A las nueve de la noche comenzaba la oración en el que el prelado estuvo acompañado por el Cabildo de la Catedral y otros sacerdotes del clero arciprestal. Se inició el rezo de Vísperas con la invocación y oración introductoria, a las que siguieron el himno “Tú nos dijiste que la muerte”, para a continuación cantar toda la asamblea los salmos 120 y 129, respectivamente, y el cántico (Filipenses, 2, 6-11). Tras la lectura breve, tomada de la I Carta a los Corintios, -concretamente los versículos 55 al 57 de su capítulo 15, el obispo Gerardo Melgar hizo una breve homilía centrada en dos palabras: Gratitud y Petición.
Gratitud y petición
Gratitud, decía el Obispo, por su saber estar en la Diócesis, debiendo valorar su bondad y fidelidad, ya que en todo momento no dudó en entregar su vida y su ministerio a los fieles diocesanos, facilitando con ello el encuentro y el descubrimiento del amor de Dios, y petición, por su eterno descanso, para que Dios Padre lo redima, en lo que necesite, y lo libere de la muerte terrena concediéndole de ese modo el disfrute del gozo y la felicidad eterna.
Continuó la Vigilia con el rezo del responsorio breve, el canto del Magníficat, las preces, y la oración conclusiva. El acompañamiento musical, al órgano, corrió a cargo del sacerdote Francisco Romero García.