Este mes de junio se cumplen 20 años de la desaparición de Rosana Maroto y 25 del asesinato de Ángel Ibáñez y Sara Dotor, los Novios de Valdepeñas. El culpable de los crímenes, Gustavo Romero Tercero se encuentra en prisión en Herrera de la Mancha hasta 2033.
Rosana Maroto, de 21 años, desapareció el 25 de junio de 1998, cuando iba en bicicleta al paraje de El Peral. Sus familiares y amigos se movilizaron para encontrarla colaborando con la policía, realizando búsquedas y concentrándose en la Plaza de España durante mucho tiempo para pedir que el caso no cayera en el olvido. Los medios de comunicación internacionales se hicieron eco de la noticia, pero su caso no se resolvió hasta 2003, cuando Gustavo Romero Tercero confesó el crimen tras haber sido detenido por maltrato a su mujer y conocerse que fue el asesino de los Novios de Valdepeñas, Ángel Ibáñez y Sara Dotor. Entonces la policía comparó su ADN con los restos encontrados en la mochila de Rosana, descubriendo la autoría también de este crimen.
La emocionante carta de un amigo
Estos días Carlos Chaparro ha publicado una carta dirigida a Rosana, que cuenta cómo fueron los días desde la desaparición de Rosana para los familiares y amigos más cercanos y cómo recibieron la noticia de la manera en qué había sido asesinada. La carta ha emocionado a todos los que conocieron a Rosana, a quienes supieron de su caso y a quienes les ha llegado a través de los medios de comunicación y las redes sociales.
Su hermana, Cristina Maroto, enseguida ha querido ponerse en contacto con Chaparro para darle las gracias por la misiva. “Me parece super bonita”, ha dicho Cristina. “Chaparro me ha tocado de cerca. En septiembre, después de la desaparición, tras un verano tortuoso, compartimos piso los dos y otra chica en Ciudad Real durante tres años y nos hicimos muy amigos. Era amigo de mi hermana y estuvo mucho conmigo. Me ayudó mucho”.
Ha indicado que al leer la carta se ha dado cuenta de cosas que no sabía o no recordaba, cómo que pintaron pancartas en su casa, ya que vivió esos días como en una nebulosa, aturdida por los acontecimientos.
Habla la hermana de Rosana
Cristina Maroto ha declarado a Lanza que la familia está viviendo estos días en que se cumplen 20 años de la desaparición de su hermana con distintas emociones. Ha recordado que ella tenía 18 años cuando Rosana desapareció. “Tienes que vivir y seguir con tu vida. Eso me salvó, luchar por tu vida. Mis padres lo llevaron muy mal. Quedaron destrozados. Mi madre es una campeona. Luchó mucho por mi hermana, estando en contacto con la policía, yendo a programas de televisión y haciendo de tripas corazón luchando mucho por encontrar a mi hermana y saber qué le había pasado. Poco a poco lo ha ido superando. Han pasado ya 20 años. Es muy activa y se apunta a todo para estar ocupada”.
Ha añadido que “tienes que seguir porque no puedes permitir que esa persona que mató a tu hermana te mate a ti también al destrozar tu vida. Una cosa así te marca de por vida y lo llevas siempre por dentro. Yo me acuerdo todos los días de mi hermana, pero de forma positiva, no de forma trágica. Lo llevo muy bien pero ya no eres la misma persona. Es un trauma muy grande en el que piensas continuamente”.
Señala que solo entienden la situación que vive la familia las personas que han pasado por algo similar. “Cuando pasó piensas que no es verdad, que esas cosas solo pasan en las películas o en la televisión. Pero pasa. Es difícil ponerse en la situación de a quien le pasa algo así”.
“Sabíamos que estaba muerta”
Cristina Maroto comenta que “sabíamos que estaba muerta desde el principio, que algo iba mal, pero necesitábamos saber dónde estaba y qué había pasado. Hasta que no la encontraron, no empezamos el duelo. Y es de agradecer que la encontraran, aunque fuera después de cinco años, porque hay muchas familias que no encuentran a sus familiares desaparecidos. Lo peor es la incertidumbre. Al encontrarla, ya teníamos algo que asumir”.
Al hablar del asesino dice que espera que se pudra en la cárcel, que cumpla hasta el último día de su condena. “Yo me he mantenido un poco al margen y no he querido saber nada de él ni del juicio cuando fue”.
Los casos de Rosana y los Novios
Rosana Maroto despareció cuando iba a El Peral en bicicleta. Romero Tercero simuló un accidente y agredió sexualmente a la joven en una casa y la estranguló. Sus restos fueron encontrados en 2003 en un pozo próximo al Camino de Carreta, entre El Peral y la A-IV, cerca del barrio de Consolación, al que condujo Romero Tercero tras haberse encontrado restos de su ADN en la mochila que apareció años atrás a pocos kilómetros de este pozo. También está cerca del lugar el pozo en que se halló la bicicleta de la joven en el año 2000.
Los GEOS y la policía científica trabajaron en el rescate y en la identificación de los restos.
El día del entierro de Rosana Valdepeñas se vistió de luto y las banderas estuvieron a media asta.
Por lo que respecta al crimen de los Novios de Valdepeñas, Ángel Ibáñez y Sara Dotor, de 24 y 21 años, tuvo lugar en el Parque Cervantes de Valdepeñas, cerca de las vías del tren, el 19 de junio de 1993. Gustavo Romero Tercero les intentó robar, asesinó a Ángel Ibáñez y violó y asesinó a Sara Dotor.
Gustavo Romero Tercero
El culpable de los crímenes, Gustavo Romero Tercero, que tenía 31 años cuando fue detenido en 2003, fue condenado a 113 años de cárcel por tres delitos de asesinato, varios de violación, robo con violencia, maltrato habitual a su mujer y amenazas, aunque iba a cumplir un máximo de 40. Sin embargo, el Tribunal Supremo rebajó a 30 años la condena al estimar parte de su recurso al auto de refundición de penas. Se encuentra en prisión en Herrera de la Mancha hasta 2033.
Romero Tercero fue el primer encausado que no pertenecía a la banda terrorista ETA al que se le aplicó la Doctrina Parot.
Tras asesinar a los Novios de Valdepeñas, Tercero se fue a vivir a Canarias y volvió a Valdepeñas a los cinco años, cuando asesinó a Rosana Maroto. Pasados otros cinco años fue detenido por maltrato a su mujer y se conoció su autoría en los tres crímenes. Primero el de los Novios, encontrándose la navaja con la que los asesinó, y después el de Rosana Maroto, al coincidir su ADN con el encontrado en la mochila de la joven.
Las personas que lo conocían decían que era agresivo y que se irritaba con facilidad. Pegaba a su mujer y a sus hijos, incluso llegó a reventar un ojo a uno de sus hijos en una ocasión y a otra hija le mordió una oreja.
También tuvo problemas con sus compañeros de trabajo y estando en la cárcel se peleó con varios presos, por lo que fue trasladado a otra prisión, aunque regresó a Herrera de la Mancha.
