Plaza de toros de Herencia (Ciudad Real). 500 espectadores en los tendidos, que era el máximo permitido.
Se lidiaron cinco toros de Castillejo de Huebra y uno de José Manuel Sánchez (segundo). Bien presentados. Deslucidos por descastados y faltos de entrega y clase, a excepción del buen pitón derecho del tercero y el izquierdo del cuarto.
Curro Díaz: ovación con saludos tras aviso y dos orejas.
Andrés Palacios: silencio tras dos avisos y silencio tras aviso.
Fernando Tendero: silencio tras aviso y oreja.
Los tendidos de la plaza de toros de Herencia presentaron el mejor aspecto que hoy día puede ofrecer un coso taurino en Castilla la Mancha; 500 espectadores en sus escaños. Ni uno más. Y todo con una cantinela -tan odiosa como necesaria en estos tiempos- en el arrastre de cada toro que instaba a cumplir tanto la distancia social como el correcto uso de la mascarilla. Ni fumar se podía.
La acción del viento, junto con el deslucido juego ofrecido por los toros de Castillejo de Huebra y el remiendo de José Manuel Sánchez corrido en segundo lugar, dieron al traste con las expectativas de los dos matadores que más necesitaban del triunfo, como son Andrés Palacios y Fernando Tendero.
Abrió plaza un toro noblón y muy justito de raza que metió mejor la cara por el pitón izquierdo desde el inicio. Sin embargo Curro Díaz optó por basar su dilatada faena en el derecho al abrigo de las tablas para evitar en la medida de lo posible el inconveniente del viento reinante. Lo mejor llegó en algunos naturales aislados de buen corte, sin que el trasteo llegara a tomar vuelo. Dejó más de media y escuchó tanto un aviso como una ovación.
La tarde, en lo artístico, rompió en el cuarto, que ofreció a Curro Díaz un buen pitón izquierdo que el de Linares, perfilero pero con una elegancia innegable, condujo por abajo, dejando, con diferencia, los mejores momentos del festejo. Por el derecho el de Castillejo de Huebra no se desplazaba y se defendía con un molesto punteo. Remató su faena de media tendida y cortó los dos trofeos de mayor peso de la tarde, aunque en realidad tan solo hubo uno más, en el sexto.
Sin entrega ni clase se movió el segundo. Tampoco su matador, Andrés Palacios, anduvo sobrado de confianza, quizás debido al muy incómodo viento. Hubo muchos muletazos (llegó a escuchar un aviso antes de entrar a matar) pero ninguno para guardar en la memoria. Mató al segundo intento, si bien fue con el descabello con el que hizo doblar al toro.
En el quinto, Palacios, torero de corte magnífico, tampoco pudo mostrar su valía frente a un toro abanto y deslucido por falto de entrega y clase, dejando, únicamente, algún derechazo destacable. Entró a matar – como anduvo toda la tarde- sin confianza, con los consiguientes fallos, silenciándose su labor tras escuchar un aviso.
El tercero solo tuvo alguna opción por el pitón derecho, por condición del toro y por poder llevar la muleta montada con la ayuda por ese lado su matador. No es que el de Castillejo de Huebra fuera un dechado de entrega ni recorrido, pero se dejó. Fernando Tendero se justificó con pies firmes pero sin alcanzar brillantez ni continuidad. Anduvo desacertado con los aceros, sobre todo con el descabello.
Poco pudo rascar Tendero en el que cerró plaza, un ejemplar sin fijeza ni celo, y que, además, por el derecho cazaba moscas. Con estos mimbres el manchego se puso con ahínco por el izquierdo, hilvanando algún natural aceptable completo y dejando otros a medias por la falta de acometividad de su oponente. Mató a la segunda, recibiendo una oreja como premio a su esfuerzo.