El 16 de agosto del año 2020 fallecía en Valdepeñas, su ciudad natal y la mía, mi buen amigo Mariano Carrazón, popularmente conocido como: «Chavolena», el hombre que más sabía de cuevas y bodegas de la «Ciudad del Vino», en el pasado siglo, dado que, siendo todavía un niño comenzó a ayudarle a su padre a transportar vinos con un carretón-carro tirado por una o dos mulas, que llevaban un bocoy de 40-50 arrobas-desde las bodegas hasta la estación de ferrocarril de Valdepeñas, donde dichos bocoyes, pellejos y cubas eran embarcados en trenes con destino Madrid y otras ciudades.
Desde la puesta en circulación en 1861 del famoso: Tren del Vino», que, diariamente arrastraba 25-30 vagones cargados de los caldos valdepeñeros hacía que dicho néctar de Baco llegara a muchas más ciudades y puertos, desde donde exportaban a Ultramar y otras latitudes prestigiosas bodegas como: Luis Palacios, «Los Tellos», Caravantes, Ruiz de León, Tarancón, Cornejo, Eusebio Vasco, Peinado y Cía, Morales, Nieva, Morenito, Piqueras, Guerola, Luis Megía, Brotons…, entre otras muchas que abastecían el mercado nacional y el de otros países, donde nuestros caldos eran muy estimados, ya que su calidad-precio era inigualable.
Otras bodegas
También actualmente, lo hacen otras bodegas: Felíx Solís, «Los Llanos», Juan Antonio Megía e Hijos, Miguel Calatayud, Bodegas Arúspide, Navarro López, Bodegas Real y algunas más acogidas a la DO: Valdepeñas, que ya exportan a más de 120 países, especialmente la familia Solís, que, partiendo de una pequeña bodega familiar han creado un imperio bodeguero de los más grandes del mundo, que tiene filiales en distintas Denominaciones de Origen y plantas embotelladoras en China y otros sitios, algo impensable incluso por el fundador de la bodega don Félix Solís Fernández, que fue un gran emprendedor, como su hijo Félix Solís Yañez, actual Director General del grupo bodeguero que, junto a sus hermanos: Pedro, Juan Antonio y Manuel, son los propietarios.
Años después
Tiempo después, cuando se generalizó el transporte con camiones-cisternas, los carretones dejaron de ser necesarios y el amigo «Chavolena» se dedicó a los tratos, especialmente a hacer de intermediario entre el agricultor de cosecha propia, que elaboraba sus vinos y después vendía al bodeguero exportador.
En ese tipo de compra-venta era imprescindible el citado: «Chavolena», dado que era un hombre serio y formal en los tratos y se puede decir que todos los bodegueros-exportadores tuvieron relaciones comerciales con el nombrado tratante, incluida mi familia, cuya bodega fundó mi abuelo en 1920 bajo el nombre de: «Bodegas Sta. Pola», que, en 1944 amplió al crear una sociedad regular colectiva con sus hijos: Matías, Joaquín y Francisco-mi padre-, que era el que elaboraba los vinos de la compañía mercantil, que se denominó: «Bodegas de Matías Brotons y Hermanos», en Valdepeñas; bodegas que abastecieron durante más de 60 años a la mítica y varias veces centenaria: «Taberna de Antonio Sánchez», tasca ilustrada madrileña en la que, teniendo como confidente al vino que hacía mi papá tenían tertulia semanal las siguientes personalidad: Pío Baroja, Gregorio Marañón, Julio Camba, José María de Cossío, Ignacio Zuloaga, Vázquez-Díaz, Joaquín Sorolla, Juan Cristóbal, Juan Belmonte entre otros, destacando especialmente, el abogado, juez, cronista oficial de Madrid, colaborador de: «ABC» y escritor, Antonio Díaz Cañabate, que, en su libro: «Historia de una Taberna» (Espasa-Calpe, 1947), elogia los vinos que elaboraba mi padre, Francisco Brotons Gonzálvez, que, en gloria esté.
Homenaje
Sirvan estás líneas de recuerdo, homenaje y reconocimiento al buen amigo «Chavolena», colega con el que compartí el vino y la amistad en bares, tabernas y bodegas de nuestra amada Valdepeñas, patria chica de Gregorio Prieto, Juan Alcaide, Francisco Nieva, Sagrario Torres, Ignacio Crespo-Foix. Óscar Benedí.
