Su actuación —con buena respuesta del público— se enmarca en la programación del Mes del Libro organizada por el Ayuntamiento de Tomelloso. La presentación corrió a cargo de Carmen Labrador, directora de la Biblioteca.
Antes de subir al escenario, Albo compartió unos minutos con Lanza, dejando claro que sus relatos, a pesar del título del espectáculo, van más allá del miedo, “son inquietantes. Las inquietudes tienen muchos trajes. Habrá mucha risa, pero también silencios muy íntimos”, adelantó.
Con 30 años de trayectoria a sus espaldas —una efeméride que celebra con orgullo—, Félix Albo asegura que puede decir literalmente que lleva tres décadas “viviendo del cuento”. Aunque a menudo se le confunda con los monologuistas, reivindica la diferencia, “nosotros contamos historias, ellos hacen humor desde el sketch. Hay un poco de lío, pero mientras nos llamen para trabajar…”
Su estilo se basa en la cercanía y en una tradición ancestral que él mantiene viva con su voz. Apunta que “desde la cueva, desde los abuelos de nuestros abuelos, se ha contado para celebrar que nos entendemos y que podemos soñar. Yo hago lo mismo, juntarnos para viajar solo con la palabra dicha”.
A pesar de no considerarse escritor (“tener un piano no te hace pianista”), ha publicado varios libros con sus propias historias, que escribe más como memoria que como aspiración editorial. Pero no le hace falta más: su obra se sostiene en la inmediatez del relato compartido.
Y frente a la paradoja de fomentar la lectura sin abrir un libro, lanza una reflexión brillante, “el cerebro funciona igual cuando escucha que cuando lee, por eso contar también es fomentar la lectura. En ambos casos, construimos imágenes, voces, rostros. La narración oral complementa la escrita”.
Inspirado por lo cotidiano, por las emociones comunes que nos hermanan, Félix Albo arrancó en Tomelloso risas, suspiros y ovaciones. Como él mismo dice, “desde Ulises andamos todos mareando las sirenas”.