«Dos años solo y una promesa por cumplir», es la frase que resume la motivación de Santi, viudo de 59 años, para acudir desde Almagro (Ciudad Real) al salón de ‘En Compañía’, el programa que emite Castilla-La Mancha Media de lunes a viernes por las tardes y cuyo objetivo es ayudar a poner fin a la soledad, un problema que afecta a miles de personas.
El presentador, Ramón García, ha explicado como este es el primer intento que hace tras enviudar. “Muchos dirán dos años y ya está aquí. Y yo digo siempre que hay que evitar juzgar a las demás personas, por lo menos hay que dar la oportunidad de contar su vida y entender el por qué”, ha asegurado.
Su mujer sufrió una enfermedad degenerativa, ha explicado Ramón García, que arrastraba desde hace catorce años, la separación definitiva fue hace dos, pero todos los anteriores, Santi ha ido «cada día, cada hora, cada minuto despidiéndose poco a poco del amor de su vida», ha continuado el relato el presentador, para añadir que Santi frenó su vida para acompañarla todo ese tiempo y lo hizo «porque se conocían desde la adolescencia, con 16 y con catorce ya estaban juntos. Estaban acostumbrados a compartir todo, a estar el uno con el otro».
“Cuando yo no esté, vete a ver a Ramón”
«Hoy viene a cumplir algo que le pidió», ha afirmado. El relato de la motivación de Santi ha continuado, contando que veían el programa con la madre de Santi y que antes de irse, su mujer le dijo “cuando yo no esté, vete a ver a Ramón”.
Tras contar su infancia en Manzanares (Ciudad Real) en una familia en la que es el pequeño de tres hermanos, Santi ha relatado cómo conoció a su mujer, una asturiana que tuvo que ir a vivir con sus abuelos a esta localidad tras morir su madre, cuando ella tenía apenas cuatro meses. «La historia de Santi es muy bonita, como las de antes, de las que costaba mucho, de las que había que quererse de verdad, porque quererse con todas estas cosas en contra no era fácil”, ha opinado Ramón García.
Una afirmación basada entre otras cosas, en que durante el noviazgo varias veces por diferentes causas se veían obligados a separarse, primero por los estudios de él que le llevaron a Marbella, después porque ella tuvo que volver con su padre a Asturias tras morir su abuela.
Recuerda que, de primeras, la asturiana no se fijó en él, pero no tiró la toalla y ella terminó haciéndole caso. Y es que eran muy jóvenes, el 16 y ella 14. Tras marchase ella a Asturias estuvieron carteándose durante dos años y en todo este tiempo solo la vio una vez. Trabajaba y ahorraba todo lo que podía.
En Asturias, la familia de su novia lo alojó y quedaron en que cuando ella cumpliera 18 volvería a Manzanares, y así lo hizo a escondidas del padre. “No había un ambiente muy bueno en su casa, por eso fue hablarlo y si ella quería que se viniera. Llegó a mi casa y mi madre la acogió como una hija. Siempre tuvieron una relación especial”.
Su mujer tenía 36 años cuando le diagnosticaron una enfermedad degenerativa
Después vivieron dos años en Almagro y volvieron a Manzanares donde cogieron un negocio de hostelería durante seis años los dos. Su novia tenía 36 años cuando la enfermedad que arrastraba desde los 14 empezó a manifestarse. Era una enfermedad degenerativa que se fue comiendo poco a poco la salud de su mujer. “El medico no tenía muy claro lo que era y nos mandó a Madrid, al 12 de octubre para que le hicieran una biopsia y ver la cosa bien y en la biopsia le sacaron que tenía una enfermedad mitocondrial degenerativa del sistema muscular. No tenía solución, No había tratamiento”, ha explicado Santi.
En este momento fue cuando decidieron casarse con 39 y 37 años, lo recuerda como un día precioso en familia. “Hicimos un banquete en el Castillo de Manzanares y de luna de miel nos fuimos a Galicia”. A partir de ese momento fueron años de médicos, revisiones, de épocas de esperanza de que salga algo», ha contado Ramón García.
Santi dejó de trabajar con 55 años para cuidar de su mujer
Intentaron que ella se mantuviera activa para luchar contra «esa destrucción de los músculos que provoca esa enfermedad» e hicieron todo tipo de deportes juntos. “Sobre todo se mantuvo activa ella y eso no podía. Nuestro lema era disfrutar de la vida todo el tiempo posible”, ha asegurado Santi.
Con 55 años dejó de trabajar para cuidar de su mujer, que casi no podía caminar. La enfermedad de su mujer se juntó con la de su madre y ha reconocido que fue una etapa dura. Un día su mujer le dijo que le quería mucho, pero que tenía que seguir con su vida. “Yo no le hacía caso, o no quería hacerle caso. Ella se estaba despidiendo porque estaba viendo lo que estaba pasando”.
