Ciudad Real se prepara para vivir un emotivo acontecimiento este fin de semana, cuando la imagen de Jesús Cautivo de la Hermandad del Prendimiento salga de su barrio el sábado para pasar la noche en la Catedral y volver el domingo en una procesión extraordinaria para conmemorar el XXV Aniversario de la fundación de la cofradía de penitencia más joven de la capital ciudarrealeña.
Sin embargo, más allá de la solemnidad religiosa, fuera de toda duda en el entorno del Prendimiento, tras los muros de la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles, late una historia vibrante y llena de vida en el corazón del barrio que le da nombre. Ahí, en los bancos de su plaza recientemente arreglada, muchos ciudarrealeños se han visto en estos últimos veinticinco años. Y han visto crecer a su cofradía. Tanto que ahora también está la imagen de María Santísima de la Salud en ella.

El barrio de los Ángeles, situado al sureste de la ciudad, es uno de más señeros de la ciudad; es un crisol de identidades, un rincón de gente humilde y trabajadora donde el sentimiento de comunidad y de pertenencia son parte de la columna vertebral que sustenta sus relaciones. Con una población de aproximadamente 7000 habitantes, ha sido testigo de la evolución de la hermandad desde sus primeros pasos en 1998. Además, el vecindario ha ido creciendo a la vez que la propia cofradía. Donde antes había era y campo, ahora hay decenas de urbanizaciones.
La parroquia, como casi todas en los barrios, tiene cerca el Centro Social. Ambas funcionan como un punto de encuentro tanto espiritual como comunitario. El espacio entre ellas es el epicentro de una comunidad que destaca en participación y compromiso. En el centro del triángulo que forman la parroquia, el colegio y el centro social, late un barrio de los de antes: con sus tiendas donde hay de todo, la peluquería de toda la vida, los bares con barra de aluminio y un aroma a otra vida.

El colegio Nuestra Señora del Prado -Marianistas- se erige como el pilar educativo en este barrio, y su estrecha vinculación con la Hermandad del Prendimiento no hace sino fortalecer el sentido de pertenencia y de la fe que adquieren los más pequeños de la casa. Niños y jóvenes, guiados por los valores marianistas, se suman activamente a la tarea de embellecer las calles y balcones para esta extraordinaria, y se convierten en la savia que nutre el espíritu del barrio.
Asimismo, la Asociación Vecinal ‘Carlos Eraña’ que, con su energía incansable, se esfuerza por hacer de los Ángeles un lugar lleno de vida y “pelear por la gente de aquí”, dice su presidenta, Miriam. Ella, a su vez, es la peluquera de todos. La asociación es una de las más activas de la ciudad. Y Miriam lo tiene claro: “Con la Hermandad hacemos de todo, porque es parte importante de la vida del barrio”. Ahora, hacen flores de papel y guirnaldas para vestir la calle Nuestra Señora de los Ángeles para un fin de semana especial.

Carmen y Carmen, dos maneras de vivirlo
Carmen Barón (65), una vecina del barrio de los Ángeles, vive su conexión especial con Jesús Cautivo desde hace más de 15 años. Su historia es peculiar, porque fue hermana de la cofradía hasta hace relativamente poco, aunque lleva años “estando para todo”, afirman desde el seno de la hermandad. Carmen vivió durante muchos años en Madrid y Barcelona, pero ella creció en el barrio de los Ángeles: “Me mudé aquí cuando tenía siete años, y aunque me casé y me fui, decidí regresar después de quedar viuda”.

Ese sentimiento de pertenencia se nota al ver a Carmen en el barrio, que saluda a varias convecinas como se saludan unas comadres, con la cotidianeidad y la rutina de quien se conoce de todos los días. El balcón de Carmen da a la Plaza de Jesús Cativo, que desde hace un tiempo reciente luce espléndida y remodelada. Carmen asegura que volvió al barrio porque “quería volver a mis raíces”. Fue al año de volver a Ciudad Real cuando conoció al Cautivo: “La primera vez que lo vi salir me quedé impactada por la mirada que tiene”.
En esos ojos, Carmen ve “una mirada de paz que, a pesar de los momentos difíciles, transmite mucha serenidad y amor, y esa es la esencia que me atrapó del Cautivo”. Carmen pasa a la parroquia a verlo a menudo, aunque no es practicante ni de iglesia: “Simplemente le cuento mis penas y alegrías”.
Curiosamente, Carmen está muy volcada con la hermandad, pero no fue hermana hasta hace poco, y tampoco participa de la Iglesia como practicante: “Aunque no asisto a misa, llegar allí y hablar con Él es como hablar con un amigo”. Ella es devota de su Cristo. Cuando se le pregunta por lo que siente al mirar a Jesús Cautivo, no titubea: “Es amor”.

Carmen tiene un cuadro del Señor en su casa de un tamaño considerable y una tela de damasco color burdeos con ribetes dorados que utiliza para vestir el balcón de su casa: “Hay que engalanar el barrio”. Ella promovió la hechura de estas telas de damasco y fue preguntando por las calles a los vecinos por si querían: “Al final vendimos más de 50 telas”.
Eso son más de 50 balcones que se engalanan cada Domingo de Ramos para ver pasar a su hermandad. Aunque el cuadro que ahora tiene en casa no es el suyo, porque el suyo se le cayó al vestir el balcón. De momento, desde la hermandad le han dejado este: “Lo que necesite la hermandad de mí, lo tiene”.
La otra Carmen es Carmen Espadas (58) y es hermana de la cofradía casi desde los inicios. Su hijo ha sido acólito, nazareno y ahora costalero del paso de misterio del Cautivo. Ella, la que lo ha vestido, también con su túnica de nazarena, lo espera cada Domingo de Ramos al salir del paso para fundirse “en un abrazo que no se puede explicar”.
Con el Cautivo siempre presente en casa, Carmen asegura que está viviendo esta preparación de la extraordinaria con mucha ilusión hasta ha vuelto a limpiar plata “que hacía muchos años que no lo hacía”. El Señor va a pasar una noche “fuera de casa, y no lo hace desde el 2009”.

En su casa, el Prendimiento lo es todo, porque la novia de su hijo también participa de la procesión, pero en las filas de la Agrupación Musical Santo Tomás de Villanueva, que va acompañando al misterio del Cautivo. El salón de su casa el día de la procesión es un hervidero desde por la mañana, cuando van a ver al Cautivo y María Santísima de la Salud en sus pasos. Su túnica, la ropa de costalero de su hijo, el traje de la agrupación, y una sensación indescriptible: “Nos vestimos los tres juntos y eso es muy especial”.
A Carmen se le ilumina la mirada cuando recuerda a su hijo, de muy pequeño, en la primera salida procesional de la hermandad, con el capataz Juan Carlos Naranjo a los mandos. Asegura que era “un enano y ahora ya es un hombre”. Su hijo Sergio representa a muchos hermanos del Prendimiento, que llegaron como niños hace 25 años y ahora son personas adultas con sus vidas, sus trabajos y sus familias.

“La historia de la hermandad es la historia del barrio en las últimas décadas”, dice Carmen. Además, señala que se han retroalimentado y “se han hecho crecer mutuamente”. Carmen vive a escasos metros de la parroquia y sentencia: “Para nosotros, el Cautivo siempre está”.
La asociación de vecinos, todo por el barrio
Miriam Lozano (55) es la peluquera de los Ángeles. Su peluquería está en una de las calles que cruza el barrio, esa calle que en agosto se transforma en el paseo central de una verbena que parece una feria. Además, es la presidenta de la Asociación Vecinal ‘Carlos Eraña’, la punta de lanza de la lucha por los vecinos. “Yo conozco a todo el barrio”, comenta.

En el salón del Centro Social de los Ángeles, se dan cita una quincena de personas de la asociación para seguir haciendo flores de papel -se cuentan por cientos- que llenan bolsas de basura enormes: “Desde la hermandad me pidieron ayuda y aquí estamos, porque para el barrio lo que sea”.
Ya llevan un par de años que en Semana Santa ayudan a la cofradía a vestir las calles con colgaduras y ganchillos en los árboles. Miriam dice que “la hermandad nos pone retos, y nosotros tiramos para delante porque no hay reto que se nos resista”. Desde la asociación vecinal nació tejer unos ganchillos pintorescos que adornan las calles con los colores de la Hermandad y de la asociación -azul y blanco- que cuelgan en los árboles. Cuando habla de su gente y de la participación de los socios, afirma que intenta “participar en todo aquello que sea para el barrio, porque los que son del barrio son muy de barrio”.

La relación Marianistas – Prendimiento
Desde el año 1928, en el seno del barrio de los Ángeles, hay un colegio de la misión marianista. Ese colegio lleva el nombre de la Patrona de Ciudad Real: Nuestra Señora del Prado. En la ciudad se conoce como ‘los Marianistas’. Como casi todo lo que ha pasado en el barrio, ha ido evolucionando y cambiando hasta convertirse en uno de los mejores colegios a nivel regional y muy reputado a nivel nacional. Su idiosincrasia religiosa lo ha acercado siempre a la parroquia y a las actividades del vecindario.
Cuando nació la hermandad, ya hubo cierta relación entre ellos. Entre la Pastoral del colegio, el Grupo Joven de la cofradía y la parroquia, se tejieron unos lazos de unión que llevó a que muchos niños participaran de la hermandad y se hicieran adultos en las entretelas de la imagen del Cautivo y luego de la Virgen de la Salud.
Una relación que se ha visto reforzada exponencialmente después de que la hermandad decidiera salir de las dependencias del colegio cuando llegó a la ciudad la imagen de María Santísima de la Salud e incorporaran su palio a la salida procesional del Domingo de Ramos.

Mientras se finalizaba el guardapasos propio en la parroquia de los Ángeles, montaron una carpa en el patio del colegio para realizar la entrada y la salida de su estación de penitencia. Asimismo, el viernes de Dolores, desde el colegio celebran una procesión con todos los niños y van a la parroquia a ver a las imágenes mientras canta la coral de los Marianistas: “Eso crea muchos lazos”, afirman desde la hermandad.
Eva María Corral Hervás, responsable de Pastoral de los Marianistas, comenta que los niños están “ilusionados” por esta salida extraordinaria del Cautivo: “Ellos saben perfectamente lo que va a pasar este fin de semana”. Tanto los alumnos de primaria como de secundaria se afanan en hacer guirnaldas y flores de papel y cartulina para decorar las calles de los Ángeles. Eva María señala que “muchos niños son hermanos y tienen mucha relación con la hermandad”. Las dependencias del grupo Pastoral del colegio son un hervidero de actividad estos días para preparar la salida extraordinaria: “No pasa todos los días y hay que hacerlo lo mejor posible”, afirman.

Veinticinco años de trabajo y evolución alrededor del Cautivo
Senén Buitrago Torres es el Hermano Mayor del Prendimiento. Llega de la mano con su hijo -con el chándal del colegio- al salón del Centro Social donde los miembros de la asociación vecinal atan flores de papel a una cuerda y le dan forma a una guirnalda de 10 metros. El máximo responsable de la cofradía reflexiona sobre los 25 años de relación estrecha con el barrio de los Ángeles: “Desde que la hermandad llegó aquí, nos acogieron de manera extraordinaria, y ese cálido recibimiento ha marcado toda nuestra trayectoria en estos 25 años, y las pruebas de ello son evidentes”.

La colaboración con el vecindario no se limita a ocasiones especiales, como expone Senén: «Siempre que necesitado ayuda para engalanar las calles del barrio o para cualquier otra cosa, Miriam ha estado ahí”. Desde la asociación vecinal y de la propia Miriam, Buitrago asegura que “no hay reto que se le ponga por delante”.
La hermandad, caracterizada por su constante actividad, se integra activamente en la vida del barrio: “Somos una hermandad activa durante todo el año y colaboramos en eventos como las fiestas patronales de Nuestra Señora de los Ángeles, organizamos el Rosario de la Aurora, las bolsas de caridad…”.

Esta participación constante es la que hace que se haya fortalecido la relación entre el barrio, desde todas sus esferas y sociedades, y el ayuntamiento: “Ven que el barrio se mueve en todos los sentidos”. Él destaca la suerte de contar con una colaboración fructífera con los vecinos: «Creo que hemos tenido suerte tanto la hermandad como el barrio”.
De las imágenes de Jesús Cautivo y María Santísima de la Salud señala que “son muy importantes para los vecinos, sobre todo para la gente mayor”. Además, añade que esta gente mayor es “muy mariana, por aquello de la Virgen de los Ángeles, y le tienen mucho cariño también a nuestra Virgen”. Sin embargo, no pierde la ocasión de referirse a la mirada de la imagen de Jesús: “Es tan profunda, con esa tez morena, la mirada te cautiva”.

El Hermano Mayor habla con mucho cariño del colegio Nuestra Señora del Prado y cree que la relación “va más allá del propio Domingo de Ramos”. Destaca el especial momento del viernes de Dolores, cuando los estudiantes realizan su procesión y se acercan a la hermandad: «Es algo muy bonito. Lo ven como suyo, cercano al barrio, a su cautivo y su virgen de la salud, y nosotros lo valoramos enormemente.»
Este lazo ha llevado a que jóvenes del colegio se integren activamente en la hermandad: «Hay chicos que han crecido con nosotros, de niños en la hermandad, y ahora, como hombres y mujeres, participan como nazarenos”. El Prendimiento, el barrio y el colegio conforman una unión fructífera socialmente hablando.
Ser ‘barrio’
Los barrios se vertebran y viven alrededor de sus establecimientos, de sus bares, panaderías, peluquerías, ultramarinos y de sus pistas de deporte, y también lo hacen de las imágenes que habitan en sus parroquias. Tal es así que, a veces, se entremezclan los nombres del propio barrio con el de sus parroquias o hermandades.
Son esas imágenes del Señor y de la Virgen las que unen a todos, cada uno de su padre y de su madre y con sus propias vicisitudes y condiciones vitales. Ellas son, a veces, el hilo invisible. Ese que relaciona a los Marianistas, a la parroquia, a la Hermandad y a la asociación vecinal y que sólo se entiende si eres del barrio.
Incluso los no creyentes, los no practicantes, los agnósticos y ateos, tienen cierto cariño y una sensación inexplicable para con los titulares de las hermandades de su barrio, porque esas hermandades son su barrio, y su barrio es su gente. Según los testimonios, el barrio y su hermandad forman parte de lo que uno se siente y es en la vida.
Además, son la protestación pública de fe llevada a su máximo esplendor. En sus casas, en sus plazas, en sus calles, en sus fiestas y en sus malos momentos está su gente, y su Virgen y su Cristo. Porque todos son del barrio.