PREGUNTA-. Valdepeñas celebra las LXVI Fiestas de la Vendimia y el Vino hasta el 8 de septiembre, ¿cómo afronta el Ayuntamiento esta nueva edición?
RESPUESTA-. Igual que la anterior y la que venga después de ésta. En este Ayuntamiento, el mes de agosto es un sinvivir. Este año las Fiestas de la Vendimia y el Vino van a durar diez días, lo que, dividido entre más de 100 actividades, estamos hablando de una media de 10 actividades al día. Nos faltan horas del día para estar en todos los actos que las diferentes colectividades organizan.
Cuando se llevan tantos años como llevo yo, se cogen con más naturalidad, pero es cierto que no dejas de tener el sentido de la responsabilidad, hoy mucho más alto de lo que lo tenía hace 15 años, porque en 15 años hemos aprendido la cantidad de casuísticas y circunstancias que se pueden dar. Un mes antes empieza el montaje de sillas, tableros, escenarios, señalización y la organización de la logística. El programa lleva detrás todo un trabajo de logística y de seguridad –Protección Civil, Cruz Roja, Policía Nacional, Policía Local y Guardia Civil-. Las fiestas implican a una gran cantidad de personas que no viven la fiesta, porque viven para la fiesta.
P-. Más de 100 actividades programadas, ¿cómo ha llegado Valdepeñas a este punto?
R-. Las Fiestas del Vino las ha hecho la ciudadanía. El Ayuntamiento solo ha tenido que estar alerta a lo que la ciudadanía demandaba. Es más, Si el Ayuntamiento tuviera que organizar un programa como el que tienen las Fiestas del Vino hoy, no tendría recursos económicos y humanos para hacerlas, y teniéndolos, no tendrían ese aspecto ciudadano de participación.
En Valdepeñas hay 160 colectivos, de toda índole, deportivos, culturales, sociales o políticos. A través de estas fiestas se dan a conocer y en muchas ocasiones, a través de actividades como las migas solidarias, apoyan fines sociales. Las fiestas son una girándula, donde los que se mueven son los ciudadanos y colectivos. Eso hace que la gente viva en la calle, unos porque lo están organizando y otros porque acuden a la convocatoria. Los ciudadanos hacen las fiestas, por eso son tan populares, solidarias y humanas.
Las Fiestas del Vino quedaron el año pasado como las mejores del país en un concurso de una cadena de televisión, y fue por la capacidad de convocatoria, para la gente del entorno y de otros puntos de España. Eso las hace más universales. Evidentemente hay que destacar también la atracción que generan los conciertos gratis en la plaza de Valdepeñas, hasta tal punto que hemos tenido que crear nuevos escenarios porque se queda pequeña. En la plaza cogen 6.000 personas, no cogen 9.000, y hemos tenido que diversificar las actividades.
Aquí la ciudad no duerme. Es una panoplia tal de oferta que cualquier ciudadano de fuera se queda sorprendido de que una ciudad de 32.000 habitantes tenga la capacidad de organizar este programa de forma continuada. La gente joven sobre todo se queja de que cortamos los conciertos a las 4 de la mañana. Pero cuando cortamos a esa hora estamos trabajando hasta las 7 porque hay que limpiar, ya que los que se fueron a las 2 estarán a las 7 en la calle organizando una actividad.
P-. Ha estado detrás de la organización de diecisiete fiestas del vino, ¿cómo sorprender?
R-. Las Fiestas del Vino se han adaptado a las nuevas demandas. Hace 15 años las peñas con los carros generaron una cultura de calle, sin embargo, ahora han bajado en más de un 50%. Ahora existen nuevas demandas de ocio: el chaval de 16 años se lo pasa mejor con un concierto de djs, compartiendo “litrona” de forma civilizada, y sintiéndose más libre.
En las fiestas de hace 15 años todo era en la plaza de España, sin embargo, nos hemos dado cuenta de que hay que diversificar para dar respuesta a todo tipo de público. Así, hemos creado diferentes escenarios, para que el que le guste el folclore vaya a un escenario, el que quiera la música rap a otro, el que le guste el cantante de moda venga al concierto de la plaza, el que le guste la fiesta más tranquila tenga una programación teatral, escénica o de danza en el teatro, y el que quiera relajarse y reconocer el pueblo haga la visita guiada en el tren turístico. La cuestión es que da igual lo que te divierta, a cualquier día tendrás un punto donde acudir.
P-. Las Fiestas del Vino reúnen a personas de todos puntos de España, aparte de la comarca y de la propia, ¿qué suponen a nivel económico?
R-. No está cuantificado, ahora bien, las Fiestas del Vino vienen costando medio millón de euros y posiblemente la reversión económica cuadriplique estas cifras. Hay que tener en cuenta que durante estos días la población se duplica, aparte de la capacidad de convocatoria que existe en los fines de semana a través de las redes sociales, cuando acuden personas de todos los puntos de España. A finales del mes de julio ya no quedaba ninguna habitación libre en hoteles de Valdepeñas.
Si miramos a los negocios de la plaza, si un bar en un fin de semana normal de época estival vende 10 cajas de vino, en las fiestas 100. Y no es una hipérbole, es que venden 100. Además, la plaza sigue siendo el centro neurálgico, pero la apertura de nuevos escenarios ha permitido que hoy no se beneficien solo los cinco o seis negocios de la zona, sino 30 o 40 repartidos por toda la ciudad.
Desde luego los beneficios se quintuplican en el sector de la restauración, los hoteles están a full y también existe reversión económica en el sector terciario. Los que vienen de fuera aprovechan para visitar las firmas que tenemos, como Springfield, Mango, Leroy Merlin, Decathlon,…
Eso sí, más allá del ámbito económico, hay que tener en cuenta la catarsis que sufre Valdepeñas como ciudad vinatera en el mes de septiembre, cuando se inicia un nuevo ciclo de vida. En septiembre, cuando se recogen los frutos, nos quitamos el polvo del año pasado y cogemos nuevas energías y esperanzas para el futuro.
P-. En esta época de vendimia, ¿qué supone el vino para las fiestas y cuál es el papel de la Denominación de Origen Valdepeñas?
R-. Vino, Valdepeñas, vida: tres conceptos con “v”. Valdepeñas, viña, España: tres nombres con “ñ”. Al final es una santísima trinidad que conjuga muchas aventuras y esperanzas y compromisos. Viendo la situación del PIB de valdepeñas, hoy podemos decir que Valdepeñas ya no vive solo del vino. Pero sin el vino no podría vivir. El vino aporta directa e indirectamente un 20% del PIB, que es mucho. Somos capaces de generar una materia prima que aporta el 20% a la economía. España está en la mitad. Eso ha hecho que hayamos soportado la crisis de los dos últimos lustros con más solvencia que otras ciudades.
Por su parte, el Consejo Regulador tiene un papel presencial, de avalar un producto de calidad y poner en valor el vino.
P-. Afronta el quinto mandato al frente del Ayuntamiento de Valdepeñas, ¿dónde tiene el foco puesto el Equipo de Gobierno apenas un mes y medio después de la investidura?
R-. Para mí no acabo de llegar, ni he vuelto. No me he ido por decisión generosa de las valdepeñeras y los valdepeñeros a los que no agradeceré bastante el que hayan hecho de mí una persona que vive para Valdepeñas y, además, ya no sabría vivir haciendo otras cosas.
Si nos retrotraemos a los ciclos electorales, que determinan que cada cuatro años termina un ciclo, primero, terminar lo que había en marcha, que no había poco. En este tiempo llevamos 67 acciones iniciadas, desde el II Plan de Igualdad para una mayor concienciación sobre la igualdad de género, a la puesta en marcha de las Fiestas del Vino o de los proyectos Edusi (Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado), que son los que van a hacer factible todo el trabajo de los próximos 4 años.
Conseguimos en la legislatura anterior 6 millones de euros para inversiones en materias como la eficiencia energética, la conexión del barrio de San Pedro o el nuevo albergue para poner en valor el Cerro de las Cabezas. Esto ha sido un no parar, tanto que es agosto, y aquí estoy, este año no ha habido vacaciones.