Cuando la extracción del carbón en las diferentes minas de interior se encontraba ya en decadencia y la ciudad de Puertollano veía reducir su principal actividad económica, una nueva opción industrial se presentaba a la ciudad como si su salvadora fuera, y así fue. Hablamos del inicio de la construcción de lo que hoy todos conocemos como el complejo industrial de Repsol en Puertollano, antaño y en sus primeros pasos Empresa Nacional de Calvo Sotelo, ENCASO.
Si antes la economía de Puertollano giraba en torno al carbón, en un segundo momento se dio paso a la pizarra bituminosa, principal motivo por el que la ciudad industrial fue elegida para albergar el primer y único complejo petroquímico de interior. Corría el año 1942 cuando esta decisión se tomaba, justo un año después comenzaban a ponerse las primeras piedras de este gran entramado de tuberías por las que ha circulado ya, durante más de ochenta años, inmensas toneladas de productos que han abastecido la demanda de todo el país.
En estos primeros años de construcción, evoca José López, antiguo trabajador de esta empresa, “mi padre me contaba-su padre trabajó desde el inicio en la construcción de este complejo industrial- que allí todo se hacía a mano, a pico y pala como se suele decir, había poca maquinaria, el subdirector iba montado a caballo hasta este complejo industrial, hay que tener en cuenta que no había ni calles, se estaban haciendo las calles sacando las piedras de las canteras en la sierra y las bajaban con borricos”.
También recuerda que su padre lamentaba “los muchos accidentes que se producían por las condiciones de trabajo muy precarias del momento”. López señala que la época de aquellos primeros pasos de este complejo industrial tan solo dos trabajadores continúan con vida, y ambos ya tienen más de noventa años.
Y aunque fue en el año 1942 cuando comienza la construcción de esta importante industria, no fue hasta el año 1959 cuando el caudillo Francisco Franco llegaba hasta Puertollano para inaugurar esta instalación industrial, referente en la zona. Así, previamente, en un 13 de noviembre de 1944 visitaron las obras de esta industria Juan Antonio Suances, presidente del Instituto Nacional de Industria, el subsecretario de Industria, Joaquín Granell y el presidente de la Empresa Nacional Calvo Sotelo, Planell.
Estos ministros cursaron una nueva visita a la ciudad de Puertollano donde presenciaron las obras, finalizadas en el año 1951, de la instalación de la primera batería de destilación de pizarras bituminosas. Antes, unas pizarras instaladas al aire libre, junto a una maqueta de reproducción de la batería, sirvieron para ir explicando a los visitantes las diferentes etapas de elaboración y el estado de las instalaciones en esos momentos. Además, las autoridades visitaron las obras de la primera central eléctrica.
En el discurso que en este momento pronunció Suances hizo referencia a los siete años de construcción de estas instalaciones industriales y al hecho de haber recibido, en esta misma fecha, algunas de las principales autorizaciones para hidrogenación y refino y criticaba que “hasta la fecha no se nos haya concedido ni una sola divisa para la construcción de la fábrica de fertilizantes. En estos momentos la inversión realizada en la construcción de este complejo industrial sobrepasa los 1.200 millones de pesetas”, tal y como aseguró.
Inauguración del complejo por Francisco Franco
Pero la fecha más importante llega un jueves, 12 de noviembre de 1959. Un evento del que se hizo un pormenorizado seguimiento por parte del diario Lanza de la inauguración de esta instalación industrial, una vez que las divisas lo habían hecho posible y en la que se relataba, en primerísima página que “Franco inauguró esta mañana en Puertollano la fábrica de abonos nitrogenados de la Calvo Sotelo” con una producción que podía llegar hasta las 120.000 toneladas anuales para poder atender a las necesidades del campo español. Además, el jefe del Estado inauguraba también los edificios para los Institutos de Enseñanza Media y la Escuela de Maestría Industrial –las obras se iniciaron en octubre de 1955-, donde “el vecindario de Puertollano tributó a Franco constantes pruebas de adhesión”.
Una crónica firmada por el propio subdirector del periódico – Carlos María San Martín, más conocido como Kasama- como enviado especial, dejando así entrever la importancia del asunto a tratar, siendo la tercera vez que el caudillo se desplazaba hasta Puertollano. “Ya en Puertollano se desbordó el corazón caliente de sus gentes, como los hornos y crisoles de las instalaciones que son avanzada del resurgir económico de la nación, porque todos los puertollanenses saben que una visita de Franco, aparte del honor de recibirla, es siempre junto a un hito de realidades alcanzadas, promesa y esperanza”.
Los puertollanenses se echaron a la calle en esta fecha para presenciar la llegada de Francisco Franco a la ciudad y lo hacían esperándolo en el entorno de la Ermita Virgen de Gracia, primera parada del Caudillo para la inauguración en primer lugar de los edificios donde se impartiría la formación que luego llevaría a estos alumnos a poder optar a un trabajo en el complejo industrial de Calvo Sotelo.
Francisco Franco vestía con un abrigo gris oscuro y sombrero negro y llegaba al complejo industrial Calvo Sotelo “que recorrieron en coche y que ofrecía un fantástico aspecto con su magnífica iluminación”.
Fue un momento en el que fueron inauguradas las instalaciones de síntesis de amoniaco, ácido nítrico y otras de las fábricas de abonos nitrogenados del complejo industrial de la Empresa Nacional de Calvo Sotelo, “una factoría que estaba profundamente engalanada, con banderas y gallardetes”. El entonces jefe del gobierno inició su visita por las instalaciones de gasificación hidrogenado, refino y preparación de envasado de productos y recibió las oportunas explicaciones por parte de Suances y por el director de la Calvo Sotelo.
Igualmente, el complejo fue bendecido por el Obispo Prior de las Órdenes Militares, Juan Hervás, y así quedaron inauguradas oficialmente. Además, Francisco Franco presenció en esta visita un simulacro de incendio con intervención del cuerpo de bomberos de la Fábrica que, según se explica, “utilizaron un modernísimo sistema de prevención y extinción, con trajes fabricados con amianto y aluminio”. Finalmente Franco conoció la zona de envasado de lubricantes, en latas y bidones donde el acondicionamiento, pintura y fabricación se realizan en la misma nave.
La producción que en este momento tenía ENCASO en Puertollano alcanzaba las 71.000 toneladas anuales de sulfato amónico, 26.000 toneladas anuales de nitrato amónico técnico y 50.000 toneladas de nitrato amónico cálcico. Estas instalaciones que se inauguraban eran una ampliación de las de destilación que había anteriormente con una inversión en las actuales, de 408 millones de pesetas. Además, en estos momentos, se hallaba en montaje la fábrica de ácido sulfúrico, cuyo coste fue de 116 millones de pesetas, con el objetivo de producir más de 60.000 toneladas de ácido y 4.000 de óleum.
Asimismo, con la puesta en marcha de esta fábrica de abonos nitrogenados se dio un impulso al Plan Nacional de Fertilizantes Nitrogenados. “La contemplación de la factoría en pleno funcionamiento es impresionante. Una extraordinaria acumulación de tanques, columnas, hornos de diversos tipos, almacenes y talleres entrecruzados y unidos por una tupida red de tuberías de diversos diámetros, está dirigida en su casi totalidad, automáticamente, por aparatos de control, registradores e inscriptores, en los cuales los ingenieros y técnicos dominan todos los cambios de energía que suponen los procesos de transformación”, relataba Lanza en su crónica de este día.
El Jefe del Estado se hospedó en la Residencia de Ingenieros donde tuvo lugar una cena íntima a la que asistieron ministros y autoridades.
Veinte años después del inicio de esta fábrica
No fue la única ocasión en la que el complejo industrial de ENCASO ocupó titulares en esos años, lo hizo también veinte años después del inicio de su construcción, concretamente un 4 de diciembre de 1962. El 4 de diciembre, bien es sabido por todos, que es un día de fiesta en la ciudad de Puertollano, siempre en homenaje a los mineros que trabajaron en las entrañas de las tierras de Puertollano.
En esta otra cita se celebró el veinte aniversario de esta empresa en Puertollano y se hizo con la inauguración de las Escuelas Salesianas de Formación Profesional y se otorgó, también, la medalla de plata y brillantes de la ciudad a los señores Juan Antonio Suances y Fernández –Marqués de Suances- y Joaquín Planell Riera, sus esposas fueron nombradas como camareras de honor de la Virgen de Gracia. Estas mujeres, recogía el entonces único diario de la provincia, tuvieron que vincularse materialmente con la gran familia de Puertollano y no había otro modo de hacerlo que bebiendo agua agria, “era el espaldarazo por la que las damas quedaban unidas, vinculadas a nuestro pueblo”.
Así, relata en este artículo que “en el feliz camino de los tremendos destinos por donde Puertollano se desliza hacia una meta risueña y preñada de prometedores augurios allí donde el poder de la ciencia y del esfuerzo intelectual y material de los hombres señalan el punto donde se ha de levantar su fábrica”.
José López, trabajador del complejo
Es precisamente en esta fecha, 1962, cuando José López entra a trabajar como aprendiz en ENCASO- Allí estuvo aprendiendo durante varios años hasta que en 1967 tuvo que irse al servicio militar. Posteriormente continuó sus estudios y regresó de nuevo a trabajar a esta industria en el año 1972. Sus recuerdos en estos días llegan de nuevo a su cabeza para poder revivir esos tiempos pasados.
De esos primeros años de aprendizaje en el que hoy es el complejo industrial de Puertollano, López asegura que las enseñanzas que impartían los Salesianos eran de las mejores de la provincia, sus talleres también y que en el complejo hacía prácticas por la mañana, primero en Refinería durante tres años y en la central térmica otro año más. Valora la exactitud con la que trabajaban con las turbinas suizas el personal procedente de Suiza que habían llegado hasta este complejo industrial, “no estábamos acostumbrados aquí a trabajar de esa manera” y reconoce que desde esos primeros años hasta la actualidad se ha producido un gran cambio en estas instalaciones y en la propia imagen que perfila este complejo industrial.
Puertollano, indica López, registró en esa época grandes momentos, “en Puertollano se vivió atrayendo a mucha gente, en el 1943 empezó la misión de personal y empezó a venir gente, pero también había gente trabajando que ni siquiera sabía firmar y había una escuela de adultos para enseñar a los trabajadores a firmar, leer y escribir, en Puertollano en esos momentos había una alegría de gastar dinero porque había trabajo”. Las bicicletas se iban desplazando con sus trabajadores hasta estas instalaciones industriales, quien no tenía bicicleta también lo hacía a pie o incluso en burro a través de las sierras de la zona si provenían de poblaciones de la comarca. El Servicio Urbano de Autobuses (SAU) llegó más tarde con sus trayectos hasta esta industria.
Eran los inicios de esos primeros veinte años de ENCASO y de su fuerza industrial y económica en la ciudad de Puertollano para pasar, posteriormente, a lo que hoy conocemos como Repsol y al futuro de transformación industrial en el que se encuentra inmerso.
