Jesús Reyes Flores Mateo, un cartero de Correos natural de Montiel se dispone a realizar, en una soleada mañana de febrero, la que será una nueva jornada de trabajo por Terrinches y Santa Cruz de los Cáñamos, dos pequeñas poblaciones del Campo de Montiel que, entre ambas, apenas superan los mil habitantes.
Aquí la vida transcurre tranquila, sosegada, casi sin sobresaltos. Y es que en estas poblaciones el tiempo parece detenerse por momentos. Pero, ineludiblemente, los quehaceres diarios nos devuelven a la realidad.
Jesús ejerce su trabajo de manera ejemplar, sin descuidar un solo detalle. Consciente de que tiene que prestar un servicio público, cada mañana recorre las calles de estas poblaciones enfundado de manera impoluta con su uniforme oficial para repartir las cartas y los paquetes de ese día. El carrito donde guarda todo el material es su única compañía durante una jornada laboral en la que no se detiene más de lo estrictamente necesario. Tal vez para saludar a un vecino que le pregunta si ese día tiene correspondencia o para dar los buenos días a las personas con los que se va encontrando en su camino. También suele ser habitual que lo pare alguna persona por la calle y le pregunte si tiene algo para ella, porque, en definitiva, ya le conocen y es como uno más.

Los habitantes de Terrinches y Santa Cruz de los Cáñamos otorgan al cartero un trato amable, cordial y muy humano, sabedores de la importancia que Correos tiene en estas dos poblaciones. Y es que si no fuese por las gestiones que realizan los carteros rurales, en muchas ocasiones los ciudadanos tendrían que desplazarse, en el mejor de los casos, cerca de 25 o 30 kilómetros hasta Villanueva de los Infantes, la cabecera del partido judicial del Campo de Montiel, para solucionar cualquier asunto bancario, realizar algún trámite con Hacienda o para solicitar o cambiar una cita médica. A pesar de que Internet ya llega hasta prácticamente todos los hogares, todavía hay personas que no son muy duchas con las nuevas tecnologías, sobre todo las de mayor edad.
Jesús Reyes, que anteriormente desempeñaba su trabajo como cartero en Daimiel, lleva desde el mes de noviembre trabajando en el Campo de Montiel. “En Terrinches y en Santa Cruz de los Cáñamos he notado mucha cercanía con la gente. Al ser pueblos pequeños y al tratarse de personas mayores, en una gran parte de los casos, aquí todavía siguen viendo al cartero como una autoridad. Por este motivo te hablan de usted y te tratan muy bien, con mucho cariño y respeto. Y la verdad es que el trato es muy cercano”, comenta Jesús mientras realiza a pie y a un muy buen ritmo el reparto diario por las empinadas y sinuosas calles de Terrinches.
Si bien la distancia entre una población y otra hoy por hoy no supone una barrera infranqueable para las personas que pueden desplazarse en su propio vehículo, sí lo es para los vecinos de más edad, algunos de los cuales ya peinan canas desde hace muchos años. Por eso, el hecho de que de lunes a viernes haya un cartero trabajando en la zona les da la vida y les proporciona seguridad y confianza.
Comienzo de la jornada
Cada mañana el trabajo de Jesús Reyes comienza en la concentradora de Montiel, donde se realiza la clasificación de ese día. Y desde allí se prepara y se separa toda la correspondencia. El primer pueblo al que llega Jesús es a Terrinches, situado a unos 13 kilómetros de Montiel. Sobre las 10 de la mañana y durante media hora, atiende a los usuarios en una oficina habilitada por el Ayuntamiento de Terrinches dentro del centro social. Posteriormente, y a eso de las 10,30 horas, este cartero rural procede a realizar el reparto de cartas y paquetes por las calles de Terrinches. Cuando termina su trabajo en esta población manchega, se traslada hasta la vecina Santa Cruz de los Cáñamos donde realiza el mismo proceso que en el pueblo anterior, con la única salvedad de que en Santa Cruz atiende al público en las mismas oficinas del Ayuntamiento.

Labor desempeñada por Correos
A pesar de que el trabajo desempeñado por Correos durante toda la pandemia quizá no haya obtenido el reconocimiento que realmente merece, Jesús señala que “mi tarea pasa por hacer bien mi trabajo, por lo que no tengo que reivindicar nada. Y es que mi labor consiste en prestar un servicio de Correos y que la gente esté contenta con la atención que le ofrecemos”.
Durante todo este tiempo la figura del cartero ha sido algo más que la de un profesional encargado de realizar perfectamente su trabajo. Y es que, en más de una ocasión los carteros rurales han servido de aliento y han proporcionado la compañía que algunos mayores necesitaban, pues, en muchos casos, eran la única persona a la que veían durante todo el día.
El propio Jesús indica que “durante la pandemia, e incluso en los días en los que hace mal tiempo, somos las únicas personas a las que ven durante el día, pues hay gente que no puede salir a la calle. Y la verdad es que no cuesta ningún trabajo tocar a la puerta y acercarles la correspondencia o un paquete a las personas que verdaderamente lo necesitan, pues hay quien ya no puede andar o lo hace muy a duras penas. Y, ya puestos, les preguntas qué tal están y si necesitan que hagamos algo por ellos, porque también estamos para eso”.
Desde su punto de vista la labor que realiza Correos en estos pequeños pueblos es “fundamental” pues “ahora mismo es el nexo de unión que mantienen con los municipios mayores o con las grandes ciudades. Ten en cuenta que para cualquier trámite que quieran realizar de no ser por nosotros tendrían que ir hasta Valdepeñas o a Ciudad Real para poder hacerlo. Y gracias a Correos pueden llevar a cabo esas gestiones sin desplazarse de su domicilio”.

Trabajo durante la Covid-19
También califica de una importancia vital el trabajo que los carteros han desarrollado (y continúan haciéndolo) durante la pandemia. Y es que, tal y como señala, “al no poder salir a la calle la gente pedía por Internet las cosas que necesitaba. Y nosotros hemos estado ahí, siempre al pie del cañón desde el primer día”.
Durante el pasado año 2020 algunos habitantes de las zonas rurales también han utilizado el servicio de Correos para el envío de mascarillas, en especial al principio, más concretamente en la época en la que éstas escaseaban. “Las abuelas hacían mascarillas y se las mandaban a sus nietos o a los familiares que tenían en las ciudades. Hacían su paquetillo con el sobre y las mandaban por Correos”.

Respecto a las restricciones impuestas por las autoridades sanitarias con motivo de la Covid-19, Jesús matiza que “prácticamente siguen siendo las mismas” al indicar que “nosotros no podemos entrar a una casa. Por tanto, les dejamos el paquete en la puerta y la persona en cuestión sale luego a la calle para recogerlo. También le damos al cliente la carta certificada desde la puerta, etc. Y es que con el coronavirus no podemos bajar la guardia”.
La labor de un cartero en las zonas rurales
A grandes rasgos la labor que lleva a cabo un cartero en estas zonas rurales no difiere mucho de la que desempeñaban hace años, en esa época en la que las nuevas tecnologías no lo copaban todo y las personas eran capaces de vivir sin estar conectadas a un dispositivo electrónico y sin ser esclavas del teléfono móvil. Ello no es óbice para que los carteros hagan uso de las nuevas tecnologías en aquellos casos en los que son indispensables para realizar los trámites necesarios. “Ahora mismo lo que más traemos tanto a Terrinches como a Santa Cruz de los Cáñamos son paquetes, cartas y, dentro de los certificados, temas de hospitales con citas del médico, así como documentación de la administración”. En este sentido Jesús explica que la vinculación, la cercanía y la confianza que se establece entre el cartero y el usuario en estas zonas rurales es tal que “incluso hay personas que, debido a su enfermedad o bien porque no saben leer o por cualquier otra circunstancia, alcanzan tal confianza contigo que te piden que les leas la carta que han recibido. Y tú se las lees y, dentro de lo que entiendes, le explicas lo que es y los trámites que tienen que seguir”.
La magia de escribir cartas
La irrupción de Internet es uno de los mayores descubrimientos del pasado siglo XX. Pero su llegada, aunque necesaria, quizá ha acabado con la magia de las cartas ordinarias, esas que se escribían las parejas de enamorados, los amigos o los propios familiares para contarse cómo era su vida lejos del pueblo que los vio nacer. Pero esta magia aún perdura en los pueblos pequeños como, por ejemplo, en algunos de los del Campo de Montiel. Jesús comenta que las cartas ordinarias de gente escribiéndose “ha bajado mucho desde el nacimiento del correo electrónico”, pero matiza que, en estas localidades, y debido a que un alto porcentaje son personas mayores que todavía no controlan las nuevas tecnologías, “aún se siguen escribiendo algunas cartas como se hacía antiguamente”.

Unidad de Distribución de Correos en Infantes
Por su parte, José Luis Almazán Jaime, que es el jefe de la Unidad de Distribución de Correos en Villanueva de los Infantes, unidad que engloba a 14 pueblos del Campo de Montiel, también considera que el trabajo del cartero en estos pueblos es “muy importante”, puesto que “estamos hablando de poblaciones muy pequeñas que ya de por sí tienen los servicios muy restringidos”. Por tanto, la labor que presta Correos es “fundamental” porque “estamos dando un servicio que de otra manera sería imposible que pudiese llegar hasta estas localidades”. A este respecto destaca como Correos, “posibilita que todo el mundo rural tenga cubiertas las necesidades básicas y las que no son tan básicas”.

A pesar del paso de los años y de los avances tecnológicos, Almazán Jaime sigue viendo al cartero rural como “uno de los personajes más significativos de toda la población”, porque al tratarse de localidades pequeñas “el trato es muy cercano y se llega a establecer una comunicación especial entre el cartero y el ciudadano. Y eso en una ciudad más grande no llega a alcanzarse al mismo nivel, pues es imposible que el cartero llegue a confraternizar con los vecinos como lo hace aquí, donde no deja de ser uno más del pueblo”.
La llegada de la Covid, sin previo aviso, trastocó los planes de muchos servicios y sectores. Y Correos no ha sido ajeno a todos los cambios y medidas que ha habido que adoptar desde hace casi un año. En este sentido, el jefe de la Unidad de Distribución de Correos en Villanueva de los Infantes recuerda como cuando empezó la pandemia “tuvimos que restringir algunos servicios, pues solamente se prestó el servicio postal universal que incluye las cartas ordinarias, los certificados y los paquetes básicos. Por tanto, como consecuencia de las medidas sanitarias impuestas, hubo que restringir el resto del negocio que complementa nuestra función. Pero, a pesar de que el servicio se vio afectado en algunos ámbitos, aun así, seguimos trabajando día tras día”.
El cartero, un vecino más del pueblo
A sus 81 años Carmen Pérez Gómez, una vecina de Terrinches, tiene muchos achaques marcados por la edad y por el paso del tiempo. Le cuesta mucho trabajo andar por lo que el cartero rural Jesús suele entregarle la correspondencia en mano. “Que Correos venga hasta mi puerta para darme una carta o un pedido me sirve de gran ayuda, puesto que ya soy mayor y físicamente no me encuentro bien”.
En este sentido relata como hace unos días el cartero le llevó una carta del médico: “Tenía que haber ido a revisión de la vista, pero yo ya no estoy en condiciones de ir sola. Y tampoco quiero que vayan mis hijos ya que, además de que están trabajando, está el tema de los contagios”.
Carmen comenta emocionada el trato humano mostrado por el cartero durante la pandemia, al destacar que “hablaban con nosotros y nos han atendido muy bien. Para mí es muy importante que Jesús abra la puerta y me entregue la carta en mano”.

Conocedora de la complicada situación sanitaria que se está viviendo como consecuencia de la Covid-19, Carmen explica que durante todo este tiempo está haciendo las cosas “como hay que hacerlas” pues “desde el 10 de marzo de 2020 no he salido prácticamente de la puerta de mi casa. Los alimentos me los traen. De hecho, hace un rato ha pasado el camión y he comprado fruta. También viene el del pescado y le compro lo que necesito. Y lo que no puedo adquirir, se lo pido a las tiendas del super del pueblo y me lo traen a mi casa”.
También en Terrinches vive Isidoro Pozo, que dirige la oficina de Seguros Soliss. Desde su punto de vista, la labor que desempeña Correos en un pueblo pequeño es “esencial” al explicar que “se nos están yendo casi todos los servicios”. Por este motivo opina que “para Terrinches es muy importante porque, de no existir Correos, incluso para una simple multa de tráfico tendríamos que ir hasta Infantes”.
Charo Torres, vecina de Santa Cruz de los Cáñamos, cree que Correos ofrece un “buen servicio” a lo que añade que “siempre ha funcionado muy bien”. Por tanto, “creo que como el servicio de Correos no hay ninguno”. En este sentido destaca la “cercanía y el trato con la persona” así como “la confianza que tienes con tu cartero, porque vivimos en un pueblo pequeño y todo el mundo lo conocemos”.
Charo también es consciente de que si no existiese la figura del cartero rural “tendríamos que desplazarnos hasta Infantes, que es donde está la oficina comarcal”.
Por su parte, Juan Antonio, vecino de Terrinches, explica que el servicio de Correos “se porta muy bien con el pueblo” por lo que “su labor es muy necesaria para traer cartas y paquetes”.
Marisa Cabrera, que regenta un estanco en Terrinches, piensa que es de una “gran importancia” que Correos reparta en estos pueblos del Campo de Montiel porque “todos los días recibimos cartas de los bancos, de los gestores, etc. y no podemos estar sin cartero”. Marisa también reconoce que el trato que mantienen con el cartero rural es “muy cercano y humano”.