El trasiego de bañeras y remolques tirados por tractores o cabezas de camión no cesa en una jornada de vendimia en la cooperativa daimieleña ‘Los Pozos’. Casi mediada la campaña, este año mucho más corta y con uva de máxima calidad, los socios ingresan los últimos aforos de las varietales para dar paso a la corta de la airén, la ‘del terreno’, mayoritaria en los viñedos ciudarrealeños.
‘Los Pozos’ reúne a más de 1.200 hectáreas de viñedo, ubicadas en las proximidades del Parque Nacional de Las Tablas, y estos días vive intensas horas de recolección, ordenadas por una estricta trazabilidad del producto que ingresan sus 155 socios cooperativistas, y que comienza con el análisis de las muestras de la uva recién cortada, mientras la báscula registra el peso de cada viaje. La verificación de la calidad a través de la acidez, grado Baumé o el ácido glucónico, marca la diferenciación entre niveles sanitarios y variedades, en pos de elaborar “buenos vinos”, sostiene Paulino García de la Camacha, gerente de la cooperativa.
El directivo repasa todas las fases de recepción de la uva y su conversión en caldos vínicos, con la idea fija que caracteriza a este tipo de empresa, como es la comercialización de su producto -“no compramos uva, sino que vendemos vinos”- con los máximos beneficios posibles y la idea de incrementar la cuota de valor en todos los mercados.
Gran defensor del modelo cooperativo, García de la Camacha destaca los márgenes al menos de un 10% en los precios de sus vinos sobre los promedios obtenidos por los grupos industriales. Son ventajas, destaca, de pertenecer a grupos comerciales integrados, como en su caso es Vidasol -formado por las bodegas ciudarrealeñas ‘El Progreso’, Oleovinícola Campo de Calatrava y ‘Los Pozos’, junto a ‘Santo Cristo del Prado’ de Madridejos (Toledo)- porque trabajan por los principios de ganar rentabilidad y lograr un reparto equitativo entre los agentes de la cadena alimentaria, coincidentes con los criterios que defiende Cooperativas Agro-alimentarias de España y, a su vez, la Estrategia del sector vitivinícola español 2022-2027 de la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE).
No en vano, este modelo mercantil es muy característico en Castilla-La Mancha, donde hay más de 200 bodegas cooperativas que elaboran el 5% del vino mundial, y el 50% a nivel nacional.
Son cuotas que en la presente campaña se verán reducidas por la seca climatología y, según estiman los agentes de la actividad, la región -la mayor productora de España- se quedará por debajo de los 20 millones de hectolitros de vino y mosto y España cerrará con 36,2 millones de hl.
En ‘Los Pozos’, según los cálculos de García de la Camacha, el balance de esta recolección alcanzará los 22 millones de kilos de uva, 3,5 millones de tinta, y entre 18,5 y 19, de blanca. Son cifras por debajo de su promedio de entre 25 y 27 millones de kilos, una vez están constatando los efectos en las tintas- con una reducción de más del 30%-, y en las blancas, con un 10% menos.
En caldo, este año elaborarán unos 16,5 millones de litros de vino.
Trazabilidad desde la viña
Contra los efectos de las excesivas temperaturas, que han dejado las plantas leñosas “estresadas, sin vigor y con menor maduración del fruto”, el gerente vitivinícola destaca la apuesta de la cooperativa por la sostenibilidad medioambiental, a través de las buenas prácticas de sus socios y el asesoramiento de los dos ingenieros de su plantilla, para fomentar la biodiversidad del entorno, con el uso de los riegos eficientes y un menor tratamiento con fitosanitarios de sus vides.
De esta manera consiguen “uvas sanas y equilibradas” en las variedades que trabaja esta infraestructura vinícola: las blancas Sauvignon blanc, Verdejo (vendimiadas en agosto), Macabeo y Airén (en septiembre); y las tintas Tempranillo, Merlot (recogidas el mes pasado), Syrah, Cabernet Sauvignon y Merlot.
Temporada
La temporada de vendimia en esta cooperativa, ubicada en la calle Panaderos del polígono SEPES de Daimiel y de una dimensión media, se inició el 20 de agosto y se prolongará hasta vísperas de la festividad de la Virgen del Pilar. Cada día, desde las 8 de la mañana, llegan los ‘cargamentos’ procedentes de las viñas, con las modernas bañeras llenas del fruto de las cepas y tras el control del estado de la uva y la posterior descarga, la uva tinta es dirigida “a un depósito para que macere durante seis u ocho días y después fermente para extraer el máximo color”. Por su parte, la uva blanca es procesada para “sacar el mejor mosto, el llamado flor o yema”, base de sus vinos “de más calidad, de fermentación controlada”. El resto “lo llevamos a las prensas para obtener más producto”.
Paralelamente, tras el despalillado, sacan los ‘escobajos’ al exterior por un túnel subterráneo, mientras que los orujos se acumulan en sendos montones al lado del de las raspas de racimo. Ambos subproductos son aprovechados por las destiladoras, cuyos operarios acuden con camiones a retirarlos para “obtener alcohol, aceite de linaza, productos de cosmética y belleza, o abono orgánico”. Son procedimientos de aprovechamiento de los recursos vegetales que “cierran el ciclo, totalmente ecológico, porque no desperdiciamos nada”.
‘Los Pozos’ es una cooperativa joven -una característica anómala en este tejido, pues hay decenas del primer tercio del siglo XX-, con 24 años de trayectoria, desde 1998.
García de la Camacha es uno de sus referentes desde el nacimiento de la industria y aplaude la evolución de su capacidad de producción: ha llegado a transformar 33 millones de kilos de uva, once veces sobre los tres modestos millones que trató el primer año.
Los vinos de la cooperativa daimieleña se venden bajo tres emblemáticas enseñas: ‘Clavileño’, ‘Castillo de Daimiel’ (estas dos con productos con Denominación de Origen ‘La Mancha’) y ‘Las Tablas’, heredadas de la histórica y desaparecida Cooperativa del Campo ‘La Daimieleña’. De sus cenizas resurgió ‘Los Pozos’, que se siente la heredera emocional de la que fuera “la mayor de España y la segunda de Europa”. “La recuperación de las marcas fue una cuestión sentimental”, asegura García de la Camacha, porque eran “fruto del trabajo y el esfuerzo de los agricultores de las generaciones anteriores”.
Los embotellados representan sólo el 3% de toda la producción -con 250.000 botellas al año- y sus marcas “son la bandera o buque insignia con la que vendemos nuestros vinos en los mercados interiores e internacionales”. También han sido reconocidos, al igual que los graneles (97%), con destacados premios, dado que “son muy valorados”.
Precios
Respecto a los precios de las uvas, el directivo vinícola explica que depende de la forma de operar de las cooperativas, distinta a la de las grandes operadoras industriales del sector vinícola, que formalizan contratos con sus proveedores productores en el momento de las ventas.
En el caso de las cooperativas, realizan las ventas en grandes volúmenes y luego hacen liquidaciones con sus socios a largo del año posterior a la campaña. “Como vendedores de vino nos dejamos la piel para buscar la rentabilidad de nuestros socios”, insiste el gerente, por lo que “es normal, a su juicio, que consigamos precios de la uva un 10% de media más cara que la cobran los agricultores de las bodegas particulares”.
Esta gestión de pagos “es un motivo”, según García de la Camacha, “para que la gente se agrupe y se sume al modelo cooperativo”, un sistema que, además, está en plena dinamización a través de las integraciones comerciales.
Vidasol es un ejemplo y en cinco años el balance “es positivo” porque “los grupos más grandes son más fuertes y tienen más influencia a la hora de incidir en los mercados”.
“Tenemos más protección en el mercado y vendemos vinos por todo el mundo”, subraya García de la Camacha, “y la verdad es que creemos que esa es la apuesta y que ‘Los Pozos’ va a seguir por ese camino”, en el que el vino de cada cooperativa que lo forman está bajo el paraguas de Visadol.
Es una manera de “aumentar la rentabilidad en un mercado muy complicado, global y variable como es el del vino, en el que influyen las producciones de países como Italia o Francia, entre otros factores”.
Además, este año, los costos de producción se han incrementado entre el 30 y el 150%, que sumados a una cosecha menor, los márgenes se acortan para los agricultores. Por eso, “este año está muy complicado”.
Incremento de los gastos
Ricardo Sáez es uno de los socios cooperativistas de ‘Los Pozos’, que está en plena vendimia de sus varietales. Tras descargar un remolque, confirma la bajada de producción, sobre todo de las tintas, “más flojas que el año pasado”, por los efectos del calor que “ha afectado mucho”. Tras terminar de recolectar el Macabeo, empezará con la Airén, cuya previsión también es “a la baja”.
Al menos, la calidad “es buena” y en parte marcará un precio que “no conoceremos hasta finales de 2023”. Con todo, este agricultor se muestra seguro de que siga la dinámica por la que “siempre liquidamos un poco mejor que las bodegas particulares, que compran uvas”, aunque se cobren en pagos fraccionados.
Estos beneficios podrán ayudar, señala Sáez, a costear los pagos de los insumos “que se han disparado muchísimo”, como la energía eléctrica, cuyos precios “se han hasta triplicado”. De igual manera, los gasóleos han subido en torno a un 60 y 70%, y los abonos el 100%. “Es un problema del sector del campo, pero que se suma a los incrementos de la cesta de la compra”.
Será un año difícil tanto para viticultores como para las entidades vinícolas, debido a estas alzas, y a los del transporte y otros materiales como el vidrio o el cartón.
“Excepcional calidad” desde la viña
Antonio Prado y José María Prada son dos hermanos que también forman parte del tejido asociativo de ‘Los Pozos’. Presentes a última hora de la mañana para descargar en la cooperativa, destacan “la magnífica calidad de la uva” que llevan en sus bañeras. Antonio comenta que iniciaron la vendimia la pasada semana con el Macabeo y ya han iniciado la corta de la Airén. Las cualidades del fruto “son excelentes”, sostiene mientras deja caer al foso del descargadero cientos de litros de mosto por el grifo de la parte posterior de la bañera, aunque la producción “sea baja”. También reconoce que los precios de la cooperativa hacen más rentable las operaciones de comercialización del vino porque “lo fabricamos y lo vendemos”.
Otro cooperativista más mayor, Jesús Utrilla, llega con su remolque de Macabeo, y mientras suelta los agarres para iniciar el vaciado también constata en los altos precios de producción, la disminución de la producción y el buen estado sanitario del fruto que lleva hasta ahora recogido. En unos días empezará a recoger la variedad tradicional de la zona, pero “depende de la máquina, que es alquilada, y del trabajo que tenga quien la maneja”.
Tres millones en inversiones
La Cooperativa ‘Los Pozos’ no para de crecer, según su gerente, tanto en infraestructuras como en tejido asociativo y sostenibilidad económica.
Como ejemplo, ha invertido en los tres últimos años tres millones de euros en diversas actuaciones como la instalación de placas solares, una planta depuradora de aguas residuales, la ampliación de los depósitos de almacenaje y la compra de maquinaria -vendimiadoras y prensas nuevas-.
La corporación también se ha hecho con propiedades inmuebles como unos terrenos anexos a la cooperativa “para posibles ampliaciones” y para diversificar las líneas de actividad, con la introducción de la elaboración de aceite y la producción de frutos secos como pistachos o almendros, que encajan con “el objeto social”. El fin principal es, insiste el directivo, “estar atentos a las inquietudes y demandas de los socios para darles respuesta”.
La gestión controlada y medida para cubrir las necesidades de los cooperativistas está atrayendo, según García de la Camach, a productores locales y de otras poblaciones limítrofes: “tenemos una demanda de 15 o 20 agricultores, y el consejo rector acaba de admitir a otros seis”.
Primera vendimia con la nueva Ley de la Viña y el Vino
La actual vendimia es la primera que se desarrollará tras la entrada en vigor de la nueva ley de la Viña y el Vino (el 1 de septiembre) de Castilla-La Mancha.
Viene a ordenar y a dar seguridad jurídica a una actividad sobresaliente en la comunidad autónoma, como es el cultivo de la vid y la elaboración de vinos. La región castellano-manchega cuenta con más de 450.000 hectáreas de viñedo, la primera a nivel nacional en extensión, y es un sector que implica a 80.000 familias y emplea a 43.000 trabajadores, según datos de la Consejería de Agricultura.
Cuenta con 484 bodegas, 205 de ellas cooperativas, con una media de producción de 23 millones de hectolitros de vino y mosto, por lo que su titular, Francisco Martínez Arroyo, destaca que la región sea “la bodega del mundo”.
Uno de los principales objetivos de la norma es aumentar la facturación, en base a los principios del Plan Estratégico del sector vitivinícola de Castilla-La Mancha (2019), con un horizonte de 2.500 millones euros para 2025, en camino de cumplimiento porque los ingresos alcanzan en conjunto los 2.000 millones.
Por ahora, en cooperativas de dimensión media como ‘Los Pozos’ de Daimiel, “no se nota”, comenta su gerente. Paulino García de la Camacha señala que las normativas “tienden a mejorar las funciones de producción y de operaciones en el mercado”, y por ello espera que sea un marco que favorezca su actividad. “Entendemos que la ley venga a mejorarnos”, aunque puntualiza que “hoy por hoy quien marca la pauta son los mercados”. Reitera que “el tiempo” pondrá de manifiesto los efectos de la ley en el tejido industrial vinatero de la región.
Entre las novedades de la ley, según destacó el consejero el día de la aprobación en las Cortes (el pasado 28 de julio) están las nuevas menciones en el etiquetado, para dar cobertura legal al nuevo concepto de ‘vino de finca’, que permitirá elaborar por primera vez el vino con cepas de una bodega dentro de una misma denominación de origen, incluyendo ambas certificaciones.
La ley también recoge la autorización de nuevas variedades de vid en la región, prácticas enológicas que no estaban reguladas hasta ahora o la creación de una interprofesional del vino de Castilla-La Mancha.
Igualmente, ha una gran apuesta por digitalización, con aplicación de manea trasversal en los libros de las bodegas, con el fin de generalizar en todo el tejido, de la mano de la UCLM, la tecnología Blockchain, para identificar los productos desde el consumo al origen con un código QR.
