La comunidad educativa del Instituto Eladio Cabañero ha rendido un emotivo homenaje al profesor de matemáticas, Ángel Luis Cabañas. Justo en el día que hubiera cumplido 69 años y nueve años después de impartir su última clase en el centro, familiares, profesores, alumnos, personal no docente, representantes de colectivos en los que tanto se implicó y numerosos amigos han recordado al entrañable profesor que nos dejó hace casi tres meses. El acto ha contado con la presencia de la alcaldesa, Inmaculada Jiménez y concejales de los grupos socialista y popular. El homenaje ha concluido con el descubrimiento de una placa junto a la puerta de entrada del salón de actos que llevará el nombre de Ángel Luis. En los jardines del centro de uno olivo que encarna las virtudes de fuerza, paz y sabiduría que siempre acompañaron al entrañable profesor en el transcurso de su vida.
El acto ha sido conducido por el director del Instituto, José Ángel Martínez. “Siempre se refería al este Instituto como el mejor del mundo, lo amaba y aquí impartió sus clases con rigor y energía desde el primer al último día”, ha dicho. Martínez ha repasado la trayectoria de un profesor que fue el licenciado en Matemáticas más joven de la ciudad, que ocupó todos los cargos en el equipo directivo del centro y que dejó huella en otros ámbitos como el social, el político o el empresarial.
Antonio José Buendía ha recordado anécdotas y vivencias con Ángel Luis al que ha definido como “una persona brillante, con muchos conocimientos y capacidad para transmitirlos, pero, por encima de todo, buena persona”. Pablo González ha leído un poema de Eladio Cabañero para reflejar ese sentimiento de vacío y tristeza cuando nos abandona un ser querido. Antonio Ropero ha recordado el día que se presentó con un zapato de cada manera “hecho gracioso que nos recuerda como era Ángel Luis, todo espontaneidad y todo corazón, un tipo excepcional que deja impronta entre nosotros y al que echaremos de menos toda la vida”. Ropero se ha referido también a la famosa recomendación de Cabañas a sus alumnos, “estudiando cinco minutos cada día se saca buena nota, no lo dejéis todo para el último día”.
Todas las personas que han hablado lo han hecho desde el cariño que le tenían a Ángel Luis, al que admiraban como profesional de la enseñanza y como persona. Inmaculada, su mujer y sus cuatro hijos, Covadonga, Javier, Manuel y Ángel Luis que apenas podían contener la emoción. “Permanecerás como apunte grabado en las hojas del cuaderno de nuestro corazón”, ha manifestado Encarna Cabañas. Por su parte, Pilar Nieto le ha dirigido una carta llena de sentimiento y agradecimiento a “un disfrutón de la vida, un hombre que amaba su profesión, honesto y justo como pocos. Sus clases eran un maravilloso paseo por un universo de números, fórmulas y problemas”.
Inmaculada Jiménez ha asegurado que “Ángel Luis Cabañas deja un hueco que será muy difícil de ocupar, su figura ha marcado a alumnos de muchas generaciones”. Y para el final han quedado las intervenciones de dos de sus hijos. Covadonga, visiblemente emocionada, elogiaba la figura de alguien “al que pude disfrutar como padre y como profesor. Mi padre enseñaba matemáticas y el maravilloso arte de vivir”, mientras que Javier ponía el acento en la trayectoria de “un profesor exigente, pero respetuoso con todos, con un profundo sentido de la ética y los valores”. Los aplausos se han alargado cuando toda la familia ha subido al estrado para recibir un ramo de flores que ha recogido Inmaculada, también cuando se ha descubierto la placa. María Jesús, su autora, ha explicado el diseño en el que aparece la silueta de Ángel Luis mezclada con motivos matemáticos y culturales y, por supuesto la frase que tantas veces pronunció cuando se refería al Eladio Cabañero, el mejor Instituto del mundo. Para el final ha quedado la plantación del olivo. Todos los nietos han echado paladas de tierra para que crezca sano y fuerte.