Como siempre acude con puntualidad suiza a la céntrica cafetería en la que hemos quedado para realizar la entrevista. Son las diez de la mañana y la ciudad ya está en plena ebullición, notándose en el ambiente esa alegría que provoca la próximidad de la feria. Son muchos los ciudadanos que lo saludan, que se paran a comentarle cualquier cosa y él, con su carácter afable y la vitalidad que siempre le acompañan, responde a todos.
El Concurso de Catadores de Vino. En muchos pasajes de esta entrevista, José Luis Albiñana, realizará un buen ejercicio de memoria para precisar fechas, nombres y otros curiosos datos de la feria y si de algo no se acuerda recurre a la abundante documentación que ha preparado. “Empezamos con el Concurso de Catadores de Vino en el año 1971. Lo puse en marcha junto a Julián Carrasco. El primero , de carácter local, fue en La glorieta, que fue un gran error, porque a las doce de la mañana en pleno mes de agosto era complicado. En el 72 nos fuimos al casino, ya a nivel comarcal, y el tercer año fue de ámbito regional con 40 catadores. Años después aumentamos el cupo a 50 catadores”. Albiñana recuerda la meticulosa preparación de aquellos concursos. “Mandábamos el vino a la Enológica de Alcázar y ellos se encargaban de prepararlo todo a la perfección”.
Cientos de presentaciones. Pero la faceta de feria por la que más se conoce a José Luis Albiñana es la de presentador que, como explica, no le resultó precisamente fácil. “Presenté la Fiesta de las Letras de las bodas de plata y luego en el 95 volví a presentar el certamen literario y como metí un poquito en los escurridizos terrenos de la política, me dieron un poco de caña, sobre todo el mantenedor, que fue el rector de la Universidad de Castilla-La Mancha, Luis Arroyo. También presenté una Fiesta de la Vendimia en la que hice una exposición de la complicada situación de los agricultores por entonces y a algún concejal no le debió gustar porque luego no presenté la Fiesta de las Letras, tal y como estaba previsto al inicio”. Pequeños roces y contratiempos que cuenta con el humor y la distensión apropiados para episodios que ocurrieron hace mucho tiempo, sin reproches ni rencores a nadie.
Las pujas y el deporte. Albiñana puso voz también a la puja de la Virgen de las Viñas “al menos durante trece o catorce años”, recuerda y rápidamente se pasa al campo del deporte para evocar aquellos partidos del equipo de balonmano de la sección femenina que él mismo creó. “Eran partidos de balonmano a once que disputábamos en el campo de fútbol, con un buen equipo con el que luego no desplazaríamos a jugar a Córdoba”. Nuestro entrevistado también rememora episodios como jugador de baloncesto y los tres cursos en los que fue profesor de Educación Física en la sección de delegada del Instituto. “Lo tuve que dejar porque no lo podía compaginar con mi trabajo en la farmacia, la agencia efe y la sociedad general de autores”.
Unas ferias que vivía intensamente desde niño. Asegura José Luis Albiñana que las ferias de Tomelloso las vivió siempre intensamente. “Desde chiquitín, cuando mi madre me daba un real, disfrutaba mucho. Los puestos de turrón y de baratijas estaban en la calle de la feria y muchas veces regresaba con el real a mi casa, no gastaba nada. Años después íbamos a la explanada de las atracciones, donde un año mi buen amigo Andrés Naranjo y yo nos subimos al trenillo con una botella llena de meaos y cada vuelta que dábamos lanzábamos unos pocos. Al final, nos descalabraron a nosotros. Y cuando el famoso ciclón se nos hundió el circo encima a Manolo Osuna y a mí” (risas). José Luis, que es un imparable torrente de palabras, recuerdos y retazos de humor, alude también a la anécdota del toro que se escapó de la plaza o aquella terrible cogida de un torero en la femoral al que un médico, Germán Peinado, salvó la vida.
El tesoro de la Fiesta de las Letras. Amante del dato preciso y riguroso, José Luis Albiñana nos muestra un valioso banco de datos en el que aparecen curiosas informaciones sobre la feria. Los primeros Juegos Florales, origen de la Fiesta de las Letras, se celebraron en septiembre de 1944 y tras seis años sin fiesta la segunda llegó en 1951, celebrándose ya ininterrumpidamente hasta ahora, a excepción del año 1957 que tampoco hubo sin poder averiguar el motivo. Aquellos primeros Juegos Florales los iniciaron el padre carmelita, Pedro García; el concejal, Lorenzo Navarro; el abogado Nicolás Palacios y el que fuera promotor de teatro aficionado en Tomelloso, Ramón Casero. Después se incorporarían Francisco García Pavón y José Antonio Torres.En este valioso material que ha ido recopilando este polifacético tomellosero, enumera reinas, damas, mantenedores y autores premiados, recordando una brillante disertación de Antonio Gala “que transfiguró magistralmente los personajes del Quijote con los tomelloseros, fue de las cosas más grandes que yo he podido vivir” Recuerda también la llegada de Paco Umbral, muy amigo de García Pavón, Guillermo Sautier, Carlos Calatayud, Ricardo de la Cierva, Gerardo Diego, Carlos Murciano, Fernando Onega, Manuel Alcántara y otros muchos, “todos grandes oradores y escritores de primer nivel, ya fuera en poesía o narrativa”.
Albiñana tiene claro que “La Fiesta de las Letras fue pionera en actos culturales en las ferias y fiestas de los pueblos. La mejor prueba es que solicitaban entradas desde distintos puntos de la provincia y del país para asistir al certamen. Sin duda alguna la Fiesta de las Letras le ha dado categoría internacional a Tomelloso”. Asimismo, valora el esfuerzo que se hizo siendo alcalde Javier Lozano para mejorar el escenario, aunque a este mismo alcalde le reprocha aquella medida de suprimir las figuras de la Reina y Damas que luego recuperaría Ramón González con el nombre de madrinas.
El cambio de recinto ferial. José Luis Albiñana vivió como concejal el cambio de ubicación de la feria al actual recinto. “Aquello fue una decisión acertadísima. Lo hicimos en el 74, siendo alcalde Miguel Palacios Valero y hubo que llevar los servicios de luz, agua, alcantarillado y otros que los feriantes necesitaban. Se nombró una comisión en la que nombramos presidente a Juan Antonio López, cargo que luego ejercería Luis Perales. El primer año ya vinieron mucho más feriantes que antes, ya que en el antiguo recinto no cabían. El día que hacíamos la adjudicación de los puestos en el salón de sesiones, bajo plano y por metros cuadrados, acudía mucha gente. Entonces los feriantes pujaban por los puestos, entre otras cosas, porque en Tomelloso los feriantes se resarcían de las pérdidas que tenían en otros pueblos. Hubo un momento que tuvimos que limitar el número de chiringuitos porque era mucha la gente que venía”.
Grandes artistas. En sus tiempos de edil, Albiñana también participaría en el proceso de construcción de la pista de baile en el parque nuevo, el escenario, los servicios, los vestuarios y una portada de acceso a los camiones que traían los instrumentos de las orquestas. De las actuaciones de feria que se contrataron en aquellos años, Albiñana recuerda especialmente la de Rocío Jurado en la Plaza de España. “Aquello fue impresionante, con la plaza llena y también en las calles adyacentes. Rocío Jurado nos acompañaría después en la cena de La Glorieta; recuerdo también cuando vinieron Augusto Algueró y Carmen Sevilla. Algueró se tiró toda la siesta afinando el piano. Después trajimos a Manolo Escobar, José Luis Perales, Mari Carmen y sus muñecos, Susana Estrada, una joven Isabel Pantoja y otras primeras figuras de entonces”.
Una feria que se autofinanciaba. Todo aquello había que pagarlo, pero según explica José Luis Albiñana, “la feria de Tomelloso se autofinanciaba con los ingresos de los feriantes, o se nivelaban ingresos o gastos o incluso sobraba. Eran muchos puestos, carruseles y atracciones los que llegaban, y por tanto los ingresos eran cuantiosos. Del presupuesto se sacaba una pequeña cantidad que algunas veces no hacia ni falta. Las cenas tampoco costaban dinero al Ayuntamiento porque en el precio de menú se incluía una parte que sufragaba el menú de las personas que venían invitadas. Hubo cenas buenas y otras no tanto, la peor la de José Luis de Madrid, que era un restaurador muy famoso. Llegamos a juntar novecientas personas. Lo importante es que con las personalidades que venía siempre arrancábamos algo para Tomelloso”.
Concluye José Luis Albiñana que las Ferias de Tomelloso han sido “fantásticas, podemos presumir de grandes ferias. Había fines de semana en los que el ferial se ponía a reventar y los feriantes ganaban mucho dinero. Son ellos mismos los que ponen por las nubes a nuestra feria”. Acaba recordando otro episodio importante de la feria de Tomelloso y que pudo vivir en primera persona, la instauración del Día del Ausente. “Hicimos un requerimiento a los tomelloseros que tenían familiares fuera para que nos facilitaran las direcciones. Y recibimos ¡más de dos mil! Un año lo celebramos instalando unos grandes tinos de vino en Los Portales”.
