Valdepeñas ha vivido este Viernes Santo una de sus noches más solemnes de manos de la procesión del Santo Entierro, a cargo de la Antigua, Venerable y Pontificia Hermandad del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad. La amenaza de lluvia que inicialmente mostraban las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), a partir de las ocho de la tarde, finalmente no han sido tales. La posible lluvia ha sido sustituida por un persistente viento que ha refrescado el ambiente, bajando la temperatura y dando un giro a la calurosa mañana de este Viernes Santo. Pese al tiempo ventoso, sin mayores sobresaltos ni incidencias, la procesión del Santo Entierro ha podido recorrer las calles de Valdepeñas, cerrando con su silencio, tradición y recogimiento esta jornada de Semana Santa.

Desafiando así al notable viento que ha soplado en un cielo despejado de nubes, pasados unos minutos de las ocho y media de la tarde se han abierto las puertas de la parroquia de la Asunción, en la Plaza de España, para dar inicio a esta estación de penitencia, que ostenta carácter oficial en la Semana Santa valdepeñera.
Unos cien hermanos, de los 300 que componen la hermandad, junto a una decena mantillas, camareras de la Virgen, hermanos mayores y pequeñas representaciones de otras cofradías han acompañado a los cuatro pasos que componen la estación de penitencia de esta hermandad, cuyos históricos orígenes se remontan a 1559, aunque su refundación es más reciente, de 1942.
Es a este momento al que corresponde la adquisición de los pasos que la cofradía ha puesto esta noche en las calles de Valdepeñas. El Cristo de la Agonía, también conocido como Cristo de Limpias debido a que se trata de una copia de un Cristo milagroso de esta localidad asturiana (donado por una familia de devotos a la hermandad), ha salido en primer lugar. El Cristo del Tríptico del Descendimiento, que contiene tres imágenes, San Juan, El Cristo Yacente y La Piedad, la pieza de mayor valor artístico, obra del escultor José Planes galardonada con el Premio Nacional de Bellas Artes, ha ocupado el segundo puesto de la comitiva. El Cristo del Santo Sepulcro es el tercer y más impresionante paso de la composición procesional de esta hermandad y titular de la misma junto a Nuestra Señora de la Soledad, que bajo palio ha ido cerrando la estación de penitencia.


Un recorrido de tres horas cargado de oficialidad
El cortejo procesional ha discurrido durante, aproximadamente, tres horas por su tradicional itinerario a través de las principales calles del centro de la localidad. La comitiva ha tardado alrededor de media hora en salir al completo de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, para desde la Plaza de España enfilar la calle Real hasta coger Cervantes en dirección a la calle Seis de Junio. Por esta vía, en la que se suele congregar más público, ha bajado hasta torcer por la calle Cristo y subir por la Cuesta de Palacio para regresar, de nuevo, a la Plaza de España y a la Iglesia de la Asunción donde se ha recogido alrededor de las once y media de la noche.
Cerrando el desfile procesional y encabezando el cortejo de autoridades civiles y religiosas se ha podido ver al alcalde, Jesús Martín, y a distintos representantes de la Policía Local y la Guardia Civil, estamentos que otorgan a esta procesión el rango superior de distinción que le da la oficialidad. Un numeroso grupo de corporativas se han sumado también al acompañamiento del Santo Entierro, entre ellas la primera teniente de alcalde, Vanessa Irla, que ha procesionado junto a sus compañeras del Grupo Municipal Socialista, Julia Cejudo, Inmaculada Pacheco, María del Mar Marqués y Francisca Madrid. Formando parte del cortejo procesional han estado, además, las concejalas del Partido Popular, Cándida Tercero, María Jesús Ruiz y Marta Sánchez, junto a Pilar Barba, única asistente a la procesión oficial por parte de Vox.


El silencio, componente imprescindible del cortejo
Como no podía ser de otro modo por las características de la estación procesional, el silencio ha sido protagonista imprescindible durante el recorrido. Los pasos del Cristo de Limpias y del Tríptico del Descendimiento han marchado entre un sobrecogedor mutismo, sin acompañamiento musical, roto solo por los toques de marchas suaves interpretadas por quinteto local Ad Libitum, que ha acompañado de forma exclusiva al paso de palio de Nuestra Señora de la Soledad. El quinteto ha esperado la salida de la Virgen a la puerta de la Iglesia de la Asunción para interpretar la primera de sus piezas, ante un público respetuoso que ha guardado bastante bien las formas que requieren la ocasión, pese a estar repletas las terrazas de los bares que bordean la plaza. Las saetas, cada vez más ausentes de las calles valdepeñeras, han cedido así el protagonismo a la sobriedad de la música de cámara en una noche en la que la hermandad no busca tanto el lucimiento, como el respeto.
A costal desde hace 10 años
De los cuatro pasos que componen la estación de penitencia del Santo Entierro, el único portado a costal es el del Santo Sepulcro. Las ruedas se cambiaron por las espaldas de los costaleros hace 10 años. En la actualidad, 40 de ellos, pertenecientes a la Agrupación Parroquial de Costaleros Madre de Dios del Rosario, adscrita a la Parroquia de la Asunción, se encargan de portar el paso. Lo hacen a razón de 30 costaleros por turno, que se van relevando a lo largo del recorrido, aunque este no presenta mayor dificultad técnica al transcurrir la procesión por arterias principales de la localidad, calles anchas y sin obstáculos complicados para los costaleros.
Este paso del Santo Sepulcro se ha aligerado recientemente en unos 200 kilos, según comentaba a Lanza el hermano mayor de la cofradía, Jerónimo García Novés, pero aún así alcanza un peso aproximado de una tonelada, que ha sido sostenido con firmeza y devoción por los costaleros.

Sencillez en el adorno floral
Como en el conjunto de esta estación de penitencia, la sencillez y sobriedad ha presidido también el exorno floral con el que se han engalanado los pasos. La hermandad ha utilizado flor silvestre para el Cristo de Limpias y el Descendimiento, iris morados, con mucha sutileza, para el Santo Sepulcro, y claveles y rosas blancas para la Virgen. Esta cuidada selección floral ha reforzado la estética mesurada y discreta de la hermandad.


Nuevos varales para el palio
Pero la sobriedad no está reñida con la novedad, y la Antigua, Venerable, Pontificia Hermandad del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad ha querido presentarse en esta Semana Santa con algo nuevo que ofrecer. La novedad ha sido los ocho varales que ha lucido a estreno el palio de Nuestra Señora de la Soledad.
Esta renovación corresponde a la primera fase del proyecto de restauración integral del paso, aprobado en enero de 2024 en la Junta General de Hermanos, con un presupuesto de 7.680 euros. La hermandad tiene en marcha una campaña de donaciones y colaboraciones voluntarias para afrontar este gasto con garantías. Las colaboraciones establecidas van desde un varal completo por 960 euros, medio varal por 480 euros y un tercio de varal por 240 euros, aunque la cofradía admite cualquier otro donativo, con el objetivo de completar la totalidad de la restauración del paso en futuras fases.

Túnica y capirote negro
Jerónimo García Novés, hermano mayor de la cofradía, ha pedido “respeto para la procesión” y ha animado a los hermanos a que participen activamente en la estación de penitencia y a “que no se queden en los armarios” las túnicas. La Antigua, Venerable, Pontificia Hermandad del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad viste túnica negra de algodón con capirote negro y capa de raso blanco, con la cruz de los caballeros del Santo Sepulcro en raso rojo sobre el hombro izquierdo. Los cofrades llevan cinturón de cuerda trenzada, guantes y zapatos negros, y un escapulario con la cruz de la Santa Vera Cruz en la parte delantera y la cruz de los Caballeros del Santo Sepulcro en la parte de atrás. García Novés, en conversación con Lanza, ha apelado también a las mujeres de Valdepeñas a recuperar la tradición de vestir la mantilla negra, para reforzar así el carácter solemne de la procesión.

