VIÑA ALBALI VALDEPEÑAS 4 |
BURELA FS 1 |
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Edu Sousa, José Ruiz, Chino, Cainan, Matheus Preá – cinco inicial – Xavi Cols, Sergio González, Juanan, Nano, Catela, Coro, Álex García, Rafael Rato, Dani Santos. | M. Kaluza, Giasson, Iago Míguez, Renato, Pitero – cinco inicial – Lucho, David Pazos, Javi Rodríguez, Edu, Matamoros, Álex Diz, Nito, Eto’o, Quintela. |
ÁRBITROS Mayo López y Panadero Díaz-Concha. Amarillas para los locales Cainan y Chino y para los visitantes Matamoros, Eto’o, Álex Diz y Iago Míguez, además de la expulsión de Javi Rodríguez por doble amonestación. |
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GOLES 1-0 (13′): Catela. 2-0 (18′): Juanan. 2-1 (27′): Iago Míguez. 3-1 (38′): Chino (doble penalti) 4-1 (40′): Chino (doble penalti). |
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INCIDENCIAS Partido correspondiente a la cuarta jornada de liga de la Primera División de fútbol sala celebrado a puerta cerrada en el Pabellón Virgen de la Cabeza de Valdepeñas. |
Ocho meses después volvió la liga al Pabellón Virgen de la Cabeza. Podríamos decir que volvió al Infierno de La Mancha, pero ese infierno hoy es historia y la instantánea que presentaba en el primer encuentro de liga era más bien triste y desangelada. En un pabellón vacío, la crónica deportiva pasó a un segundo plano. Hubo goles, sí. Pero poco ruido. Más bien ninguno. El silencio fue el protagonista y los decibelios sonaron con el chillido de las zapatillas, con las voces de los entrenadores, con los susurros al oído, con alguna tecla de los ordenadores. Incluso alguna cisterna, valga la curiosidad. Y todo eso llama más todavía la atención cuando hablar del Viña Albali es hablar de ruido, de fiesta, de una religión, de una afición con mayúsculas.
Con este ambiente y rodeado de una serie de circunstancias, David Ramos arengó a los suyos al grito de “contra todos y contra todo”. Porque, por hacer las cosas bien, de momento ya se ha visto obligado a aplazar dos partidos. Porque, por hacer las cosas bien, el Infierno de La Mancha sigue cerrado, en silencio y sin ruido.
A pesar de todo, el Viña Albali se enfundó la camiseta para disputar un partido que parecía más bien un alquiler de la pista de diez amigos que un partido de Primera División. En frente estaba un Burela con el logotipo de la RFEF en su manga izquierda. En frente, los azules, con el logotipo de la madre del fútbol sala, la LNFS que levantó un deporte, lo puso en el panorama internacional y que hoy vive una guerra mediática en los despachos que cansa y hastía a más de uno.
A Dios gracias, el fútbol sala triunfó por encima de ideologías futbolísticas y el Viña Albali fue prácticamente el dominador del encuentro, un encuentro que estuvo lleno de intensidad, de una presión máxima y que, al fin y al cabo, el marcador hizo justicia. En ese silencio, Xavi Cols puso la nota triste del día en un gesto fortuito que le mandó en muletas al hospital. Todo indica una lesión grave de tobillo. Unos vaticinan una distención o luxación. Otros, algo más grave. Veremos a ver.
También hubo tiempo para la polémica con dos penaltis claros a Rafael Rato y a Juanan, pero con el silencio rotundo y sin presión alguna, arbitrar en Valdepeñas es disfrutar de su gastronomía y sus vinos.
En el primer tiempo, Edu Sousa se empleó a fondo en un par de ocasiones, pero el pulpo portugués se llenó de reflejos. Los de David Ramos tuvieron varias ocasiones con Matheus, Dani Santos o Chino, pero fueron Catela y Juanan los que pusieron los dos goles al descanso. Primero fue el gaditano, en plena presión, cuando robó la bola a un adversario y se lució para picarla y poner el 1-0 en el marcador. Pura magia.
El otro fue Juanan, en una contra de libro, cuando le dio tiempo suficiente para pensar en plena conducción y decidir pegarla abajo y colocadita para poner el 2-0 al descanso.
Tras el descanso, el Burela metió una marcha más al partido. Edu Sousa se empleó a fondo en tres ocasiones para parar tres duros disparos, pero a la cuarta fue la vencida y Iago Míguez recortaba distancias al empujar un balón en línea de gol.
Con 2-1 en el marcador, y pasado el ecuador del segundo tiempo, el partido entró en una fase de intriga donde cualquiera de los dos se podía llevar el gato al agua. Ahí el Burela se colocó con cinco faltas y empezó a jugar con fuego, y decidió jugársela al todo o nada metiendo el juego de cinco, ingredientes suficientes para provocar dos lanzamientos de 10 metros. Chino, previa conjura de coger carrerilla de otros diez metros, limpiarse las suelas y llenarse de frialdad, colocó los dos lanzamientos al fondo de las redes para finiquitar el partido con un claro 4-1.
En definitiva, una victoria justa, de muchos goles y poco ruido. Un silencio atronador que la Marea Azulona sigue aguantando y que pide a voces animar a su equipo porque, simplemente, están haciendo las cosas de manera ejemplar.