Muchos recuerdos, sentimientos, experiencia, sabiduría, agradecimientos y, sobre todo, emociones se vivieron ayer lunes en el acto de homenaje a nueve profesores y maestros de Tomelloso que han alcanzado su merecida jubilación. Fueron más que otros años porque se homenajeaba a profesores de los dos últimos cursos en un entrañable acto que presidió la alcaldesa, Inmaculada Jiménez, acompañada de la concejala de Educación y presentadora del acto, Nazareth Rodrigo, y de los tenientes de alcalde, Francisco José Barato e Iván Rodrigo. Entre el público que acudió al auditorio López Torres fueron mayoría otros profesores, con presencia también de alumnos y familiares de los docentes reconocidos, así como los ediles del PP, José Márquez y Eloísa Perales. Todos los homenajeados recibieron como obsequio un trofeo con el escudo de Tomelloso.
“Mi más sincero reconocimiento a los profesores y maestros que hoy homenajeamos. Gracias a vosotros tenemos una sociedad mucho mejor. Sois referencias en nuestras vidas y vuelve a demostrarse que la educación es la mejor herramienta que poseemos para transformar el mundo”, dijo Inmaculada Jiménez que les agradeció su ingente trabajo en el curso que acaba de terminar marcado por las restricciones de la Covid-19.
“En la escuela se asientan los cimientos del individuo”
Mª Ángeles Cabañas tuvo como madrina a una ex alumna, Raquel Tinajo. “Un buen maestro nunca deja de serlo y ella supo despertar nuestro impulso creativo siempre desde la constancia y el buen hacer”. La profesora que impartió clases durante más de treinta años en el José María del Moral agradeció las muestras de cariño de los alumnos y contó cómo se fue enamorando de una profesión “de la que al principio renegué, pero es en la escuela donde se asientan los cimientos del individuo al que tenemos que transmitir no solo conocimientos sino también fantasía, ilusiones, emociones y creatividad”, señaló poco antes de desear que llegue el día en el que una sola Ley de Educación permanezca muchos años vigente, una idea en la que incidirían otros docentes en sus intervenciones.
“Si hemos sido capaces de iluminar un niño, démonos por satisfechos”
La siguiente maestra homenajeada es Mari Carmen Manzaneque, también del José María del Moral. Asegura su madrina, Nohemí Gómez-Pimpollo, que “es polvorilla” y tiene una concepción brillante de la educación ya que reconoce siempre lo colectivo por delante de lo personal “el Moral está siempre por delante”.
“Si hemos sido capaces de iluminar un niño, démonos por satisfechos”, proclamó la homenajeada. De sus 37 años de docencia, 31 ha estado en el Moral, el mejor lugar donde desarrollar su labor educativa. Un colegio, dijo, donde se trabaja con ilusión y el respeto, la igualdad y la aceptación han marcado ese colegio “eso me ha permitido trabajar por las personas”.
“En todos sus alumnos dejó huella”
Luis González, padrino de María Isabel Fernández, la definió como una maestra “estricta, pero muy amena. Una maestra que jugó un papel muy importante cuando los Padres Carmelitas se marcharon del Santo Tomás. En su trayectoria de cuarenta años como docente impartió clase a más de mil alumnos y en todos dejó huella”, dijo.
“Estoy convencida de que he cumplido con mis deberes de educadora. He transmitido conocimientos y valores en un colegio en el que antes que profesora fui alumna”. Fernández recordó a sus padres, hermanos, compañeros de trabajo y alumnos “que siempre nos dieron su cariño y enseñanzas continuadas” y agradeció al Ayuntamiento este acto de reconocimiento, “un bellísimo detalle que siempre permanecerá en mi recuerdo”.
“Si amas a los alumnos recibes más”
José Luis Morales aseguró orgulloso que ha aprendido de Ramón González Bellido, profesor de, Virgen de las Viñas, el espíritu de superación y el saber estar. Calificó al que fue su maestro de Educación Física como una buena persona, algo que no se aprende. Le pidió que no pierda nunca su sonrisa.
La “amorosidad”, una mezcla de amor y bondad, es la razón última para ser maestro y lo que Ramón González ha perseguido durante toda su vida y ha intentado compartir. Nunca ha suspendido a nadie, aseguró tajante durante su intervención, disfrutando de su trabajo y aprendiendo de sus alumnos “si los amas, recibes más”.
“En el Cervantes encontré una familia”
Ana Perales, madrina de la maestra del Cervantes, Teresa Gómez Caro, aseguró que “ha sido una gran maestra, luchadora, con gran capacidad para adaptarse a los cambios, muy profesional, pero ante todo me quedo con la persona”. Teresa manifestó muy emocionada haberse sentido querido y respetada en un colegio “donde mi marido y yo encontramos calor, cariño y acompañamiento. Supimos muy pronto que Tomelloso formaría siempre parte de nuestra vida”. Los aplausos se prolongaban en el auditorio con los testimonios de quienes han realizado una de las labores más difíciles y hermosas al mismo tiempo, la de enseñar.
“El secreto de este oficio es creer en los alumnos”
María Isabel Sánchez Gallardo fue la siguiente profesora homenajeada. Actuó como madrina de esta garante de la Formación Profesional Mercedes Santiago, quien primero leyó el texto de Laura y un grupo de alumnos de Isabel. De vez en cuando, “en estos meses que ya no estás en el instituto, me parecía oír tu voz en los pasillos” de un centro en el que “has dejado huella”. Mercedes Santiago, ya en palabra de ella misma, le dijo que puede estar satisfecha de la labor realizada, a pesar de la COVID. La calificó como profesional de raza y la invitó a que después de tantos obstáculos disfrute ahora de quienes la quieren.
Isabel Sánchez calificó de increíble su vida profesional, han sido 41 años dijo, en los que hemos pasado de la tiza a la clase online y por muchas leyes educativas. La profesora ha intentado poner durante este tiempo “mi granito de arena” para que la FP tenga el reconocimiento que merece. “El secreto de este oficio es creer en tus alumnos y convencerlos de que pueden conseguir lo que se propongan”, aseguró en otro pasaje de su intervención que cerró recordando lo duro que ha sido el último año, el de la pandemia.
“Teníamos que ir a las casas a convencer a los padres para que sus hijos estudiaran”
Jesús García Chicote apadrinaría a José Manuel Ruiz Gutiérrez, el eterno y apreciado profesor del García Pavón. “Un científico y humanista, una persona muy preparada y valiosa para la educación que se jubila recibiendo un premio”, dijo para ensalzar la trayectoria de un hombre que también se implicó en las reivindicaciones de Tomelloso y que defendió el valor de la injustamente denostada Formación Profesional. García Chicote finalizó su intervención con unos versos de Pessoa en un claro guiño a otra de las grandes aficiones de José Manuel Ruiz, la literatura. “Teníamos que ir a las casas para convencer a los padres para que sus hijos estudiaran”, señaló Ruiz antes de defender su idea de que un profesor “antes de aprobar o suspender tiene que enseñar a sus alumnos. El aprobado se lo dará después la vida como me dijo un día uno de mis maestros”. El profesor del Pavón reivindicó el papel activo de un educador después de su jubilación “en una sociedad donde cambian las leyes educativas y los moldes de aprendizaje”.
“He formado a mis alumnos lo mejor que he podido”
Rosalía Galera, la madrina del siguiente homenajeado, el eterno profesor de Lengua Española del Eladio Cabañero, Pedro Losa, manifestó que “enseñar es ayudar a otro a entender”. Pedro Losa, dijo, se lleva con él una parte del Eladio Cabañero y cada parte del instituto nos puede hablar de él. A Galera, ahora profesora en ese instituto y antes alumna de Losa, el profesor homenajeado le enseñó a amar y cuidar la mejor herramienta, la palabra.
Pedro Losa dio las gracias a sus compañeros del Eladio, su segunda familia. Y a sus alumnos, a los que “he ido formando lo mejor que he podido”. De ellos, confesó el profesor, “he aprendido y me han hecho mejorar como maestro”. Emocionado, Losa dio las gracias a sus padres y hermana y proclamó que era para él una enorme satisfacción alcanzar esta meta.
“Tuve la suerte de trabajar en lo que me gusta”
Manuel Piedra apadrinó al profesor de Historia del Eladio Cabañero, Francisco Javier Navarro. “Un profesor ejemplar, un referente, atento siempre, dispuesto siempre a aconsejarte, respetado por sus compañeros y alumnos, un hombre que tenía siempre una solución al problema que se planteaba y una respuesta amable para todo. De él tengo que destacar su compromiso, dedicación y ejemplo”, dijo. El profesor reconocido se mostró agradecido por “trabajar en lo que me gusta y apasiona y conocer a los mejores compañeros y alumnos. Ellos hicieron que ir cada día al Instituto a dar clase fuera un placer y un disfrute”.