En la víspera de San Antón, patrón de los animales, Lanza ha entrevistado a la máxima responsable de la asociación Galgos de la Mancha, Ainhoa Mendoza. Parodójicamente, y a pesar de la evidente necesidad, no había en Castilla-La Mancha ninguna asociación de galgos y sí en otras comunidades como el País Vasco, Madrid o Cataluña donde surgieron por el tema de los canódromos. Cuando Ainhoa y sus compañeros de viaje en este proyecto se pusieron manos a la obra lo hicieron con un objetivo muy claro: que el galgo sea visto también como un animal de compañía. La asociación gestiona un refugio en Tomelloso con recursos propios que ya se les ha quedado pequeño.
“Después de las campañas que se han ido haciendo, las noticias en medios de comunicación denunciando el maltrato que sufren, la figura del galgo se ha revalorizado mucho últimamente. En países como Alemania, Inglaterra o Estados Unidos han adoptado muchos porque está muy cotizado”, explica la presidenta de Galgos de la Mancha. “Tenemos galgos, pero recogemos también perros de otras razas, como podencos o mastines que tienen el mismo problema, pero tienen muchas menos peticiones de adopción”.
Mendoza tiene claro que el problema estriba en un proceso de cría que no está regulado. “Se creía mucho y al final se tienen que desechar muchos. De cada camada, a lo mejor el cazador se queda con uno. La vida útil de un galgo para correr bien se sitúa entre dos o tres años. No pretendemos meter en el mismo saco a todos los cazadores, porque hay quienes actúan con sentido común. Ni mucho menos queremos tener una guerra contra ellos. Pero en líneas generales es un problema que tenemos ahí y el mismo sector de la caza debería ser el primero en poner encima de la mesa una serie de medidas”.
Asegura Ainhoa que los abandonos son muchos “porque en las estadísticas del Seprona solo aparecen los casos que vienen precedidos de una denuncia formal por abandono, pero no todo el mundo denuncia. Las leyes que hay en nuestra región sobre protección están a la cola del resto. Entiendo que con los problemas que tiene la sociedad actual relacionados con la sanidad, la educación o el empleo, y los políticos establecen sus prioridades, esto lo tenemos claro. Pero esto no implica que se tenga que olvidar la parcela de la protección de animales”.
Pone como ejemplo el albergue de animales de Tomelloso “que está obsoleto y necesita unas mejoras evidentes. Como es poco lo que se invierte, somos las asociaciones las que suplimos esa carencia con mucho voluntariado y los fondos que podemos conseguir, pero no podemos dar respuesta a este problema de abandono que es masivo, sobre todo de galgos. Nosotros no tenemos recursos suficientes para organizar la adopción en países extranjeros como si hacen otras asociaciones”.
“El galgo es un animal noble, que necesita correr y dar sus paseos, pero que puede estar perfectamente en un piso o una casa. Se están empezando a ver muchos en sitios como Cataluña o Valencia, pero se tienen que ver más en Castilla-La Mancha”.
Los galgos son utilizados también en carreras, “su tragedia es la utilidad que tienen, y afortunadamente ya dejamos atrás los tristes episodios de ahorcamientos de galgos que se desechaban. Son más apreciadas las galgas porque corren más. Cuando termina la temporada de caza, empieza el celo y la temporada de las camadas. Nos encontramos algunas hasta en contenedores” cuenta Mendoza.
La Asociación tiene acceso a las subvenciones que convoca Festejos, al igual que cualquier otro colectivo. “Normalmente, lo que recibimos está siempre lejos de los proyectos que presentamos, y como es lógico en una administración pública piden muchos requisitos. Pero necesitamos prácticamente una asesoría para presentar todo lo que nos piden. Así lo establecen las bases y hay que aceptarlo”.
Ainhoa cree que al albergue municipal “hay que darle más visibilidad, porque la gente mayor sabe dónde está, pero la gente joven no tanto. Nosotros propusimos varias ideas, pero no tuvieron mucha acogida y decidimos abrir nuestro refugio”.
Ainhoa Mendoza siente una gran alegría cuando ve galgos adoptados, “sobre todo por gente joven que los saca y los pasea, pero todavía hace falta mucha concienciación y sensibilización en Castilla-La Mancha para que el galgo se vea como un animal de compañía”.