En un rincón olvidado de la geografía rural, un grupo de estudiantes de instituto ha dejado atrás la comodidad de su hogar para sumergirse en un viaje al pasado. Durante una semana, estos jóvenes, cuya mayoría nunca había tocado una azada ni visto de cerca una fragua, se enfrentan por primera vez a la dureza y belleza de los oficios tradicionales en un pueblo abandonado desde hace décadas. Entre huertas, ganado y el calor de una forja encendida, redescubren las tareas que alguna vez sostuvieron la vida de sus abuelos, conectando con un legado que parecía perdido y aprendiendo, de primera mano, el valor de la tierra y el trabajo manual.
Del 6 al 12 de octubre una veintena de alumnos de 1º de Bachillerato del IES Guadiana de Villarrubia de los Ojos afrontaron un viaje de medio siglo hacia el pasado a Umbralejo, un pueblo de la Sierra de Ayllón, en la provincia de Guadalajara, que perdió a su último habitante en 1972.
Pocos años después Umbralejo, junto a Granadilla (Cáceres) y Búbal (Huesca) se convirtieron en el epicentro de un novedoso programa educativo, el Programa de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados (PRUEPA), que este 2024 cumple cuarenta años.
PRUEPA
El programa busca acercar a los jóvenes, en su mayoría provenientes de entornos urbanos, a la vida rural, ofreciéndoles la oportunidad de comprender la importancia de adoptar actitudes responsables para lograr un equilibrio entre el ser humano y la naturaleza.
Incluye actividades en diversos ámbitos, como la educación ambiental orientada a la sostenibilidad, la salud, la animación y convivencia, y la recuperación cultural y física. Pone un énfasis especial en educar sobre el medio ambiente y reconocer su rol fundamental en la vida humana y en el progreso social, destacando la urgencia de tomar decisiones y actuar para frenar su deterioro.
En sus inicios, el programa se enfocaba en tareas similares a los campos de trabajo, centradas en la rehabilitación física de pueblos. Con el tiempo, se ha consolidado como una iniciativa educativa de referencia tanto a nivel estatal como internacional, y sus objetivos ahora se alinean con la educación para el desarrollo sostenible, respondiendo a la necesidad de nuevos valores y guías para enfrentar los desafíos socioambientales de hoy en día.
Umbralejo, pueblo de Guadalajara
Al llegar a Umbralejo, en la zona oriental de los Pueblos Negros, los alumnos del IES Guadiana se encontraron con un municipio detenido en el tiempo, donde la arquitectura negra de origen medieval, con muros de pizarra y cuarcita, cuenta historias de una vida rural pasada. Fascinados, recorrieron sus calles y observaron cómo el suelo pobre y seco había condicionado los cultivos de secano en los alrededores, limitando las huertas a la pequeña vega cercana. Un terreno baldío que aceleró su despoblación allá por los sesenta y setenta.
Al caminar por el paisaje, descubrieron robledales y encinares dispersos, recuerdos de aquellos árboles que antaño se aprovecharon para hacer carbón y que hoy apenas quedan en formaciones aisladas.
En la ribera, fresnos, álamos y sauces se alzaban junto al río, rodeados de arbustos como el tomillo, la jara pringosa y el espino albar, cuyas flores perfumaban el ambiente. Entre los sonidos de la naturaleza, algún pinzón, un zorzal y hasta el vuelo de un buitre les recordaban que, aunque deshabitado, Umbralejo seguía siendo un refugio vivo para la fauna.
Los estudiantes villarrubieros no fueron solos al pueblo. Compartieron experiencia con 25 alumnos del IES Santa Ana de Candelaria, en la isla de Tenerife. Algo que, como comentó la profesora que coordinó la participación del instituto, Gema García de la Mora, enriquecía todavía más lo vivido durante la semana, propiciando un gran intercambio cultural compartiendo vivencias en un espacio educativo neutral.
En Umbralejo los estudiantes experimentaron una desconexión digital total y se internaron en la ruralidad de la década de los sesenta. Desde primera hora de la mañana afrontaban los “tajos”: trabajaban en el huerto, con el ganado, en albañilería si hacía falta mantener o reconstruir algo, en la fragua, talleres de cestería, apicultura, entre muchos otros. Hay todo tipo de talleres y oficios que recrean la vida rural, con lo que además de llevarse ese conocimiento, los alumnos aportan su granito de arena en una recuperación que se basa en técnicas originales y materiales como la pizarra y la cuarcita.
Durante todo el año estudiantes de todo el país pasan estancias de una semana en Umbralejo y los otros dos municipios del programa PRUEPA, convirtiendo estos municipios deshabitados en grandes recursos educativos. Para la profesora Gema García de la Mora es una gran experiencia a vivir, por esto ésta ha sido la quinta vez que la ha disfrutado, la primera con el IES villarrubiero.
Scape city
Para ser seleccionado para el programa hay que presentar un proyecto. En su caso el IES Guadiana realizó ‘Un scape city en un pueblo abandonado para favorecer la inclusión y la sostenibilidad emocional en entornos naturales’. Una propuesta que estaba en consonancia con el desarrollo de una serie de objetivos generales, relacionados con la temática de la convocatoria: como son concienciar al alumnado sobre la importancia de conectar emocionalmente con la naturaleza; valorar los espacios naturales como fuente de crecimiento personal y esparcimiento; conectar con un entorno desconocido; entender la naturaleza como un espacio inclusivo; favorecer la inclusión de todos los participantes en la semana de convivencia en un pueblo abandonado; y respetar el espacio natural de los diferentes pueblos abandonados y contribuir a su preservación.
Además, en su caso, propusieron y crearon un juego de pista o scape city en un pueblo abandonado basado en una historia de misterio genuina y original, utilizar su ingenio para generar puzles, pistas y acertijos y potenciar su orientación en entornos naturales.
Por su parte el instituto tinerfeño elaboró un diario en Instagram sobre lo que ofrece Umbralejo y su experiencia en el pueblo, con el objetivo de que sirva como herramienta de promoción de todo lo que ofrece Programa de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados.
Umbralejo está abierto para el público en general casi todo el año pero, aunque la visita es libre, el horario es restringido. Durante las horas de visita es posible adentrarse y recorrer toda la localidad.
Existen unos 70 edificios entre casas y pajares rehabilitados para utilizarlos como alojamientos, comedores, talleres, almacenes o aulas. Es importante destacar que quedan algunas casas originales, como la perfectamente restaurada dedicada hoy a museo etnográfico.
Callejeando se puede constatar el buen trabajo de rehabilitación que se ha llevado a cabo en las últimas décadas y conocer toda la infraestructura que se ha desarrollado para acoger las actividades y talleres que disfrutan los alumnos del programa PRUEPA.