S.Ruipérez/ Ciudad Real
Dentro de los trastornos alimentarios, los trastornos no especificados tienen una prevalencia de hasta un cinco por ciento, la anorexia del 0,5 al uno por ciento y la bulimia sobre un dos por ciento. La anorexia es una enfermedad que se suele dar en adolescentes cuya prevalencia más alta está entre los 14 a los 16 años, mientras que el pico de casos de bulimia está entre los 16 a los 18 años. Hay un caso de anorexia o bulimia por cada diez mujeres.
Son datos del doctor, psiquiatra, Luis Beato, jefe de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria, UTCA, del Hospital General Universitario de Ciudad Real, que acoge a adolescentes de todo el país, ya que su metodología lo ha convertido en un referente nacional e internacional en el tratamiento de la conducta alimentaria.
Asegura el doctor Beato que entre 1980 y 1990 los casos de anorexia se multiplicaron por diez. Hoy en día un 3% de la población adolescente tiene un trastorno alimentario, si bien es cierto que el número de adolescentes que tiene problemas con la comida es de una de cada cinco, “no le gusta físicamente como es y no se siente bien comiendo”, apunta.
La anorexia o la bulimia se pueden curar aunque hay características que persisten. “Curar el trastorno alimentario pasa por enseñar al paciente a conocer su conflicto, se debe acostumbrar a vivir solo y a sacar adelante sus propios proyectos”, explica Beato al tiempo que se muestra convencido de que, “se cura quien aprende a manejar sus fracasos”.
La proporción del tiempo de hospitalización de un paciente con un trastorno de la conducta alimentaria es aproximadamente un mes por cada año de enfermedad, argumenta el jefe del servicio y advierte de que “el trastorno alimentario no es solo un problema en la restricción alimentaria, ya que una persona si no tiene ciertos componentes psicológicos o genéticos no padecerá anorexia o bulimia”.
El motivo del éxito
Esta Unidad, que cuenta con diez camas, se ha convertido en referencia nacional porque el equipo médico desechó el enfoque conductual “premio vs castigo” y creó unidades específicas para los trastornos alimentarios, en las que el ingreso no dependía tanto de la edad sino de la gravedad clínica.
El equipo se dedica exclusivamente al tratamiento del trastorno alimentario controlando la ingesta o las conductas purgativas del paciente, algo que no se podía hacer en otras plantas. La UTCA fue pionera y generó muchas expectativas por los resultados que arrojaba.
“Empezamos a entender los trastornos alimentarios estudiando la baja autoestima o los sentimientos de fracaso”, indica Beato que también explica cómo se plantearon que el tratamiento no podía ser premio vs castigo, sino el modelo que se aplicaba a las adicciones: el programa de evitación del daño. “Cuando enseñas a vivir al paciente con su problema este se recupera” argumenta el psiquiatra que indica que si el paciente no se siente “exigido”, empieza a curarse, “es así porque los enfermos con trastornos de la conducta alimentaria son muy perfeccionistas y a veces confunden sus síntomas con su conducta”.
Un trastorno involuntario
El trastorno alimentario es la pérdida de control en cinco áreas: el pensamiento, las emociones, las percepciones, en la conducta o en las relaciones. “Esa pérdida de control es involuntario”, dice Beato y asegura que, una chica no puede evitar pensar que la van a rechazar porque se siente gorda o no puede evitar sentirse llena después de comer o angustiada a la hora de la comida.
Estos síntomas, al contrario de lo que muchas pacientes creen no son algo voluntario, de ahí que desde la UTCA de Ciudad Real lo que hacen es explicar a los pacientes que la mejor forma de verse libre de la enfermedad es “acostumbrarse a vivir con ella”. Por esta Unidad han pasado pacientes que llevaban 15 y 20 años con la enfermedad y, según explica Beato, “cuando no le exigías que comiera, sino que tratabas de enseñarle a convivir con su enfermedad, el paciente,por su propia iniciativa, empezaba a modificar su conducta”.
Al doctor Beato le gusta incidir en que la persona que sufre trastorno alimentario no es consciente de su enfermedad. La conciencia se adquiere cuando el paciente ve que hace cosas que no quiere y cuando se enfrenta sola a su problema.
“Tanto la anorexia como la bulimia son enfermedades mentales que te lleva a perder el control, los trastornos mentales son alteraciones en las funciones cerebrales que nos ayudan en nuestro desarrollo y supervivencia, las lesiones neurológicas provocan distintos tipos de alteraciones, y las lesiones psiquiátricas afectan al sistema de conexión neuronal que nos ayuda en nuestra supervivencia”, explica de forma académica el doctor que reconoce que “la capacidad del ser humano está localizada en nuestro cerebro y cuando se dan pérdidas del control del ser humano se habla de enfermedades mentales”.
Los trastornos de la conducta alimentaria se dan en la mayoría de los casos en mujeres, de hecho, se estima que tan solo un caso es masculino por cada diez femeninos.
La muerte y la pérdida de control- o enfermedad mental- son los dos miedos o estigmas del ser humano, de ahí que hay casos en los que cuando el paciente “toca fondo, cambia, porque se da cuenta de que vive en una situación que no le agrada y con la que no se identifica, en ese momento ven al trastorno como un enemigo, no como un aliado y luchan por salir”, argumenta el responsable de la UTCA.