Cantera de toreros

La nueva Escuela de Tauromaquia de Ciudad Real echó a andar, oficialmente, el pasado 10 de octubre, aunque para su gestación hay que remontarse más de un año en el tiempo, cuando tuvo lugar una primera reunión en la Diputación Provincial para tantear la viabilidad de un proyecto tan necesario como oportuno, y que pretende ser otra opción a sumar al resto de Escuelas Taurinas que operan desde hace años en la provincia de Ciudad Real, como son las de Miguelturra y Alcázar de San Juan.

Desde entonces, el matador de toros Aníbal Ruiz, junto con el otro gran artífice de la Escuela -y Presidente de la misma- Diego Ortega, articularon la realidad que, a día de hoy, integra a 25 alumnos, fundamentalmente varones, aunque no faltan alumnas, quienes entrenan en la flamante plaza de toros de Ciudad Real, amablemente cedida por el ayuntamiento capitalino, el cual, de este modo, da una nueva utilidad a un magnífico inmueble al que se quiere dotar de actividad más allá de la taurina.

Sin embargo, la entidad impulsora principal de la Escuela de Tauromaquia de Ciudad Real es, indudablemente, la Diputación Provincial de Ciudad Real, con Miguel Ángel Valverde a la cabeza y Adrián Fernández a su vera, con su decidido apoyo a un nuevo centro de formación -que lo es, más allá del enfoque taurino- que aglutina a jóvenes de varios puntos de la provincia, con el propósito de dar respuesta articulada y cabal a sus inquietudes y vocaciones artísticas.

El presupuesto inicialmente asignado a la Escuela por la Diputación es de 100.000 euros, los cuales permitirán la organización de distintas actividades encaminadas al avance en la técnica taurina teórica, y también práctica delante de vacas y novillos a desarrollar en los tentaderos a los que se acudan o en clases prácticas en plazas de toros.

En este sentido, la primera de estas ocasiones tendrá lugar el próximo 10 de diciembre en la plaza de toros cubierta de Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real), con la celebración de una clase práctica.

Dentro de la Junta Directiva de la Escuela de Tauromaquia de Ciudad Real encontramos variadas colectividades representadas, como son empresarios, periodistas y asociaciones taurinas, en un acertado intento de hacer partícipes a la mayor parte de agrupaciones taurinas, favoreciendo su impulso y divulgación.

Aníbal Ruiz no estará solo a la hora de las clases de técnica. El también matador de toros Carlos Aranda figura dentro de la nómina de docentes encargados de encauzar las sensibilidades y ejecutorias de algo de tan alto valor como son las ilusiones de sus nuevos alumnos.

La anterior Escuela

Esta nueva Escuela sustituye a la creada allá por el año 2005, impulsada con enorme ilusión y escasos medios por Vicente de Gregorio, con el recordado José Ruiz “Calatraveño” como profesor titular, y la colaboración de otros profesionales. De hecho, en la presentación del pasado día 10, se ensalzó el esfuerzo de aquellos años en la persona de quien también fuera su Presidente, Emiliano Lozano, presente en el acto.

Ellos fueron los que se atrevieron a dar aquel primer paso, impulsando no solo la teoría del toreo, sino intentado dar un sentido más global, llegando a organizar charlas a las que asistieron distintas personalidades del mundo del toro, como por ejemplo, el matador de toros Fernando Cruz, Fernando Robleño o Víctor Puerto (con oportuna donación de capotes y muletas por parte de este).

Sin embargo aquella Escuela decayó en 2014, y es ahora cuando se ha vuelto a poner en marcha, con una decidida apuesta por la Tauromaquia como uno de los muchos valores culturales con que cuenta la provincia de Ciudad Real, una de las más activas en cuanto a celebración de festejos taurinos mayores, según reflejó la noticia publicada en lanzadigital.com en el año 2020, y que señalaba que Ciudad Real era la segunda provincia de España en cuanto al número de festejos de a pie.

División de grupos

La distribución inicial de los alumnos ha quedado fijada en función de su pericia a la hora de manejar los trastos de torear. Los primeros pasos de los menos duchos serán conducidos por el daimieleño Carlos Aranda, quien en su momento también militó en otras escuelas taurinas, como por ejemplo la de Baeza, engrosando el listado de alumnos a cargo de José Andrés Navarro “El Andujano”, quien hace poco declaró en un acto en Madrid que, a pesar de la distancia entre Baeza y Daimiel (158 kilómetros según internet, por tanto un total de 316 cada día de asistencia), Aranda no faltó a una sola clase mientras formó parte de la escuela andaluza.

Por su parte, Aníbal Ruiz dirigirá las evoluciones de los más avanzados. De este modo, el de Alcázar de San Juan puede afrontar aspectos más adelantados, como puede ser el sacar una vaca convenientemente del caballo de picar, como pudimos apreciar en nuestra reciente visita, o detalles de menor apariencia externa pero de peso específico a la hora de conducir con mayor o menor expresividad las embestidas de los animales.

Con el fin de que no existan desigualdades, debidas a la diversidad en cuanto a capacidad de aportar avíos de torear, los cuales suelen ser caros (aproximadamente 350 euros un capote y 150 euros una muleta si se trata de trastos nuevos) , la Escuela ha adquirido doce capotes y doce muletas para poder ser utilizados por quienes no dispongan de ellos, y también para servir de herramientas con las que afrontar tanto los entrenamientos ya en marcha como las clases prácticas que tendrán lugar en el futuro, la primera de las cuales está prevista para el 8 de diciembre en la plaza de toros cubierta de Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real), evitando así la eventualidad del tiempo adverso que pudiera impedir su celebración.

Sin embargo quedan aristas por pulir en lo referido a equipamiento, como suele ocurrir en todo proyecto ambicioso que echar a andar. Algunos de ellos son la habilitación de un vestuario adecuado para alumnos y profesores, y una sala de proyecciones en la que poder visionar videos de distintas temáticas, ya sean faenas de toreros concretos con el fin de apreciar detalles técnicos relevantes, comportamientos propios de ganaderías o encastes, o procederes correctos para todos los intervinientes en un festejo taurino, vista de oro de plata, por citar tan solo tres de las muchas particularidades que podrían valorarse en los visionados conjuntos, tanto en los días en los que la climatología imposibilitara el entrenamiento en el ruedo, como por estar previamente programadas tales sesiones de video.

Los entrenamientos

Cada tarde, todos los integrantes de la Escuela de Tauromaquia de Ciudad Real se saludan estrechando sus manos, tanto a la hora de entrada como en la salida, cuidando unas formas que siempre fueron santo y seña de esta profesión/vocación.

Cada sesión de entrenamiento tiene su estructura. Si se trata de toreo en el ruedo, como hasta ahora ha sido el caso, se comienza con un calentamiento consistente en carreras de menor a mayor intensidad por el anillo de la plaza de toros, que da paso a un calentamiento específico de zonas del cuerpo que estarán expuestas a mayor esfuerzo por el manejo de los pesados útiles de torear, como puede ser la cintura o los brazos.

A continuación se cogen los capotes y se ensayan distintas suertes, todo ello en función de la pericia de cada cual, señalando que hay quien apenas sabe coger uno debidamente, y es que nadie nace sabiendo, y podemos asegurar que un capote no es fácil de manipular debido a su peso –alrededor de cuatro kilos- y a su textura, más rígida de lo que pudiera parecer a simple vista. De hecho no son pocos los que quedan perplejos al pensar cómo se puede manejar con soltura una tela semejante.

Más tarde llega el turno de la muleta o, como se dice en argot taurino, hacerse un toro. Es decir, agrupándose en parejas, uno embiste portando en sus manos una encornadura, y el otro –u otra- torea con la tela roja, simulando la realización de una faena de muleta completa, con su comienzo probando la embestida, la parte central de series de toreo en redondo, y un cierre de faena antes de cuadrar para entrar a matar.

Llama la atención la lentitud con la que se pide que embistan, requiriendo, de este modo, un mayor esfuerzo físico tanto al portador de los cuernos como al que maneja la muleta, quien a buen seguro sueña que un día podrá conducir así de despacio una mole de quinientos kilos y dos petacos (léase pitones desarrollados).

No se dejan de lado otros aspectos fundamentales como son la lidia con el capote o el correcto uso y ejecución del segundo tercio, el de banderillas, ya que solo una minoría alcanzará su sueño de llegar a matador de toros, y son numerosos los casos en los que quienes anhelaban llegar a doctor en tauromaquia quedaron a mitad de camino, convirtiéndose en meritísimos banderilleros, algo que ya conlleva suficiente dificultad y sacrificio. Por tal motivo no hay fundamento de la lidia que no se trabaje o se vaya a trabajar en esta renovada Escuela de Tauromaquia ciudarrealeña.

Escuela de Tauromaquia y vida

Cabe señalar que, según indicó Diego Ortega en su puesta de largo el pasado 10 de octubre, todo aquel y aquella que quiera asistir como alumno o alumna a la Escuela de Tauromaquia de Ciudad Real, debe primero cumplir debidamente con sus estudios académicos, por lo que es condición sine qua non que las notas de los estudios que cursen sean positivas. Lo primero es antes. De este modo se da el primer paso en el trabajo de dos de los pilares fundamentales de esta entidad, como es incidir en la trascendental importancia de la responsabilidad y del sacrificio. Quien algo quiere, algo le cuesta. Y no nos referimos únicamente al aspecto del esfuerzo económico, aunque no está de más señalar que hay más de un alumno que para asistir a las clases debe recorrer más allá de los cien kilómetros, con el consiguiente gasto en desgaste de vehículo y combustible.

Y todo ello con el anhelo de alcanzar una gloria prácticamente quimérica, soñando con disfrutar uno mismo y hacer disfrutar al público, poniendo en riesgo la integridad física, cuando no la propia vida.

Muchos podrán pensar, con cierta razón ¿Qué necesidad hay de ello? Y ahí quizás radique la propia respuesta. Porque no hace falta. Ese es el mérito. Uno de los muchos que se pueden adscribir a una actividad tan compleja y controvertida como escasamente conocida en profundidad.

Las citas semanales para estos ilusionados profesores, alumnos y alumnas –porque todos comparten tal sentimiento- son los martes y los jueves, entre las cinco y las ocho de la tarde, en nuestra preciosa y flamante plaza de toros.

En busca del sucesor de Reina Rincón

Antes de que nos den algún aviso por pasarnos de faena, en este caso escrita, se hace conveniente recordar que la provincia de Ciudad Real ha dado grandes matadores de toros y varios rejoneadores. De entre los más recientes de los de a pie podemos citar a Antonio Sánchez Puerto (de Cabezarrubias del Puerto), José Ruiz “Calatraveño”, (de Bolaños de Calatrava), Paco Alcalde (de Alamillo), Rubio de la Puebla (de la Puebla de don Rodrigo), Víctor Puerto (madrileño de nacimiento y ciudarrealeño de adopción), Aníbal Ruiz (de Alcázar de San Juan), Luis Miguel Vázquez (de Daimiel), Fernando Tendero (de Villarta de San Juan), Jesús de Natalia (de Arenas de San Juan), Emilio Huertas (de Santa Cruz de Mudela), Félix Jesús Rodríguez (de Alamillo), Carlos Aranda (de Daimiel), o los rejoneadores Manolo Carmona (de Ciudad Real) o Miguel Ángel Martín (de Poblete), por no citar la pléyade de magníficos banderilleros que ha dado –y sigue dando- la provincia manchega, y que evitaremos enumerar con el fin de no caer en injustas omisiones.

Sin embargo, de la capital de la provincia manchega tan solo ha brotado un matador de toros. Fue José Tomás Reina Rincón, alternativado en mayo de 2000 y trágicamente asesinado en Lima (Perú) en julio de 2002. Justo enfrente de la puerta grande de la plaza de toros de Ciudad Real, donde se doctoró, en la glorieta del crítico taurino y aficionado práctico Juan Pérez Ayala, nos recibe un adusto busto suyo recordando su feliz alumbramiento taurino además de su fatal desaparición, y también que todavía sigue siendo el único. Quién sabe, a lo mejor el siguiente ya entrena en nuestra Escuela de Tauromaquia. El tiempo lo dirá.