Una treintena de familias de Villarrubia de los Ojos siguen atrapadas en una pesadilla personal y judicial desde que hace unos años confiaron los ahorros de toda una vida –en muchos de los casos- en un corredor de seguros que presuntamente les ha estafado 1,2 millones de euros.
El domingo pasado, con cincuenta y tantos años, murió de cáncer uno de los afectados que ha perdido 100.000 euros en manos del procesado, Pedro Garrido. “Es verdad que tenía una enfermedad grave pero el estado de ánimo ha influido en la evolución de los suyo, y encima también había perdido dinero en el fraude de Fórum Filatélico”, explica Jesús Javier Juárez, el perjudicado más activo en denunciar su caso.
“Él ha muerto pero todos tenemos el estado de ánimo por los suelos, sobre todo su mujer, ¡no sé cuántos más tenemos que morir!”, se queja Juárez.
Sin fecha de juicio
En noviembre se cumplen tres años de la denuncia y el caso sigue sin fecha de juicio. En este tiempo el presunto estafador, que ha pasado dos años en prisión preventiva, está en libertad provisional (vive en Daimiel, no se atreve a ir a Villarrubia de los Ojos, según Juárez).
Trabajador de la construcción y agricutor de 45 años, Juárez confió confió los ahorros de toda su vida y los de su padre a Garrido, un agente de seguros de confianza (fue a su boda) que actuaba supuestamente amparado por compañías como Helvetia y Santa Lucía, que ahora se desentienden. En concreto casi 400.000 euros (215.000 suyos y 180.000 de su padre) de los 1,2 millones de euros a los que, finalmente, se estima que asciende la estafa piramidal entre los años 2014 y 2016.
Estafa y falsedad documental
Los afectados, representados por el abogado José Luis Vallejo, acusan a Garrido de estafa y falsedad documental. También reclama la responsabilidad civil subsidiaria de las aseguradoras Helvetia y Santa Lucía, en cuyo nombre captaba inversiones el presunto estafador.
Pero más allá de las penas de prisión que se pidan, lo tremendo del caso es que las familias ahorradoras ven imposible recuperar un solo euro. “Él no tiene nada a su nombre”, y se quejan de las escasas garantías que tiene el sistema para controlar a este tipo de desaprensivos. “Los consumidores estamos totalmente expuestos y nadie responde por nada”.