Las Urgencias del Hospital General de Ciudad Real, puerta de entrada de los pacientes con coronavirus al hospital de referencia provincial, no se parecen en nada este domingo 14 de marzo a las de hace un año. Hay pacientes, algunos incluso con patologías leves, de centro de salud, lo normal en un “buen fin de semana”, en el que hasta la meteorología ayuda a olvidar lo que ha pasado y sigue afrontando este servicio.
El médico Álvaro Díaz, con 22 años de experiencia profesional, siempre relacionado con la UVI móvil, los helicópteros y la emergencia, está de jefe de guardia este fin de semana. También estuvo aquel 14 de marzo, cuando se decretó el estado de alarma, que los ciudadanos tenemos grabado como el principio de todo esto. La pesadilla llegó después para los sanitarios.
“Justo hace un año el aluvión no había llegado todavía, llevábamos diez o doce días recibiendo enfermos de coronavirus. El desconocimiento era tan enorme que todos tuvimos que improvisar día a día. La auténtica locura vino después, entre el 20 de marzo y el 20 de abril”, explica en esta entrevista para Lanza cuando se cumple un año del confinamiento. Cuenta que cada día que pasaba llegaban menos enfermos habituales y más covid, “tuvimos hasta 500 ingresados en planta, treinta ingresados en UCI. Nuestra UCI tiene veinticuatro camas y hubo que llegar hasta setenta en otras habitaciones, ponerles respiradores, habilitarlas con médicos, fue una locura”.
Dejaron entrar hasta los infartos
Al colapso no llegaron las Urgencias del Hospital de Ciudad Real. Al menos este facultativo no tiene esa sensación, “hubo miedo, angustia por recibir un aluvión de gente, pero es verdad que dejaron de venir por otras cosas. Si nosotros recibimos doscientas o doscientas cincuenta urgencias diarias de mil patologías distintas, la gente dejó de acudir por algo que no fuera covid, ¡es que dejaron de venir hasta los infartos! o los ictus, el 80% de lo que veíamos eran enfermos de covid”.

El terremoto de Haití, en Ciudad Real
Díaz, “currante” de las urgencias, dice, sí tiene sensación de haber pasado por una zona bélica, y considera apropiado el término “trinchera” para hablar de las urgencias hospitalarias en este año de pandemia. “En la universidad me quedé con ganas de haber ido a campañas humanitarias, a África o a leproserías de la India y no pude por una serie de motivos. Y de repente te encuentras que el terremoto de Haití está aquí, en tu casa, y con un aluvión que te viene a ti. Es una cosa bestial”.

En cada pase de guardia había un cambio
También fue difícil el manejo del paciente de coronavirus en esos primeros meses de pandemia, “en cada pase de guardia había un cambio; estabas dos días sin venir y te habías perdido cosas. Al principio no se conocían los fármacos, teníamos unos y luego los fuimos quitando porque no estaba del todo demostrada su eficacia; primero se ponían aerosoles, luego no, han surgido diez mil cosas. Hemos ido creciendo con los avances, con lo poquito que se iba sabiendo de la enfermedad”.
De la falta de material de protección y la improvisación considera que fue inevitable, “visto con perspectiva todo es más fácil. Ahora nos parece que el virus lleva toda la vida, cuando empieza una cosa nueva lo sorprendente es que tienes que empezar a agilizar. No estás preparado, ni la dirección, ni las distintas direcciones, ni nosotros. Tienes que irte adaptando día a día. Recuerdo que en cada pase de guardia había que hacer cosas nuevas y cambios, en el protocolo, por dónde entraban los pacientes covid, por donde salían; siempre he tenido la idea de que los jefes son buenos, quieren lo mejor, ellos mismos estuvieron desbordados”.

El covid, “controlado” por ahora
Este 14 de marzo nada se parece al de 2020 en el Hospital General Universitario de Ciudad Real, ni siquiera en Urgencias. “Este fin de semana el covid está controlado, en planta puede haber diez enfermos, algo más en la UCI que es lo último que termina de limpiarse, y en Urgencias dos crónicos, tenemos una situación muy buena pero no hay que confiarse”.
Las Urgencias no son las de hace un año ni en lo físico. La antigua sala de espera de familiares se ha reconvertido en ‘zona covid’ expedita de pacientes este domingo al mediodía. En cuanto un enfermo llega al servicio se deriva a uno u otro circuito, y los familiares esperan fuera, o en otro espacio del interior del hospital habilitado como nueva sala de espera.
Esta distribución entre zonas covid y zonas libres del virus en Urgencias ha llegado para quedarse, al menos a corto plazo, “no lo sabe nadie, a largo plazo espero que algún día esto desaparezca”.
¿Vendrá una cuarta ola?
Bregado en la contención de la pandemia, el doctor Díaz asegura que “la situación ahora mismo es muy buena, pero no hay que bajar la guardia. Me parece bien que se haya prohibido salir de la comunidad en Semana Santa, es lo ideal para mantener lo que tenemos”. Y en cuanto a la posibilidad de una cuarta ola, matiza: “Yo espero que venga una cuarta, una quinta o una sexta ola, pero que sean pequeños piquitos asumibles. Si somos prudentes y en la situación en la que estamos, con más vacunados, cada vez vendrán menos enfermos”.
Desgaste emocional
Este ‘urgenciólogo’, que reivindica una especialidad de medicina que sigue sin estar reconocida en España, admite su desgaste emocional. “El año 2020 ha sido terrible, nos han quitado la vida que teníamos a todos, que era una vida mejor o peor pero maravillosa comparada con esta de restricción de libertades y de todo”. Médico vocacional, “como todos los sanitarios que venimos a trabajar a un hospital”, remarca, afirma que en los meses crudos de pandemia lo que antes era ir a un trabajo estimulante se convirtió en un “madre mía, otra vez para allá”.
De la falta de equipos de protección de los contagios habla de su caso personal, “nos hemos adaptado con lo que hemos podido, ha habido gente que se ponía una bolsa cuando no había EPI, ha habido de todo, mi sensación personal es que yo he estado protegido de menos a más según avanzaba la pandemia».
Especialistas en Urgencias
Experimentado médico de urgencias y emergencias, el doctor Díaz reivindica el reconocimiento de la especialidad de medicina de urgencias. “Esta es una especialidad que requiere un desgaste inmenso, que no quiere casi nadie. Con 18, 20 años aguantas lo que sea, pero con 50 años no aguantas aquí veinticuatro horas, viendo desgracias continuamente, a cualquier hora del día; hace falta una especialidad que dignifique. No hablo de una recompensa económica, sino de un derecho de los ‘urgenciólogos de España’, a los que pertenezco”.
Papel «excepcional» de los residentes
En este servicio se ha infectado un tercio de la plantilla de médicos, “somos como mínimo treinta adjuntos y esas bajas no las cubre nadie, los restantes han tenido que estar al pie del cañón, y lo mismo los residentes que han hecho un papel excepcional. Han aparcado su formación durante un año para estar aquí haciendo un papel maravilloso; o la enfermería, auxiliares, celadores, técnicos, hace falta un perfil especial de urgencias”.
De los aplausos de las ocho y otros homenajes dice que fueron muy emocionantes “las dos, tres, primeras veces. Agradezco más que se valore la figura del sanitario, un trabajo que en España no está ni suficientemente valorado, pagado, ni agradecido».
Los sanitarios más expuestos
Un año después del estallido de la crisis sanitaria el doctor Díaz, que este domingo puede charlar unos minutos con la prensa por la notable mejoría en el servicio, agradece el trabajo “de todos los sanitarios que han intervenido en esto, pero sobre todo de los servicios que lo han vivido con más crudeza dentro de los sanitarios: Urgencias, UCI, Medicina Interna, Anestesia, Neumología y Geriatría hemos trabajado una barbaridad”.