Aunque cubierto en su mayoría el cielo, la mañana parecía plácida, pero una nube de este revoltoso tiempo primaveral al llegar la procesión al Prado hizo que comenzara a chispear, se acentuaron la lluvia y las preocupaciones en la Plaza de los Mercedarios y la comitiva se dividió, con el paso del Niño de la Paz cruzando por el Pasaje de la Merced para dirigirse por la calle Toledo hasta la Plaza Mayor y el paso de Jesús en la borriquilla tomando la calle Caballeros para encontrar resguardo bajo la cornisa del Ayuntamiento.

Justo ahí, el tiempo se calmó y volvió a salir el sol, encaminándose la procesión por General Aguilera hasta la Plaza del Pilar y, ya de regreso al colegio Hermano Gárate, recibir a Jesús bajo el tradicional arco de palmas en Ramírez de Arellano.
La popularmente denominada ‘Borriquilla’ estrenó este domingo no sólo el tallado de la parte frontal de la canastilla del paso, sino también salió por primera vez a la calle con su nuevo nombre como Hermandad de la Palmas de Nuestro Señor Jesús de la Humildad en su entrada triunfal en Jerusalén, Santísimo Niño de la Paz y María Santísima Auxiliadora de los cristianos.

Numerosos fieles acudieron a la salida del colegio Hermano Gárate del Señor de la Humildad, cualidad que persigue una Hermandad con más de trescientos veinticinco hermanos y que tiene su especial ‘cantera’ en el centro educativo que dirigen los Salesianos. Una petalá de corazones de colores cayó sobre Jesús nada más asomar su paso la calle, entrando como rey en la ciudad, con semblante de dulzura, montado en un pollino, descalzo, bendiciendo con la mano derecha y con la otra en el corazón.

Salpicado de claros azul cielo el cobertor de mullidas nubes blancas, el agua dio tregua buena parte del recorrido y las calles se iluminaron con el dorado de las palmas y el azul y blanco de las túnicas. Participó cerca de una veintena de escolares que van a hacer la Primera Comunión y dieciséis costaleros portaron el Niño de la Paz, talla datada de entre finales del siglo XVI y principios del XVII, cuyo paso lució un inmaculado exorno floral, mientras que doce primaverales centros engalanaron de blancos, amarillos, verdes y morados el de la borriquilla en su contorno.

Cuarenta costaleros alzaron el paso de Jesús en la borriquilla, se pudo apreciar el proceso de restauración que se está realizando de las imágenes de los dos niños hebreos y presidió la comitiva el director de los Salesianos, Antonio Esgueva, seguido del alcalde, Francisco Cañizares, el primer teniente de alcalde, Pedro Lozano, y la concejal de Ciudadanos, Eva María Masías, cerrando la Agrupación Musical Jesús Redentor de Moral de Calatrava.
A lo largo de todo el recorrido, multitud de ciudarrealeños presenciaron una jubilosa procesión de bienvenidas y hosannas con momentos especialmente emotivos como el saludo a la Virgen del Prado en el Camarín y el ‘tramo azul’ en silencio por la calle Camarín para que las personas con trastorno del espectro autista pudieran disfrutar también de esta celebración.

Al arreciar la lluvia, hubo que aligerar el paso, brotaron lágrimas en el rostro de hermanos por el deslucimiento causado por las precipitaciones y todo los participantes recibieron el aplauso de los espectadores tanto en la Plaza Mayor, donde buscaron refugio, como en la vuelta al colegio Hermano Gárate, donde los costaleros salvaron de rodillas el umbral de la puerta.

Las obras de peatonalización del centro hicieron que en algunos tramos como el pasaje de la Pandorga el público estuviera algo más alejado de la comitiva y Cañizares tuvo un protagonismo especial en el inicio de la procesión al conceder como alcalde la venia a la Hermandad, permitiéndole iniciar su estación de penitencia por las principales calles de la ciudad. Este simbólico gesto marcó oficialmente el inicio de las celebraciones, en un acto que también contó con la participación de Yolanda Gómez, presidenta de la Asociación de Cofradías.