El periodista de Lanza, Francisco Navarro, ha ofrecido este sábado un magnífico pregón de San Antón, un hermoso texto documentado con citas literarias, datos históricos y vivencias personales en la celebración que ha merecido la larga ovación final de los asistentes que han llenado el centro parroquial de La Asunción de Nuestra Señora. El directivo de la Hermandad, Paco Navarro, ha conducido una velada en la que ha intervenido el presidente, Florentino Guijarro. El broche musical lo puso el Coro Juvenil de la Asunción con una soberbia actuación.
El acto ha contado con la presencia del alcalde de Tomelloso, Javier Navarro; el diputado regional Fran Barato; los concejales del equipo de gobierno, Manuel Marquina y Eloísa Perales y las ediles del PSOE, Victoria García y Consuelo Perona. Ha asistido una amplia representación de las hermandades de la Virgen de las Viñas y San Isidro y de la Junta de Cofradías de Tomelloso.

Navarro ha ofrecido jugosos e interesantes datos sobre la vida de Antonio Abad al que se considera fundador de la tradición monacal cristiana y con respecto a su patrocinio sobre los animales, el periodista ha explicado que “Antonio visitó a otro anacoreta, Pablo. El cuervo que según la tradición llevaba una hogaza de pan al ermitaño, dio la bienvenida a San Antón, llevando a partir de entonces dos hogazas. A la muerte de Pablo, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones y otros animales; de ahí su patronazgo sobre los sepultureros y los animales”.
Devoción de San Antón en Tomelloso
El grueso de su discurso lo ha dedicado a la devoción del Santo en Tomelloso. “Estamos seguros de que aquellos míticos pioneros, los fundadores de Tomelloso trajeron entre sus pertenencias una innegable devoción a San Antón, un amor indiscutible al monje barbudo”, ha dicho
Así, Navarro ha contado que la primera referencia a San Antón nos llega de la pluma de García Pavón en su Historia de Tomelloso, aunque quien más se explaya en relatar la noche de San Antón es Francisco Martínez Ramírez, en una crónica titulada “Las hogueras”, publicada el 17 de enero de 1905 en El obrero de Tomelloso. Grupos de personas, de todas clases, discurren por las calles para ver las hogueras “disparar tiros y soltar cohetes sin rastra que asustan a los grupos de gente que se tuestan la panza y se hielan la espalda”.

También ha citado a Dionisio Cañas que en su libro “Tomelloso en la frontera del miedo” habla de la tradición de San Antón y las hogueras. Según cuenta Rocío Torres al escritor y él transcribe, la Hermandad de San Antón, creada después de la guerra, organizaba las hogueras y los festejos y actos en honor al patrón de los animales. Así, tras la función religiosa, había una solemne procesión; había carreras de mulas, asnos y caballos y concursos de animales de tiro enjaezados, con premios.
El pregonero también ha recogido algún pasaje de “La balada del Abuelo Palancas” de Félix Grande alusivo a las cabras, “las de mi padre enfermaron de tristeza y neurastenia”, ha leído versos del gran Eladio Cabañero y ha subrayado el amor de otro genio de Tomelloso, Antonio López Torres, por los animales que tuvieron protagonismo en muchos de sus cuadros.
Tras este interesante recorrido literario y artístico, Navarro ha aludido a numerosas costumbres y rituales de la fiesta: misas y procesiones en honor del Santo, las hogueras, la bendición de animales, aquellas carreras de mulas y burros, los puestos de frutos secos, los tiros de escopeta o la tradición de asar patatas y boniatos…

Especial atención ha dedicado las mulas que “han acompañado a los gañanes en las largas quincenas fuera de casa, con su sangre y sin hiel, hombres y animales han arrancado la dura costra de este páramo “clavando arados y azadas hasta el fondo”, citando otra vez a Eladio Cabañero”.
San Antón en los recuerdos del pregonero y en las noticias
También quiso detenerse el pregonero en sus vivencias en torno a las hogueras y a las festividades de San Antón. Aludió Navarro a su infancia en la calle Acuña, cerca de una de las mayores hogueras de Tomelloso, en la confluencia de las calles del Charco, Altillo y Estación, donde “los mozos saltaban las llamas, sin miedo y porfiándose unos a otros”. Tras las llamas, apuntó nuestro compañero “asábamos humildes patatas y honrados y dulces boniatos”. Años más tarde el pregonero y su familia se trasladaron a la calle San Fernando, donde en el año 1976 o 77 se encendía “la hoguera que más ha aguantado en el centro de Tomelloso”. De hecho, explicó, se negaron a que asfaltaran el trozo de la calle entre Cervantes y Alcázar.

El asfaltado de las calles “y el esnobismo del que hicimos gala en aquellos años”, hicieron que casi se perdiera la tradición de las hogueras y San Antón, unas celebraciones que volvieron a resurgir gracias al empeño de algunos colectivos. Navarro no se ha sustraído de su oficio de cronista y ha relatado esa “resurrección” de la fiesta a través de la prensa, fundamentalmente de Lanza y La Voz de Tomelloso, cabeceras en las que sirve el periodista.
Tras elogiar la labor de la actual Junta Directiva de la Hermandad de San Antonio Abad, el pregonero ha señalado como ha cambiado la relación de los humanos con los animales, “el bienestar animal es un factor que mayoritariamente tenemos en cuenta”. Señaló que “la mayoría de los animales que reciben la bendición del sacerdote son mascotas”. Gracias a “una chucha inesperada que nos dejó hace un año y que ha sido la alegría de nuestra casa durante quince años”, Navarro descubrió el amor que son capaces de dar los animales, “y el dolor que produce su pérdida”.

Acabó pidiendo al público presente que disfrute de las fiestas antonianas “y traten bien a los animales, hagan como Antonio, el ermitaño de Egipto, que sintió el infinito amor de Dios y la sabiduría divina protegiendo a los animales”.
Coro Juvenil de la Asunción
El broche de oro musical lo puso el Coro Juvenil de la Asunción con una soberbia actuación musical. Dirigidos por Luisa Novillo, el grupo de chicos y chicas ofreció una serie de números —muchos de ellos del conocido grupo Hakuna —que hicieron las delicias del público, que acompañó a las palmas y premió al coro con una gran ovación.