Miguel Barba Ortiz (Ciudad Real, 1980) será el encargado de darle a Ciudad Real el Magno Pregón de la Semana Santa de este año. Para un cofrade, probablemente sea uno de los mayores reconocimientos que puede haber. Pero también una de las mayores responsabilidades.
El pregonero ha construido una vida marcada por el compromiso y una persecución buscando la excelencia en diversas áreas, “porque las cosas bien hechas bien parecen”, comenta. Casado y padre de dos hijos, siempre ha cultivado su pasión por el conocimiento. Barba es licenciado en Derecho y con máster en Derechos Fundamentales de la UCLM. Además, es diplomado por la Escuela de Práctica Jurídica del Ilustre Colegio de Abogados de Ciudad Real.
Actualmente, desempeña un papel destacado como jefe del Servicio de Contratación Patrimonio y Oficina de Atención al Ciudadano en el Ayuntamiento de Ciudad Real. Su incansable búsqueda de conocimiento lo ha llevado a estudiar el grado en Ciencias Religiosas, impartido por el Instituto Diocesano de Teología Beato Narciso Estenaga de Ciudad Real.
En su vida personal, demuestra su arraigada devoción como cofrade en diversas hermandades: la Cena, la Flagelación, el Descendimiento, la Piedad y la Virgen del Prado. Ha participado activamente en eventos como diversos pregones de cofradías y relacionados con la Semana Santa.
También ha dejado su huella en el ámbito artístico. Sus habilidades como fotógrafo le han valido el reconocimiento con premios nacionales y locales de Fotografía de Semana Santa. Su obra también se ha plasmado en libros como ‘Imagineros de la Pasión’ y ‘Passio’.
Resulta importante entender el contexto del pregonero para intentar mostrar quién es Miguel Barba Ortiz. Si ha elegido ese andar constante por el camino del conocimiento -de la verdad- es para conjugarlo en su vida con una “búsqueda constante de la belleza”, y eso lo encuentra en la Semana Santa. Cuando Barba habla de Dios, lo hace desde la unión de tres elementos fundamentales en la fe cristiana: “Dios es verdad, bondad y belleza”.
P.- Católico, cristiano y practicante. Con formación en Teología. Ahora, será el pregonero de la Semana Santa. ¿Cómo le ha llamado Dios para esta empresa?
R.- Dios nos llama a través de la belleza. Es esa belleza de Dios la que al final te atrapa y lo hace en muy diversas formas. A mí me ha llamado por la belleza de la Semana Santa.
P.- Hay que sentar las bases. ¿Qué es la Semana Santa para usted?
R.- La Semana Santa es cosa de Dios. Es el único enlace que tiene mucha gente con la divinidad. Dios te engancha a través de la belleza. Por eso la Semana Santa atrapa a la gente que tiene alguna sensibilidad especial, es el espectáculo de Dios, porque es cosa suya.
P.- ¿Y en lo espiritual?
R.- Creo que en esos 9 días que dura, si se suman las vísperas, uno no busca diversión. Cuando uno sale a la calle a ver cofradías en Semana Santa, busca emocionarse, busca destriparse y entregarse a una sensación que a veces le supera. Es una búsqueda constante de la emoción y de la belleza.
P.- Habla mucho de la belleza como virtud de Dios y elemento principal de su fe. Es casi obligatorio preguntarle: ¿qué es para usted la belleza?
R.- Va más allá de lo estético, aunque eso resulta importante porque es el primer impacto, lo visual. En la procesión extraordinaria del XXV Aniversario de la Hermandad del Prendimiento se vio una buena respuesta de esto.
P.- ¿A qué se refiere?
R.- A ser capaces de tener mejor fondo que forma, aun siendo la forma perfecta o casi perfecta. ¿Por qué lloraba la gente viendo al Cautivo? Un Cristo de 25 años, que no es, objetivamente, una devoción principal de la ciudad como puede ser la Virgen del Prado. Porque hay algo más allá de lo puramente estético que convierte al Prendimiento en uno de los cánones de la belleza de la vida. Las cosas perfectas. Hay en Ciudad Real 8 o 10 cofradías que hacen cosas perfectas, o casi. La forma es el reflejo del fondo. Mira que la forma es bella, pues hay casos donde el fondo la supera.
P.- ¿Cuáles son esas cosas que van más allá de la belleza estética?
R.- Las bolsas de caridad, las pastorales, la actividad durante el año… Ese es el fondo de una hermandad. Y luego hay que ponerlo en la calle de la mejor manera posible, para que se conjugue la belleza y el espectador, el agnóstico o incluso el ateo, se emocione y llegue a Dios.
P.- En los mentideros cofrades de la ciudad se suele decir que nuestra Semana Santa es cainita. ¿Qué opinión le merece esa afirmación?
R.- Dejo unos cuantos mensajes en el pregón para llamar la atención. Intento poner ese supuesto “enfrentamiento” en positivo. Por eso cuando hablo de mi cofradía, también hablo de la tuya. Porque lo que yo siento el día que sale mi hermandad es lo mismo que siente otro cuando sale la suya. Y no somos nadie para rebatirlo o enfrentarlo.
P.- Hay que eliminar los prejuicios…
R.- Así es. Ser cofrade es la forma más bonita de amar a la ciudad. El pregón es muy para la gente de Ciudad Real. Hay mucho de los barrios, pero no de sus plazas o sus calles, sino de sus gentes, de los visillos, las mesa-camillas, los braseros y esa ciudad que los cofrades no han dejado que muera.
El pregón de Miguel Barba
Dice la RAE que pregón es un discurso elogioso en que se anuncia al público la celebración de una festividad y se le incita a participar en ella. Los pregones de Semana Santa se caracterizan por ser una suerte de exaltación de las hermandades y cofradías que participan en ella.
Por ello, suelen tener estructuras semejantes: se realizan en verso o prosa poética, se mencionan advocaciones, calles, plazas o personajes míticos de la propia Semana Santa. Miguel Barba señala que ha leído y escuchado muchos pregones en este último año: “Cuando recibí el encargo, para mí fue algo bonito”.
Respecto al proceso creativo, asegura que ha necesitado mucha concentración y mucha paz: “La página en blanco te hace cuestionarte muchas cosas, porque hay partes que fluyen, pero otras, cuesta más”. Es ahí donde el estilo, la cultura y las vivencias del pregonero toman forma al ponerlo en negro sobre blanco.
P.- ¿Será un pregón al uso en su forma?
R.- Creo que un pregón tiene que ser un pregón, con sus cosas de pregón. Pero es cierto que quien me conoce sabe que soy una persona bastante plana y sencilla y que no me exalto, ni doy voces. Intentaré ser yo mismo y leer el pregón como siempre soy.
P.- Desarrolle, por favor.
R.- Hay que darle su lenguaje y el lenguaje con el que queda la ciudad es el lenguaje que los pregones que se han hecho, es decir, yo voy a hablar de la ciudad, de mis cofradías. Ahora… siempre que hablo de cada cofradía o cada día o cada imagen, intento que haya un poso de forma muy importante y muy meditado, tanto de amor a la ciudad como de amor a la iglesia y a Dios, y el sentido de ser preparado por Dios para ser instrumento suyo.
P.- ¿Va a hablar de todas las cofradías?
R.- Sí. Así concibo un pregón. Habrá poesía -que me parece una ofensa a los poetas decir que lo que yo hago es poesía-, pero hago rimas. Porque creo que eso gusta. Me he sentido cómodo otras veces con ellas y me puedo sentir cómodo esta vez. Y hablaré de cada hermandad. Porque… ¿Quién soy yo para dejar a nadie fuera? El pregón es para todos los cofrades.
P.- ¿Cómo ha gestionado eso? Es decir, hablar de cofradías que le son ajenas, que le pueden resultar hasta lejanas.
R.- Cada vez que cito algo, hay un trasfondo. En ese sentido, sí. Además, exalto a mis cofradías, claro. Pero creo que hay una corriente en los pregoneros y es que las cofradías del pregonero van en el centro del texto. Y son también el final y es la apoteosis: “Como tú, ninguna”. Y yo realmente pienso todo lo contrario. La mía es como todas. Voy a intentar hablar de lo que es para mí, y de lo que es para ti, y de lo que es para todos los cofrades ciudarrealeños. Este pregón intenta sacar algo positivo de cada día.
P.- ¿Es el pregón un recorrido por su vida cofrade?
R.- El pregón empieza cuando la Semana Santa me atrapó, que fue un Viernes de Dolores en el Perchel. ¿Dónde me lleva esa luz del Perchel que me atrapó? Por toda la Semana Santa. ¿Y dónde termina? Donde tenía que terminar, en la Resurrección. ¿En el Domingo de Resurrección? No. Termina el Viernes Santo en la salida del Descendimiento. Porque ahí empieza la Resurrección.
P.- ¿Por qué justo ahí?
R.- En la plazuela de los Remedios es donde adivino esa luz sin tiempo. Y hablo de la Resurrección ahí porque siempre digo que en el conjunto del Cristo del Amor no sabes si el Señor está bajando o está subiendo… ¿Está muriendo o está resucitando?
La luz y la tradición como pilares de la Semana Santa
Miguel Barba es, sobre todas las cosas, manchego y ciudarrealeño. Oriundo de la barriada de Pío XII, sus mayores devociones -con permiso de la Virgen del Prado- habitan durante el año en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva. Ahí, en frente del parque de Gasset, cae el sol durante la Cuaresma: “Justo por la espalda del Señor de la Bondad en su quinario, iluminando los azotes tallados en su espalda”, señala, y añade: “Y justo por el sagrario”.
La luz es una parte fundamental de su pregón, porque es en ella donde el pregonero dibuja los trazos de ese camino a la belleza y donde surge la puesta en escena del cielo en la Semana Santa de Ciudad Real. Barba lo ha titulado ‘La luz sin tiempo’.
P.- ¿Qué relación tiene la luz con la Semana Santa?
R.- Para mí, toda. En esa esa búsqueda de lo bello, buscas que se te salga el alma por los ojos, y ahí la luz lo es todo. La luz que hay en Cuaresma y en Semana Santa en Ciudad Real es diferente y perfectamente identificable que hace del cielo un lienzo.
P.- ¿A qué se lo atribuye?
R.- La Mancha es una tierra sin fronteras a la luz. No tenemos nada, ni contaminación, ni montaña. La luz por la luz. La belleza por la belleza de la naturaleza y de la creación. Dicen que los pintores de esta zona plasman muy bien la luz. Y es porque la han mamado desde pequeños y la llevan en su mundo, en su construcción de la belleza.
P.- Póngame usted un ejemplo, por favor.
R.- La luz del Jueves Santo por la tarde en Santiago es una luz brillante que te ciega. Es una luz que te desborda el cielo, que tiene esa azul añil que tiene La Mancha. Y que en nuestro imaginario siempre es igual y la vamos a buscar. A veces hasta decimos “vamos a ver esta hermandad aquí que hay un contraluz espectacular”. De nuevo, la belleza. La luz es otra vuelta de tuerca para llegar a ese punto donde lo bello, que es Dios, se sublima.
P.- ¿Cree que esto afecta al espectador de la Semana Santa?
R.- Por supuesto. Hay agnósticos e incluso ateos que se emocionan viendo un paso. Y es por ese zapatazo sensorial que se crea con todo lo que surge alrededor de una cofradía en la calle. Y eso hace que esa gente, a pesar de no creer, no se olvide de Dios y lo tengan presente. Porque si algo tenemos es que los creyentes asumimos que Dios sabe más.
P.- ¿Cómo ve usted esa dualidad que se crea en torno a las cofradías, donde a veces participan agnósticos, no practicantes y un largo etcétera?
R.- Me gusta mucho un libro del padre Ramón Cué que se llama ‘Mi Cristo Roto’. Habla de la mano izquierda y la mano derecha de Dios. Dios usa la mano derecha con su gente, que es dócil en la fe y no le hace falta usar la mano izquierda. Con el que no es dócil, usa la mano izquierda. Y en esas formas de encontrar a Dios, a veces es a través de la belleza. Con esa mano izquierda Dios acaba atrayendo.
P.- Al final Dios está presente en casi todos los debates filosóficos y existenciales desde el principio de los tiempos. ¿Le supone un desafío intentar plasmar esto en pregón, con los “requisitos” de forma que conlleva?
R.- Dios es la discusión que ha regido la filosofía. Grandes pensadores de todas las ramas son agnósticos porque no son capaces de explicar ciertas cosas.
P.- ¿A qué cree que se debe?
R.- En mi opinión de creyente, Dios es impecable, porque va de la propia esencia del ser humano. El ser humano tiene algo esencial en él, que es el sentido de la trascendencia. Pero desde que existe. Tiene un sentido y una tendencia a pensar que hay algo más allá. Entonces, no creer es cercenar algo que es esencia de la persona. Es como si te quitan la vista o te quitan el movimiento. Forma parte de su sustancialidad. No estamos hablando de cristianos, sino de Aristóteles o Platón.
El amor por la Virgen que profesa el pregonero
El pregonero es reconocidamente mariano. Vive por y para la Virgen. Y en sus numerosas advocaciones, hay tres que forman parte de su vida: la Virgen del Prado, patrona de Ciudad Real, la Virgen del Consuelo y María Auxiliadora. Con mención especial a la Virgen de los Dolores de Santiago. Para él, esa belleza que tanto reivindica se sublima en la imagen de María, en un paso de palio o en una Gloria como María Auxiliadora.
P.- Es hora de hablar de la Virgen…
R.- La Virgen en el pregón y en Ciudad Real es sólo una: la Virgen del Prado. Es la que une a todos. Cuando en las calles se habla de la Virgen se habla de la patrona. Aunque luego cada uno en su hermandad cuando hable de la Virgen hable de su máxima devoción.
P.- ¿La Virgen del Consuelo es lo más grande su Semana Santa?
R.- Indudablemente que para mí es especial y en su imagen está esa belleza y ese camino a Dios a través de lo estético. Y hablo de Ella en el pregón. Pero no de la manera que todos se pueden esperar. También hablo de otras, porque cada uno tiene la suya. Cuando hablo de la Virgen del Consuelo en realidad hablo de toda mi cofradía, de la Flagelación. Y me desnudo completamente.
P.- Pero la Virgen del Prado es la Virgen de todos.
R.- Creo que es de las pocas cosas que nos ponen totalmente de acuerdo. Independientemente de la fe y devoción que le tenga cada uno, es indiscutible que es la imagen mariana por excelencia de la ciudad. En Ciudad Real todo gira en torno a Ella, a su camarín y a su Catedral.
P.- Aunque usted le tiene mucho cariño a la Virgen de los Dolores de Santiago.
R.- Es el principio de la historia para muchos cofrades de Ciudad Real. Y su barrio es señero y tiene mucho de la Ciudad Real que ya fue y que la Semana Santa y sus órbitas se empeñan, con buen hacer, en no dejar que se vaya. Y en ese barrio del Perchel están las Hermanas de la Cruz, una de las mayores bendiciones que tiene Ciudad Real y que tanto ayudan a mucha gente. De esa Virgen hablo en el pregón… ¿Por qué no soñar con una coronación canónica?
La relación entre la Iglesia y la Semana Santa
La relación entre la Iglesia como institución y el mundo de las hermandades y cofradías a veces vive en una calma tensa. En el seno de estas últimas surgen movimientos que en ocasiones pretenden vivir la Semana Santa sin la Iglesia. Y en la Iglesia pasa lo contrario, desterrando a las hermandades y cofradías de ella cuando cumplen con una función de hacer catequesis en la calle.
P.- ¿Qué le diría a la Iglesia?
R.- Tienen que entender las peculiaridades y las vicisitudes de las cofradías. Y tener claro que la gente que está ahí, aunque, por ejemplo, no sean practicantes, está mucho más cerca de Dios que quien no lo está.
P.- ¿Y a las cofradías?
R.- Que la Semana Santa existe por la Iglesia y toma sentido por la institución que representa.
P.- La Iglesia para usted es…
R.- La iglesia es tu familia, es tu casa.
P.- ¿Qué piensa de las críticas que recibe la Iglesia?
R.- La teología dogmática es pura filosofía. En la teología se piensa y se fundamenta todo. Y la doctrina, toda ella, la moral, la social, de la Iglesia es pura teología. Y de ahí deriva el porqué de ciertas cosas. En la Iglesia todo tiene un porqué. Hay que profundizar y no quedarse en la superficie. Todo lo que hay detrás de la doctrina tiene un pensamiento muy profundo. Otra cosa es que podamos estar más o menos de acuerdo.
En unas horas, Miguel Barba se estará preparando, colocándose el chaqué con esmero, con su mujer, Almudena, eterna compañera de viaje, y sus hijos, Martín y Ángela. Probablemente nervioso, pero tranquilo. Si se le pregunta por lo más bonito de la Semana Santa, lo tiene claro: “Salir a ver cofradías con mis hijos. Eso es impagable”.