Mañana de alegría, alborozo, de salvación y alivio después de tanto penar, mañana de escuchar los partes meteorológicos y mirar al móvil por si las nubes dejaban agua o daban una última tregua para poder ver en la calle al Resucitado. Mañana de chaqueta y manga larga con un viento fresco que meció las capas de los penitentes y que hacía adivinar unas precipitaciones que, finalmente, no llegaron hasta por la tarde con lo que ciudarrealeños y visitantes pudieron presenciar la procesión del Resucitado con los colores de las túnicas de todas las Hermandades y una significativa presencia de niños reflejando el relevo generacional en las Cofradías.