Ecologistas en Acción de Valdepeñas se ha hecho eco en nota de prensa del malestar general por la pérdida de las choperas y alamedas del Peral y Las Aguas. Indica que se debe al descenso del nivel freático por la extracción incontrolada de agua para cultivos leñosos intensivos.
“Los chopos y álamos ya no pueden sobrevivir en esas condiciones y tristemente se hace necesario sustituir a los ejemplares muertos por especies más resilientes”.
Según declara Ecologista en Acción, “estamos perdiendo al árbol del pueblo. El álamo o chopo, del género populus, era para los romanos un árbol sagrado, el árbol del pueblo, de ahí su nombre. Estos árboles tan arraigados en nuestra cultura y tradiciones han estado ligados a las sociedades humanas desde tiempos inmemoriales, por su generosidad a la hora de proporcionar sombra y madera.
El chopo es un árbol de crecimiento rápido, por eso necesita que sus raíces estén cerca del nivel freático donde se encuentra el agua en el subsuelo, para poderla absorber y enviarla a los extremos más altos de sus ramas.
En Valdepeñas, los chopos siempre han estado presentes de forma natural o cultivada en zonas de cañadas y arroyos y han sido utilizados por su sombra y porque proporcionan agradables zonas verdes en las áreas residenciales y periféricas formando frondosas choperas en el Peral y en Las Aguas.
Ahora los hemos perdido. La sobreexplotación del agua subterránea para riego en los cultivos intensivos circundantes es tal y está tan incomprensiblemente permitida, que ha llevado a una situación irreversible a estas zonas verdes y los álamos y chopos de Las Aguas y del Peral se han secado y están muertos o moribundos”.
Añade que “poco o nada se puede hacer ante esta situación que todavía tiene recorrido hasta que, definitivamente, se sequen los emparrados como ya está pasando en algunos sitios y es observable en la propia cañada de Arroyo del Peral. Será entonces cuando se llegue al límite, habrá muerto hasta el último árbol y nos acordaremos del viñedo tradicional de secano.
Estamos en una zona que ya es semiárida, donde el agua es muy escasa y no está confinada en acuíferos, por lo que basta con que los veneros del subsuelo sean captados y extraídos para uso particular en un nivel, para que tenga consecuencias irreversibles en otros sitios. Es lo que ha pasado en Las Aguas y en El Peral.
¿Tenemos que resignarnos a perder estos espacios verdes para siempre? ¿Cómo afectará esta situación a los habitantes de la zona residencial del Peral, cuando la única sombra que les quede sea la de los pinos y las arizónicas? Son preguntas cuya respuesta conduce a una dolorosa resignación”.
Desde Ecologistas en Acción han manifestado que quieren hacer pública esta situación, “conocida por todos los usuarios de estas zonas verdes y nos hacemos eco de sus lamentos. Hemos perdido al árbol del pueblo, pero estas zonas verdes han de recuperarse y eso necesariamente pasa por una planificación adecuada de las especies que han de sustituir a los chopos y álamos, cuya viabilidad ya no es posible en estos parajes. Se impone necesariamente la reposición de los árboles muertos, sustituyéndolos por especies más resilientes, aunque sean de crecimiento más lento. Almeces, morenas, olmos, fresnos, panginos y encinas pueden ser los candidatos adecuados, pero han de plantarse todos con un alcorque alrededor para poder regarlos cuando sea necesario y no dejarlos morir, ya nunca más, si queremos seguir manteniendo nuestra identidad de pueblo, donde nos podamos reunir baja la sombra protectora de los árboles, aunque ya no sean Populus. Se impone revegetar estas arboledas perdidas con las especies adecuadas y cuidarlas, para que puedan crecer y podamos recuperar estas zonas verdes para generaciones futuras”.