Entre los importantes datos que nos aporta el libro titulado: «Francisco Martínez, El Obrero de Tomelloso: vida y legado, 1870-1949»; publicación del Ayuntamiento de dicha ciudad (2021) con la colaboración del Instituto de Estudios Manchegos, encontramos un caleidoscopio de la sociedad del último tercio del s. XIX y mitad del s. XX.
Dicho volumen, que se abre con unas palabras de la alcaldesa: Inmaculada Jiménez, reúne ─además de un compendio de textos extractados del famoso noticiario─, suma la publicación de la biografía de su padre que el hijo del Obrero: Francisco Martínez de Padilla, escribiera en 1960.
Unido a lo anterior, tenemos que resaltar, que es una gran obra de consulta para los amantes de la historia en general; asimismo por los avances sociales e industriales que propugnaba Francisco Martínez Ramírez.
Libro coordinado extraordinariamente por Rocío Torres Márquez y Alba Nueda Lozano, el volumen aporta los magníficos estudios, con diversos temas: tanto de la época como la obra y personalidad del Obrero, realizados por los profesores: Francisco Alía Mirada, Ángel Ramón del Valle Calzado, Alfonso Romero Berzosa y Jesús Rincón Navarro.
También el libro suma noticias importantes de aquella época y críticas periodísticas sobre diversos temas, dados a conocer en las páginas del «Obrero de Tomelloso».
Y, entre las que destacan por inusuales, y dado “que la parte humorística, también al periódico, le gustaba recogerla”, hemos hallado los versos de un personaje desconocido en Argamasilla como compositor de versos: Francisco Sevillano Montalbán. A dicho señor, según el mencionado libro, cariñosamente se le nombraba, por su corta estatura, don Paquito; natural de Argamasilla de Alba, era hijo de Francisco Sevillano y Petra Montalbán.
Al parecer, según anota en la mencionada biografía, Francisco Martínez de Padilla, dicho señor era muy amigo de su padre y como se puede comprobar, colaboraba con el periódico creado por el Obrero, por medio de composiciones versales satírico-jocosas.
Respecto a la semblanza del rimador argamasillero, expuesta en tan interesante volumen por el hijo del Obrero, el mencionado vate: “era un verdadero y genial poeta que tenía una facilidad prodigiosa para hacer versos regionales, manejando el vocabulario de aquellos sanchos, con un gracejo y precisión inimitables”.
Versos de don Paquito Sevillano
El motivo que utiliza el señor Martínez de Padilla, entre otros, para anotar los versos satírico-jocosos del ya citado don Paquito Sevillano, entre otros temas, adjunta y copia los escritos para las elecciones que tienen lugar en el año 1908, en las que participa en la lista a Diputados a Cortes, don Tomás Romero y Martín Toledano, natural de Herencia y redactor del periódico EL LIBERAL, el cual mantenía correspondencia y cierta amistad con el Obrero.
Dichos versos, según Martínez de Padilla, dan “la idea mejor que cualquier crítica del espíritu manchego en relación con la política”.
Seguido anota dos composiciones que no dejan de ser un calco, no sólo de los pensamientos sobre los políticos de la sociedad de aquellos años, sino el vocabulario popular de principios del s. XIX. Composición que tenemos el gusto de publicar.
Se titula, DIÁLOGO ELECTORAL, y dice:
-Hola Ramón, buenos días.
-Que los tenga usté muy güenos.
-Y en tu casa, ¿cómo siguen?
-Pus miste, van tirandejo
y tos comen y conocen.
-Vaya, Ramón, pues me alegro.
Ya sabes que te he llamado
porque tú eres de los buenos
y es preciso que me ayudes
y que sigas mi consejo,
para que en las elecciones
juntos y unidos luchemos
los que tan solo buscamos
la felicidad del pueblo.
De modo, Ramón amigo,
que te diré sin rodeos
que necesito tu voto,
los de tus hijos y yernos,
los de tus primos, cuñados,
tus sobrinos y tus nietos.
-Miste que va a ser difícil;
porque es el caso, don Pedro,
que don Juan y don Antonio
y don Blas y don Nemesio
y doña Engracia la viuda,
todicos dicen lo mesmo,
que es mester que nos unamos
y que votemos con ellos.
-Vamos a ver Ramoncillo,
¿no estuviste tú sirviendo
cuando eras casi un muchacho,
en la casa de mi abuelo?
-Sí, señor; vaya si estuve
cuando yo era mozuelejo,
de chulo con las primalas
cuasi, cuasi mes y medio.
-Bueno Ramón, pues entonces
comprenderás el derecho
con que te pido y suplico
que todos juntos votemos;
además, que si tú un día
me necesitas, te ofrezco
cuanto pueda y cuanto valga
con influencia y dinero.
-Miste puniendo las cosas
como uste me las ha puesto
pué uste contar con los votos
y….. hasta otro rato don Pedro,
que ya es tarde y entoavía
tenemos que hacer el queso.
-Adiós Ramón, muchas gracias,
da a todos muchos recuerdos.
DESPUÉS DE LA ELECCIÓN
-Hola, Ramón, buenos días.
-Que los tenga uste muy güenos.
– ¿Qué te trae por esta casa?
-Pues miste venía, atento
de que con los temporales
y estar tan malo el “ivierno”,
llevamos cuatro semanas
sin ganar para un remedio,
porque en mi casa son cuasi
todos los más jornaleros,
y además que los dos mozos
de mi cuñado Rogelio,
el uno tié un lobanillo
y el otro pa mí que es muermo.
Con que yo dije, pues voy
a ver al señor don Pedro,
pa que nos dé un poco grano
y nos preste unos cuartejos;
miste con nueve fanegas
de candeal y de centeno
pa el gorrino y pa nosotros
quizá que nos apañemos,
y con cuatro u cinco duros
pa mi concuñao Rogelio
también el hombre se apaña
y pué pagarle a los médicos;
porque uste no habrá olvidao
que por uste tos votemos.
-Pero, Ramón, ¿tú estás loco?
pues hombre estaría bueno
que a todos los que votaron
les diera medio granero
y duros, como si fuese
millonario o poco menos;
no puede ser, Ramoncillo,
no puede ser y lo siento.
– ¿Pero uste no me ofreció
su influencia y su dinero?
-Que te lo ofrecí no hay duda,
pero eso fue, suponiendo
que tú que eres casi rico
no ibas a pedirme un céntimo.
-Muchas gracias y ya sabe
que pa otra elección, don Pedro,
contará uste con mis votos
como yo con su dinero .
Poco podemos añadir a lo escrito hace ciento catorce años por el genial don Paquito Sevillano; un poeta satírico-jocoso desconocido, el cual, si como dice Francisco Martínez de Padilla, tenía facilidad para componer versos, creemos y tememos, al menos no hay constancia pública, se hayan perdido sus composiciones, y, salvo las escritas en el periódico El Obrero, no tengamos otras fuentes, al menos por ahora, en las que buscar sus ingeniosas obras.