Las tres puertas de entrada al cementerio fueron un hervidero de gente que entraba y salía y a muchos les resultó complicado encontrar plaza de aparcamiento en algunas zonas debido a la gran afluencia, aunque también hubo gente que prefirió realizar el camino andando. El día acompañó, con sol y una agradable temperatura. A primera hora de la tarde, apareció una ligera lluvia que duró pocos minutos.
Como es tradicional, en torno a la entrada principal se colocaron varios vendedores de flores que fueron armando los ramos que les solicitaba el público. En el interior, los nichos y sepulturas iban cubriéndose con las flores que cuidadosamente fueron colocando los familiares. Las visitas se fueron produciendo en un ambiente de emocionado recuerdo y respeto a los que ya no están entre nosotros.
Resultaba sobrecogedor leer los epitafios de algunas sepulturas, comprobar como familias enteras se agrupaban en torno a los suyos, ver esas fotografías que parecen devolver la mirada. Aunque las labores de limpieza se suelen realizar los días anteriores, algunos familiares daban ayer los últimos retoques.
Un año más llegaron a Tomelloso los vendedores de frutos secos que colocaron sus puestos en la remozada Plaza de España. Fueron numerosas las personas que se acercaron a por el tradicional “puñao” y por la tarde los vendedores ofrecieron las apetitosas castañas asadas. Los vendedores, que pregonaban a viva voz las excelencias de sus productos, llegaron de pueblos de la provincia de Ciudad Real y Extremadura. Algunos de ellos llevan viniendo muchos años a Tomelloso y recordaban los distintos lugares de la ciudad en los que han ido instalando sus puestos.