Coinciden los meteorólogos y los todólogos en que hace calor y nos exageran la percepción de lo que nos agobia, aún más, con un exagerado estilo tremendista de contar las noticias, como si siguieran escrupulosamente las instrucciones del manual de guerra psicológica de la OTAN.
Vivimos una forma de estar entretenidos con la actividad sociopolítica corriendo pareja con la temperatura: mucho aspaviento, muy bajo nivel de discurso político y una derechización de buena parte de la opinión pública, cansada, enfadada y alienada, que simplifica lo que percibe del espectáculo porque no tiene ganas de darle muchas vueltas a ningún tema sino de señalar a un culpable sobre el que se pueda descargar impunemente la mala leche hispana.
Es lo mismo que con “la caló”: Estamos pendientes de los grados, pero no de las causas y no acabamos de entender, consecuentemente, por dónde hay que buscar los remedios como, por ejemplo, si nos referimos a la vida municipal, abrir de una vez la temporada de piscinas que –según las noticias- están a la espera del ok de Sanidad y por eso no hay fecha concreta para la apertura a pesar de que en junio, la ola de calor ha azotado bien nuestra localidad.
A lo peor estamos siendo administrados por un ayuntamiento fallido que se tiene por aparato de poder municipal exitoso a fuerza de exabruptos autoritarios (“¡Cándida, cállate un poquito!”) que nos adorna un espectáculo de significativas contradicciones.
Por ejemplo, inaugurar rotondas (que deben servir, por lo mucho que se recurre a este tipo de eventos, para ganar elecciones) pero no abrir a tiempo las piscinas, emplear empecinadamente glifosato como si este peligroso herbicida actuara contra los votos y argumentos de la oposición política. En cambio, se te puede desprender una farola como la de la calle Cristo, por evidente falta de mantenimiento, y no hay que recurrir ni a la Virgen de la Consolación. (¿Sin mantenimiento se ganan las elecciones?).
Parece que dotar a las escuelas y centros sociales de los necesarios conserjes tampoco gana las elecciones y los parques infantiles deben suscitar tan escaso interés como las colonias felinas, aunque lo del Punto Limpio compite ventajosamente como símbolo de punto despreciado.
Pero donde con apreciable seguridad nuestros actuales gobernantes municipales creen ganar los comicios y el prestigio ferozmente liderado de un grupo de poder implacable, es en la práctica del menosprecio sistematizado hacia los miembros corporativos de este ayuntamiento, con una total falta de talante democrático del Equipo de Gobierno Municipal, que se resiste a informar, rendir cuentas y contestar a los requerimientos de la oposición como no sea amenazando taurinamente con “igual una corná te puedes llevar”, lo que traslada al discurso político valdepeñero desde el burladero a la enfermería.
Con “la caló” no apetece discutir, cierto, pero tampoco es cuestión de callarse.