Plaza de toros de Villamanrique (Ciudad Real). Corrida de toros. Casi lleno sobre el aforo permitido.
Se lidiaron seis toros de Manuela Patón, de presentación y juego desigual. Mejores segundo y tercero.
Manuel Escribano: dos orejas y dos orejas y rabo.
Román: dos orejas y oreja.
Joaquín Galdós: oreja tras aviso en ambos.
Los tres toreros salieron a hombros.
Hacía más de veinte años que no se celebraba una corrida de toros en Villamanrique, localidad de gran tradición ganadera, y volvieron en tiempo de pandemia (ya mitigada), a plaza casi llena y con toros locales que empujaron en el peto y a los que les faltaron cosas, pero que no molestaron y a los que se les cortaron un total de nueve orejas y un rabo.
El primero resultó bronco, soltando la cara en los dos primeros tercios. Sin embargo Escribano logró suavizar sus acometidas levemente, sin demasiadas sutilezas, terminando entre los pitones del toro, que tuvo nobleza. Lo mejor, la contundente estocada entera arriba cobrada en el primer intento.
Tampoco tuvo entrega ni clase el cuarto, con el que Escribano se fajó con pundonor para complacer a los poblados tendidos que antes se habían puesto en pie con los cuatro pares que clavó el torero de Gerena, más lucidos que los logrados en el que abrió plaza. De nuevo se tiró a matar con mucha verdad a pesar de que su oponente echaba la cara arriba (como efectivamente hizo) y lo pasaportó con efectividad, cortando un rabo en pago a su disposición.
Román no dio la sensación de soltura en ninguna de sus dos faenas. Se enfrentó en su primer turno a un ejemplar gacho y poco ofensivo de pitones que se dejó bastante por el derecho. Por ahí llegaron los momentos más rescatables de un trasteo aseado sin más que fue bien rematado con la espada a la primera. El quinto pasaba sin humillar por lo que, después de intentarlo sin brillo por los dos lados, optó por un arrimón que derivó en una voltereta sin consecuencias. Dejó media arriba y a sus manos fue una oreja.
El tercero resultó muy toreable por el derecho, pitón por el que Joaquín Galdós basó su faena, asentada de plantas, ceñida a pesar de citar algo al hilo y de buen tono en general. Como hicieran sus compañeros mató certeramente al primer viaje, aunque necesitó de tres golpes de descabello para tumbar al de Manuela Patón, quedando el premio en una oreja.
Vibrante resultó el recibo a la verónica de Galdós, o eso nos pareció porque la polvareda que se produjo fue de órdago. El de Patón llegó al último tercio con media arrancada y Galdós lo esperó con la mano retrasada para aprovecharlo mínimamente, sin demasiada brillantez plástica. Tiró de zapatillazos (y de otra buena estocada) para animar a los tendidos a la petición de un trofeo, que le fue concedido a pesar de tardar el toro en doblar.