Villar del Pozo tiene una superficie de 1323 hectáreas y una población de 99 habitantes. Un pequeño municipio que vio como la cercanía del aeropuerto podía modificar su realidad urbana. Está situado en el centro de la provincia limitando con Ballesteros y Cañada de Calatrava.
En las zonas de El Lutero y en las ruinas del Castillejo se han encontrado hachas y puntas de flecha de la edad de Bronce y en los alrededores de las piedras del Miradero hay restos de la edad de Hierro. El nombre de Villar del Pozo hace referencia a la existencia del suministro de agua de esta pequeña población. En la escritura de donación de la población a la orden de san Juan de 1226 se menciona ya la existencia de este núcleo urbano y en 1228 Villar del Pozo recibía su carta puebla.
Sin embargo, debido a su reducido desarrollo Alfonso X, al fundar Villa Real, incluye en su delimitación territorial a Villar del Pozo. En este siglo la propiedad de la localidad va pasando por diferentes manos. El hecho de incluir a Villar del Pozo en el territorio de Villa Real motivó un pleito resuelto finalmente a favor de la Orden de san Juan y así, el 25 de diciembre de 1289, obtenía el reconocimiento judicial de sus derechos sobre la villa. Sin embargo, hasta mediados del siglo XIV, la Orden no logró incorporar este enclave a su territorio y en ese momento fundó una de sus encomiendas. La villa mantendrá su relación eclesiástica con la orden de san Juan hasta 1683. Por ello, Villar del Pozo sigue celebran a san Juan Bautista como su patrón.
La población tiene en uno de sus bordes la carretera de Ballesteros a la estación de Cañada. En el centro del conjunto urbano la plaza de la Constitución en la que se cruzan la calle Real que se prolonga con la de san Juan Bautista y la calle Cervantes que se prolonga en la calle obispo san Blas. Un núcleo urbano con cerca de 6 hectáreas de superficie.
Los hervideros
Entre los propios de esta villa se encontraba una finca llamada de los “Hervideros”, porque en ella manaban dos fuentes termales de aguas acídulo-gaseosas. Para su aprovechamiento balneario, el municipio las arrendaba a particulares. A mediados del siglo XIX los “baños minerales” de Villar del Pozo gozaban de fama en la región y buscando su beneficio saludable, concurrían a ellos numerosos manchegos. Pero ya en nuestro siglo, al decaer su demanda, dichos baños, que podrían haber singularizado a esta villa, dejaron de representarla. El ayuntamiento perdió incluso la titularidad sobre ellos.
Cirilo Vara y Soria, primer arquitecto provincial de Ciudad Real se encargó del proyecto de reforma de la casa de baños de Villar del Pozo que posteriormente sería modificado por su sucesor José Ramón Berenguer. En 1862 el médico director del balneario Manuel Torrecilla y Toledo indicaba las obras que era necesario realizar. Había que levantar la gradería existente y rehacerla de nuevo con piedra resistente.
Había que construir un segundo baño para separar el uso de éstos por sexo. Había que construir también una cerca alta en todo el perímetro para ubicar allí unos vestuarios y a unos ochenta metros de los baños se debía construir una casa de dos plantas con habitaciones en la planta superior para el médico director y pacientes imposibilitados.
Y junto a ello, en el entorno, se debía plantar una alameda. Cirilo Vara realizó un proyecto que suponía una inversión de 169.178 reales. El proyecto detallado de Cirilo Vara no se llegó a realizar porque la subasta de las obras quedó desierta en dos ocasiones siendo José Ramón Berenguer quien realizaría el nuevo proyecto que modificaba el edificio de la vivienda con nuevas distribuciones y usos, ajustando así el presupuesto de forma significativa.
Los baños pasaron a estar dentro de la Escuela Hogar que se constituyó en ese espacio en los años sesenta del siglo pasado y en la actualidad están totalmente abandonados. La estructura metálica que cubría una de las zonas de baño se trasladó a los jardines del Prado de Ciudad Real conformando el templete que en la actualidad acoge actividades musicales y culturales diversas. La fotografía que Elena González Cárdenas tiene en su web de este espacio con su cubierta es una excelente referencia histórica de esta estructura.
La fábrica de cerámica
La Fábrica de cerámica de Villar del Pozo utilizaba en gran parte sistemas tradicionales, pero incorporaba nuevas tecnologías y producción a mayor escala. La fábrica se construyó con participación alemana a principios del siglo XX. El conjunto acotado por un cerramiento exterior acogía una serie de edificios y viviendas para los responsables del conjunto.
Tres edificios importantes conformaban la instalación. El edificio central, de planta rectangular, tenía una alta chimenea y era el horno para la cocción de los ladrillos que se fabricaban de forma artesanal. Una construcción realizada con muros de piedra de 26 metros de largo y 11 de ancho con un núcleo central en cuya parte más ancha se localiza la chimenea de 31 metros de altura, 2,50 metros de diámetro en la parte inferior y 1,30 en su coronación superior.
En la parte redondeada 4 huecos de acceso y en los tramos rectos 6 accesos en cada uno de ellos. Desde la parte superior de este espacio al que se accedía por una pequeña escalera situada en la parte curva se podían abrir o cerrar diferentes compuertas metálicas que acotaban los espacios de la parte inferior. De esta forma el horno podía utilizarse en diferentes fases en cada una de sus áreas controlando la temperatura y el grado de cocción de los materiales. El conjunto estaba cubierto con una estructura a dos aguas en la parte recta del mismo dejando la zona curva donde se situaba la chimenea libre. La estructura de cubierta era metálica con elementos roblonados sobre los que apoyan piezas de madera donde apoyan las tejas.
Horno para cemento
El segundo edificio importante del conjunto es el horno para cemento que se remataba con un tronco de cono de gran tamaño con unos 7,5 metros de diámetro en la base y cinco en su parte superior. Un elemento con la planta cuadrada de 8,3 x8, 3 metros y una altura total, incluido el tronco de cono superior, de 9,60 metros. Los pequeños huecos abiertos en la zona superior y las proporciones del elemento con su hueco de acceso rebajado en la parte inferior dan a esta pieza un carácter simbólico singular.
La planta auxiliar para el trabajo cerámico de planta rectangular de 16 x 11,3 tenía en su centro dos chimeneas cilíndricas de 3 metros de diámetro cada una de ellas que sobresalen unos 5,5 metros cada una de ellas sobre la cubierta. De la instalación hay planos y fotografías en el libro de Patrimonio industrial que la Junta de Comunidades publicó en 1995.
El conjunto se completaba con la zona de residencia y administración situada junto al acceso principal al conjunto. Situado junto a la línea de ferrocarril tenía unas posibilidades excelentes de distribución de los materiales fabricados en las instalaciones. El complejo industrial sufrió el deterioro del abandono, el saqueo de sus materiales y las demoliciones con la llegada del aeropuerto.
Para remediar algunos de estos males se anunció la puesta en marcha de un taller de empleo para su rehabilitación. El edificio ha perdido muchos de sus elementos singulares y los que se han mantenido o rehabilitado lo han sido con desigual fortuna. Un mal entendimiento de la realidad del patrimonio industrial que podría haber tenido usos diversos en relación con el aeropuerto o fuera de su contexto.
Dos elementos singulares: los baños y la fábrica de cerámica que podrían haber sido elementos importantes en la valoración singular de Villar del Pozo. Elementos que rehabilitados de forma inteligente podrían ser elementos de dinámica social y económica para la población.