. Lo tendremos abierto hasta después de Reyes”.
El belén está elaborado este año con figuras más pequeñas, algunas de ellas se mueven y se utilizan muchos elementos naturales en su elaboración como musgo, tierra, corteza alcornoque que componen un bellísimo diorama. Llama la atención el majestuoso castillo de Herodes, un molino que se ubica en su parte más alta y otras casas que albergan distintos oficios como carpinteros, alfareros, leñadores, pastores, cuidadoras de gallinas, tenderos, comerciantes…Estaríamos contemplando el belén horas y horas y no nos cansaríamos. Al fin y al cabo, armar un buen belén también tiene mucho de arte, y el de esta residencia lo tiene a borbotones.
