Los cofrades han ido saliendo por la puerta lateral de la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora con menos gente en las calles por el mal tiempo, pero no han sido pocos los tomelloseros que han desafiado las adversas condiciones meteorológicas y han presenciado la procesión refugiados en paraguas, en las jambas de las puertas o bajo los voladizos de los balcones.
Con esta procesión jamás se generan dudas con el tiempo; siempre sale. Como suele ser tradicional, antes de efectuar el recorrido los cofrades de la Penitencia de la Santa Cruz, ataviados con su túnica negra y capucha monacal, han compartido una oración comunitaria en el templo.
Los cofrades han ido avanzando por las calles del recorrido; Evaristo Espinosa, Independencia, Glorieta de María Cristina, Domecq, Carboneros, Carlos Morales y Doña Crisanta. Como la lluvia ha sido fuerte y constante, las alcantarillas no han dado abasto para tragar agua y se han formado algunos charcos en algunos tramos del recorrido Cuando los últimos cofrades han regresado a la Iglesia, eran poco más de las cuatro de la madrugada. El ritmo de la procesión ha sido más acelerado de lo habitual y también se ha notado una participación algo menor.
En una de las procesiones más singulares de la Semana Santa tomellosera el público que se ha congregado en las calles ha presenciado con gran respeto el paso de los cofrades. Debido a la fuerte lluvía que caía, mucha gente se ha quedado dentro de los coches para seguir desde ahí la procesión. Los vecinos de las calles del recorrido la han seguido desde sus balcones y ventanas.
Han vuelto a sobrecoger esas dos largas filas de penitentes portando las cruces de madera al hombro, el ruido de las cadenas, los toques del tambor, los pies descalzos sobre el asfalto mojado. El paso de la Gran Cruz Expiatoria del Pueblo ha causado también una honda impresión. Un nazareno portando el estandarte de la Hermandad y el sacerdote encabezaban y cerraban esta Procesión del Silencio que es una de las manifestaciones más hermosas de la Pasión.