El pasado domingo Carlos Aranda volvía a enfundarse un terno de luces. No lo hacía desde el ya lejano 13 de octubre de 2019. Fue en Las Ventas, en una tarde en la que logró dar una vuelta al ruedo. Desde entonces, poco campo, mucho entrenamiento, y, si cabe, más sacrificio que antes.
El reencuentro con un vestido de torear tuvo lugar en Ossa de Montiel, y se saldó con dos orejas concedidas tras cuajar a su primer novillo, de Daniel Ramos. Aunque, más allá de las dos orejas, lo que destacó que el toreo con el que lo logró, sin concesiones ni efectismos. Toreo desnudo y sentido. Para hablar de esta tarde, y de otros asuntos, nos pusimos en contacto con el torero de Daimiel.
PREGUNTA: ¿Qué ha sido de Carlos Aranda en este año y medio en el que no ha toreado en público?
RESPUESTA: Pues he seguido con la mente metida en el toro, por supuesto. Además, una empresa de telecomunicaciones de Daimiel me ofreció la oportunidad de trabajar, y la acepté. Y debo decir que está siendo una experiencia dura y a la vez muy enriquecedora. Dura porque después de terminar de trabajar es cuando entreno, pero estoy aprendiendo mucho del sacrificio que cuesta conseguir tus metas. No solo hablo de las mías, sino de los sueños que todos tenemos y por los que nos esforzamos día tras día.
P: Y ¿cómo miran sus compañeros de trabajo a un torero?
R: Con respeto. No son aficionados, pero creo que ahora, después de tener contacto diario y estrecho un torero, ven que soy una persona como ellos. Ni más ni menos. Incluso tengo la sensación de que ahora miran la Tauromaquia con ojos más comprensivos. Muchas veces lo que hace falta es, simplemente, explicar o exponer las cosas con naturalidad. Algo que no se conoce es muy difícil que te llegue a gustar, y con la Tauromaquia creo que eso ocurre bastante a menudo.
P: El sábado, en Ossa de Montiel, dio usted un toque de atención serio cortando dos orejas a un novillo de Daniel Ramos? ¿Cómo fue la faena?
R: Curiosamente estuve más tranquilo en el primer novillo que en el segundo, y en buena lógica debería haber sido al revés. En estos días lo he estado pensando, y la conclusión es que con ese primer novillo hice lo que más me gusta en este mundo, que es torear. Lo disfruté enormemente porque volvía a hacer algo por lo que me llevo preparando a diario desde que era un niño, y además pude cuajarlo con el tipo de toreo que de verdad siento, el de conjunción con la embestida del animal, bajando la mano, ciñéndomelo, vaciando hacia dentro, dando el pecho… Resumiendo en una frase: sintiendo lo que hacía. No obstante soy consciente de que me quedan muchas cosas por pulir. Sé dónde quiero llegar y cada vez tengo más claro el camino por el cual quiero llegar a ese objetivo, pero me queda mucho por mejorar y pulir.
P: El segundo novillo fue otra cosa…
R: Sí, fue otra cosa, pero yo no estuve acertado. Me ataqué demasiado para atar el triunfo, y me acoplé con él ya en el tramo final de faena. Luego me di cuenta de que debo hacer lo que siento y no salirme de mi concepto, de mis formas; fundamentalmente porque otro tipo de toreo más aguerrido, por llamarlo de alguna forma, no me hace feliz y no es el que busco. Estoy convencido de que la fidelidad a uno mismo y a sus creencias son el primer paso para triunfar.
P: La escasez de festejos hizo que la repercusión de ese triunfo haya sido realmente importante, sin olvidar que fue un festejo televisado y que todo el mundo, en este momento de avidez de toros, estuviera pendiente del televisor y, en otros casos, de la retransmisión del festejo por internet.
R: Sí, yo también tengo la sensación de que ha tenido una repercusión grande. Me han llamado muchos profesionales, y eso me enorgullece. No es que ahora me vaya a creer que soy más de lo que soy, pero me reafirma de que este es el camino que debo llevar.
P: Si le sirve de apuntalamiento a esa reafirmación le diré que al término de la faena a su primer novillo recibí un mensaje de Antonio Sánchez Puerto. Ahí es nada. Decía: “Me ha gustado Aranda. Ha hecho cosas muy buenas”.
R: Que alguien con la categoría del maestro Sánchez Puerto diga eso de mí sin que nadie le pregunte es un motivo de orgullo enorme para mí. Pude hablar con él al día siguiente y lo agradecí mucho. Antonio Sánchez Puerto es uno de los referentes en los que yo me miro, y creo que cualquier torero que intente torear bien.
P: La suya es una familia luchadora que siempre le ha apoyado, a pesar de los esfuerzos que ha tenido que hacer. Por ello el brindis también fue especial; a su padre.
R: Así es. Nunca le había brindado un novillo a él en solitario. Y la verdad es que no sé por qué. Mi padre es, tanto para mí como para mi hermano Jesús -otro de mis puntales de apoyo-, la figura de referencia. Su capacidad de esfuerzo, trabajo y sacrificio nos ha impulsado siempre a seguir hacia adelante. Y me alegro mucho de que pudiera hacer honor a un brindis tan especial cuajando una faena así.
P: ¿Ha sonado el teléfono estos días después del triunfo?
R: Sí, ha sonado. Sin embargo, con este panorama, prefiero no adelantar ninguna fecha ni plaza. Creo que hay posibilidades de ir a Francia relativamente pronto.
P: ¿Y Madrid?
R: Uff (resopla el torero). Madrid es la plaza en la que se me aparece cuando visualizo un triunfo importante. Además, y sin querer parecer presuntuoso, tengo la sensación de que mi toreo es del gusto de Madrid. El día que corté la oreja lo hice con un novillo que se dejó sin más. Si un día la suerte me sonríe y uno me embiste creo que puedo hacer disfrutar a los aficionados. Si se vuelven a dar novilladas, tengo mucha ilusión por volver a Las Ventas. Ojalá así sea.
P: Para terminar, ¿sigue sin apoderado?
R: No tengo un apoderado como tal. Mi hermano Jesús me ayuda y, sobre todo, Valentín Cuevas, que es el profesional con el que más contacto tengo y quien está siguiendo y guiando mi trayectoria en los últimos años. Le estoy muy agradecido por su dedicación hacia mí.