Hay torralbeños que, desde el pasado sábado, todavía escudriñan las páginas de Alexanderplatz ha olvidado sus trenes, el último poemario de la polifacética María Alcocer en el que han quedado sorprendentemente atrapados. Médico hematóloga en el hospital de Cuenca, María es, además y también, poeta.
Antes incluso de ejercer la medicina, María ya escribía y publicaba libros de poesía. “Cien huecos de luz tras la mirada” fue su primer libro, escrito con apenas 23 años y editado por la Biblioteca de Torralba. Este título fue reconocido con el premio de poesía Fray Luis de León de Cuenca, como recordó en el acto de presentación Mª Teresa González, miembro de la Asociación Amigos del Patio y encargada de conducir el acto junto a la autora y el también poeta e historiador, Francisco Caro.
Una vida escribiendo poesía
Los críticos de principios de los años 80 calificaban a María Alcocer como “racional y humanista”, decía Mª Teresa González, visiblemente emocionada recordando los primeros años de andadura literaria de María, arropada por la biblioteca de su pueblo y la activa asociación cultural “Torralba”.
Con el paso de los años, María ha evolucionado y no ha dejado de escribir. Mientras curaba vidas en el hospital de Cuenca, la poeta continuaba escribiendo. Y su poesía es ahora “vital, urgente, precisa y nacida de la inconformidad, de la duda, del acoso, del amor, de lo intangible, de lo que enerva”. Así la definía, magistralmente, otro poeta que también llega al corazón y que fue el elegido para presentar y situar, en su justo lugar, la última obra de María Alcocer. Nos estamos refiriendo a Francisco Caro.
“María escribe no desde la complacencia, sino desde la tensión”, decía Caro que durante el acto de presentación de “Alexanderplatz ha olvidado sus trenes” también se ha referido al poemario como “preciso y sorprendente, algo alejado de lo manchego, pero María, viajera -si no convulsiva, sí persistente-, sabe de lugares y ambientes, como sabe que la provocación que abre paso al poema concreto puede ocurrir en cualquier sitio, con un aire insospechado o en destemplanzas que nos sorprenden. Allí, en el famoso centro berlinés, en la plaza testigo de los acontecimientos alemanes, sintió María el peso de la Historia, de la de todos y de la suya propia”.
Qué delicia escuchar también a este gran poeta ciudadrealeño de Piedrabuena, Francisco, Paco Caro. Pocas veces la Sala de Cerchas ha reunido tanta belleza en la palabra hablada.
¡No se pierdan Alexanderplatz ha olvidado sus trenes! nos recomiendan quienes ya han leído y disfrutado este poemario dividido en dos libros que María Alcocer ha titulado Ella y Él y Silencio: “poemas en donde queda explícito que la poesía de la torralbeña desnuda y viste, excava y construye nuestro yo psíquico y emocional a la vez que el suyo”, ha dicho Paco Caro.
El amigo ausente
Y María enmudeció. Todo estaba dicho. O casi todo. La autora tomó la palabra para agradecer a la Asociación Amigos del Patio de Comedias la organización del acto y para explicar el proceso de creación de su último título. Once años ha estado pensando, escribiendo y reescribiendo esta obra. Un texto maduro que en su voz suena cercano y vibrante.
Y así terminó la velada: con la voz, magnífica, apasionada y penetrante, de María que dedicó su recital a la memoria de su gran amigo, el también torralbeño Ricardo Mendiola. Ricardo, fallecido el pasado año a causa de la COVID, fue su primer editor. Con el tiempo, Ricardo se convirtió en el responsable de una gran y reconocida editorial internacional. Su memoria sobrevoló el acto de presentación de Alexanderplatz ha olvidado sus trenes y pervive en quienes lo conocieron y vivieron.