La Audiencia de Ciudad Real ha condenado a un año y cuatro meses de cárcel a Gregorio F.L., único detenido y procesado por el timo de la estampita de 200.000 euros que sufrió una mujer de La Solana en febrero del año 2011.
La sección primera considera probado que este abulense de 28 años cometió un delito de estafa agravada al apropiarse de 200.000 euros, los ahorros de una vida de trabajo de la víctima y su marido en el campo, tras hacerle creer con la complicidad de una joven que no ha sido localizada, que estaba cambiando su dinero por más cantidad y billetes de lotería premiados.
Brillante investigación de la Guardia Civil
La sentencia recoge el acusado deberá pagar una multa de cuatro meses a razón de diez euros diarios, y establece –una cuestión que discutió la defensa en el juicio- que la cantidad estafa fueron 200.085 euros, que el acusado deberá devolver con los intereses de los diez años que ha tardado el caso en llegar a juicio, hasta que se logró llegar al presunto estafador, mediante una brillante investigación de la Guardia Civil de Ciudad Real.
La sala confiere total “sinceridad, espontaneidad y candidez” al testimonio de la perjudicada, una mujer que tenía 54 años cuando sufrió el engaño, y cuestiona las explicaciones exculpatorios del acusado.
La huella en la caja Nesquik, determinante
La huella de un dedo en una caja de Nesquik de tres kilos de este hombre, en la que la víctima y su marido guardaban los 200.000 euros, ha sido la prueba de cargo en el caso, en el que el tribunal ha aplicado como atenuante muy cualificada las dilaciones indebidas.
La sección primera de la Audiencia considera probado que el 7 de febrero del año 2011 la víctima, A.U.M.A., volvía del banco cuando se encontró a una mujer en la puerta de su casa, que según ella “no estaba normal”, que le preguntó por un estanco. La víctima le explicó cómo llegar y al mirar a la chica de cerca se dio cuenta de que llevaba una riñonera repleta de billetes de 50 euros, que decía que iba a quemar, porque quería chuches. En ese momento apareció ‘el gancho’, el acusado Gregorio F.L., que convenció a la mujer para cambiarle el dinero a la joven y repartírselo entre los dos.
Entró en su casa y salió con la caja Nesquik
Animada por el acusado la mujer entró en su casa y salió con 85 euros que le propuso cambiar por el contenido de la riñonera a la falsa discapacitada, que le dijo que eso era poco. La mujer volvió a entrar en su casa, esta vez con el acusado al que no conocía de nada, fue al lugar en el que guardaba los ahorros, un falso techo en un cuarto de baño, y de ese escondrijo sacó la famosa caja de Nesquik con 200.000 euros envueltos en papel de aluminio por fardos, con la que salió para hacer el trueque.
Se montó en el coche con ellos
Como la timadora quería el dinero en una bolsa, la mujer se montó en el coche con el acusado y la joven, y los acompañó a comprar una bolsa de tela para el intercambio, movimientos que quedaron registrados después por varias cámaras (grabaron el coche azul que la Guardia Civil comprobó después que había pertenecido al padre del acusado). Después la llevaron a las afueras del pueblo para hacer el intercambio.
Toallitas y papelitos en vez de billetes
Sin que la mujer se diera cuenta, “la chica empezó a darme besos y a decir que era muy buena persona”, declaró en el juicio, el acusado cambió los 200.000 euros por toallitas higiénicas y papelitos, que entregó en la caja de Nesquik y en otra bolsa a la señora. Le dijo que se fuera a su casa mientras él supuestamente llevaba a la falsa discapacitada al centro del que se había fugado, y le pidió a A.U.M.A. que no abriese las bolsas hasta que no regresara.
Cuando la mujer llegó a su domicilio comprobó que los paquetes que llevaba, incluida la caja de Nesquik, estaban llenos de toallitas de papel y que había sido víctima de un engaño.
Esa misma tarde denunció, la Guardia Civil hizo una inspección ocular en la casa y recogió los objetos del timo, entre ellos el paquete de cartón de Nesquik en el que encontraron la huella, que se registró y cotejo con otras del Sistema Automático de Identificación Dactilar (SAID), de acceso de todas las fuerzas de seguridad en España.
El caso se sobreseyó cinco años por falta de autores, hasta que en el año 2015 el ahora condenado fue detenido en un supermercado de Oviedo por intentar colar un billete falso. El SAID alertó de que su huella coincidía con el timo sin resolver de La Solana.