Después llegarían noticias más tranquilizadoras. Miguel García fue el presentador de un festival de cerca de dos horas de duración que volvió a responder a las expectativas y que tuvo una colorida antesala con el ofrecimiento a la Virgen de las Viñas y el acto de recepción en el Ayuntamiento.
Poco antes de las diez de la noche, y todavía con 35 grados de temperatura, saltaron a las tablas los churriegos de Nazarín, grupo de trayectoria paralela al anfitrión ya que fue fundado en el año 1982. En la media hora de su actuación ofrecieron un completo repertorio con el Fandango de meloneras, la Seguidilla de Hinojosas, la Rondeña de Herencia, la Jota de San Carlos, la Jota de Alcolea y las Seguidillas de Membrilla, entre otras. Una rica muestra del folklore de la provincia que interpretaron magníficamente, llamando también la atención el vistoso vestuario de las mujeres con las faldas en tono burdeos bordadas, mandil y toca blanca.
Sería muy interesante y didáctica la actuación del grupo segoviano de Bieldo. Uno de sus integrantes fue explicando el origen y el sentido de cada baile, todos muy apegados a las tradiciones de este pequeño pueblo segoviano. Empezaron con un fandango, siguieron con una jota de ronda, una seguidilla del pueblo de Santurce de San Juan Bautista que narra cómo eran los encierros del ganado, la polka de los platillos y una petenera que se baila en la festividad del Corpus. Después de muchos años, el grupo castellano devolvía visita a Manantial del Vino y gustó mucho al público que los despidió con numerosos aplausos, sobre todo después de un impresionante final en la que los bailaores se subieron unos sobre otros, al modo de los castellers catalanes, componiendo una hermosa figura.
También gustó el elegante y ornamentado vestuario en el que destacaban el brillo de las lentejuelas incrustadas en las faldas de las bailaoras.
Como es tradicional, cerró el festival el grupo Manantial del Vino que arrancó con esa Jota Rabiosa en la que van teniendo protagonismo las diferentes parejas de baile, en unos movimientos muy exigentes por el ritmo. Después interpretarían los fandangos de Alcázar y Calzada de Calatrava y esa Jota del Ballestero que siempre gusta tanto a su incondicional público y terminaron con la Jota Cruzadilla de la Vendimia, de final vertiginoso que el público premió con una larga ovación. A una habitación del hospital llegarían también los acordes de esta Jota Cruzadilla que Jesús Francisco Moreno acompañó con toda su alma. En la próxima, el incombustible valedor del folklore local, ya estará con su inseparable guitarra.
